
Antología de Santiago Cogorno
La exposición del artista exalta sus pinturas de la década del 50. También dos muestras destacadas: la de Hilda Hisas, intérprete de la figura humana; y la de Susana Parisi, que traduce sus sueños en imágenes.
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LA capacidad de improvisación, la espontaneidad y la vehemencia caracterizan la obra de Santiago Cogorno, de quien la galería Van Eyck expone algo más de una veintena de óleos y una escultura. Las pinturas exhibidas conforman una antología de su producción durante la década del cincuenta y los primeros años de la del sesenta que vale la pena conocer. La talla en madera, por su parte, no tiene fecha, pero es una pieza expresionista característica.
Las obras, bien escogidas, muestran la evolución estilística a partir del momento en que el temperamento del artista se manifiesta ya en plena madurez. Aun los trabajos de más antigua data (como Figura de mujer, La viña o Castañas), más que anunciar desarrollos ulteriores, reflejan al pintor que busca su camino con ensayos cuya dirección está bien definida. Pese al deambular exploratorio, son claras manifestaciones de una inclinación irrevocable y avanzada. No hay idas y venidas o cruces en direcciones opuestas: todo conduce a un lugar del espíritu que ya está decidido.
La pintura más difundida de Cogorno está regida por la voluptuosidad y el apasionamiento de una acción compulsiva y dominante, que se concentra sin respiro en su propia satisfacción. En las piezas expuestas, esas características están presentes, pero sostenidas por una voluntad de componer las imágenes que se hace sentir (más allá de su mayor o menor acierto circunstancial). Se diría que, en gran parte de esas pinturas, Cogorno se impuso asumir una actitud más controlada, que contrapesara su tendencia a dejarse arrastrar por los impulsos. Lo hizo. Acaso sin demasiado convencimiento, pero lo hizo.
Con soltura y con modelo
Hilda Hisas tiene una irrenunciable vocación por el dibujo pero, más allá de las clases, desarrolla esa faceta de su actividad con cierta reserva, como si desease que fuera conocida sólo por sus allegados.
Cada tanto, nos enteramos de que expuso aquí o allá, como lo hace en estos días en la Asociación Estímulo de Bellas Artes. En esa institución, Hisas hace las prácticas de taller que dan origen a sus imágenes, cuyo eje está centrado en la figura humana. Si bien la mayoría de las obras están realizadas con el modelo a la vista y evocan sus formas, no las describen minuciosamente. Un proceso de selección y de síntesis confiere a estas figuras, realizadas con carbonillas y pasteles, sus características inconfundibles: el calor y la vida.
La batalla de los sueños
La muestra de Susana Parisi en la galería El Socorro convalida sus anteriores presentaciones, en las que lo formal servía para manifestar estados del espíritu intraducibles por otro camino que no fuese el del arte abstracto.
"La batalla de los sueños" (tal es el título de esta muestra que agrupa once trabajos realizados entre 1977 y lo que va del año) lo confirma por vía de su adhesión a la pintura no figurativa. No es cuestión de tema, aunque haya una imagen, un presentimiento, una nostalgia o algo sensible que da origen a las formas y los colores con los que la artista compone sus obras. La experiencia de Parisi está centrada en una acción que trasluce las emociones. Lo perceptible y manifiesto son las características formales que transponen con maestría ese origen emotivo.
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