Atilio Jorge Castelpoggi
Su fallecimiento
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Significativamente, el título de uno de los libros de Atilio Jorge Castelpoggi -fallecido en esta ciudad- contiene, mejor que cualquier otro concepto, la índole de su poesía.
Se llama ese volumen "Pecado de desmesura" y tal noción, en lo que entraña, por un lado, de gozosa transgresión, y por otro, de vastedad, de entusiasmo, de convencimiento profundo y jamás desmentido en el valor de lo poético, constituye, seguramente, el más adecuado resumen afectivo de su obra.
Porteño, nacido en 1919, fue un poeta maduro en la adolescencia, que había asimilado la inevitable cuota de surrealismo propia de su época y que exhibía un magistral dominio de la concentración lírica y de la imagen.
De este último recurso, sobre todo, porque, en rigor, toda la poesía de Castelpoggi es una sucesión de imágenes reiteradamente lúcidas, elaboradas, sensuales, profundas. Por sobre ese entramado circuló durante medio siglo -había ganado el premio municipal Iniciación en 1951 con "Tierra Sustantiva", un mundo variado y complejo de amores, de pasión por Buenos Aires, de desinteresadas adhesiones políticas, de aborrecimiento a la injusticia, de fina reflexión existencial
"Las máscaras", "El alucinado", "El adiós incompleto", "Los oficios anónimos", "Destino de Buenos Aires, "Buenos Aires, mi amante", "El exilio de mis personajes", son otros tantos nombres de esa desmesura que era su hábitat, construida, casi invariablemente, con poemas largos y ricos en elementos narrativo-descriptivos.
Secretario de Redacción entre 1953 y 1955 de la revista Ventana a Buenos Aires, probablemente su vínculo con éste contribuyó a llevarlo a una dimensión sentimental inusitada en relación con los barrios y con los reflejos trascendentes de lo cotidiano, rasgo que en adelante se convirtió en una de las claves de su obra. Lo reconocía él, expresamente: "Hago -decía- poesía urbana, es decir, poesía porteña; si por ahí hallan que, además, es metafísica, es porque, naturalmente, en el paisaje está el hombre".
Premiado sucesivamente por el Fondo Nacional de las Artes, por la Fundación Argentina para la Poesía, por la Municipalidad y por la Fundación Dupuytren, la SADE le concedió en 1963 el premio Leopoldo Lugones y en 1996 su Gran Premio de Honor.
Hombre de contabilidades y administraciones económicas, funcionario público, director del Fondo Nacional de las Artes y presidente de su Comisión de Letras, autor como ensayista de un importante trabajo sobre Miguel Angel Asturias, coordinador por años de los talleres de la SADE, Castelpoggi, en verdad, no era sino un poeta, nunca quiso ser otra cosa, nunca se sintió o se pensó otra cosa.
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