Aprobaron el primer milagro atribuido a la Madre Teresa
CIUDAD DEL VATICANO.- La Congregación Vaticana para las Causas de los Santos reconoció ayer como auténtico un milagro atribuido a la intercesión de la Madre Teresa de Calcuta, fallecida en 1997.
La aprobación abre el camino a la beatificación de esta monja que dedicó su vida a servir a Dios en los más pobres de los pobres y murió con fama de santidad.
El milagro reconocido por los cardenales y obispos de la congregación vaticana es la curación, considerada científicamente inexplicable, de una mujer india de religión animista, Mónica Bersa, de 34 años, que padecía un tumor en el abdomen del que sanó en 1998. A la mujer, devota de la Madre Teresa, le colocaron en el abdomen una medalla, que había pertenecido a la monja, el 5 de septiembre de 1998, un año exacto después de su muerte.
Tras la aprobación por parte de la congregación que presiden el cardenal José Saraiva Martins, faltan la lectura del decreto y la firma del papa Juan Pablo II, que se realizará, presumiblemente, en diciembre.
Una vez cumplidos estos pasos, se anunciará la fecha de la beatificación que, según fuentes oficiales vaticanas, podría realizarse en el segundo trimestre de 2003.
Las reglas de la Iglesia estipulan que deben pasar cinco años después de que una persona muere para iniciar el proceso de beatificación. Pero el proceso de la Madre Teresa de Calcuta, fallecida a los 87 años, comenzó dos años después de su muerte, gracias a una dispensa de Juan Pablo II, gran admirador de sus virtudes humanas y espirituales.
Poco después de su muerte, devotos de la Madre Teresa comenzaron a pedir al Vaticano que acelerara la causa de beatificación, sosteniendo que su santidad estaba clara para muchos en todo el mundo.
La documentación del proceso ya ocupa 76 volúmenes, de 450 páginas cada uno. El mes último, la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos había aprobado la declaración de "virtudes heroicas" de la fe cristiana por sus servicios a los pobres y su vida de entrega.
Al servicio de los demás
La Madre Teresa de Calcuta, cuyo nombre de nacimiento era Inés Gonxha Bojaxhiu, nació el 20 de agosto de 1910 en Skopj, capital de la actual república de Macedonia, que entonces pertenecía a Albania.
Hija de un empresario de la construcción, a los 21 años tomó los hábitos en la Congregación de Loreto y cambió su nombre por el de Teresa, en honor de Santa Teresita de Lisieux.
En 1948, con permiso del papa Pío XII, dejó el convento de Calcuta donde vivía para trabajar en los barrios más deprimidos de esa ciudad, donde dos años después fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad, que se dedicaron a recoger a los moribundos de las calles.
Su congregación, cuyas religiosas combinan una intensa dedicación a la oración con una vida austera y un servicio permanente a los más necesitados, leprosos, ciegos, ancianos, personas con sida, cuenta hoy con 4000 religiosas que trabajan en 424 casas en 95 países.Su trabajo entre los pobres le valió a la Madre Teresa el reconocimiento mundial, el premio Nobel en 1979 y millones de admiradores. Al recibirlo, exaltó el respeto a la vida desde la concepción en el seno materno.
"Sé bien, y lo sabe cada una de mis hermanas, que lo que realizamos es menos que una gota en el océano -decía-. Pero si la gota le faltase, el océano carecería de algo."
"Era una verdadera santa. Vivió su vida de acuerdo con el Evangelio de la forma más auténtica -dijo el cardenal Pío Laghi-. Se merecía una vía rápida, preferencial, a la beatificación."
En 24 años de pontificado, Juan Pablo II ha realizado 1288 beatificaciones, más de las que han proclamado en los cuatro siglos anteriores sus 33 predecesores desde 1594, año de la fundación de la Congregación para las Causas de los Santos. Y ha proclamado a 464 de los de los 758 santos canonizados en ese tiempo.
Cuándo hay un milagro
- Para dar por cierto un milagro, se debe probar una curación total, completa e inexplicable. Se entiende por milagro un hecho no explicable por las leyes de la naturaleza y que se atribuye a una intervención especial de Dios. Una comisión de médicos analiza cada caso y se limita a decir si una curación es "científicamente inexplicable". El juicio queda reservado a los asesores teólogos que vinculan esa curación con la oración a Dios por intermedio de un santo. Esa opinión de los teólogos debe ser aprobada por los cardenales de la congregación y finalmente por el Papa.
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