Bioy Casares, alcanzado por una venganza artística
Bony Bullrich ajusta cuentas con el amigo de Borges por los dichos sobre su abuela


Si el sabor de una madalena ensopada en té puede ser excusa y motor para una de las cumbres de la literatura del siglo XX en alambicada prosa francesa, por qué la maledicencia de un escritor no puede dar pie a una instalación que tiene tanto de ajuste de cuentas como de provocación estética. Y el asunto tiene sus ribetes porque el malicioso autor no es otro que Adolfo Vicente Perfecto Bioy Casares, así, con todos esos nombres que contenía su partida de nacimiento y como lo prefiere citar el ofendido y artista conceptual.
Lo cierto es que Bony Bullrich se toma revancha de los comentarios vertidos por Bioy Casares en el polémico volumen de sus diarios Borges (2007) y lava de "banalidad cosificante" la memoria de su abuela Beatriz Bibiloni Webster de Bullrich con la instalación Borges, Poems, Beatriz... Hilo de Ariadna en 3G.
Se trata de una reconstrucción ficcional "en un lugar fuera del espacio-tiempo de la casa de mi abuela", enclavada en su espacioso atelier de avenida Santa Fe, en la que sus obsesiones o señas de identidad estética -como cubiertas de coches recicladas- se codean con objetos personales de Beatriz de Bullrich, como su escritorio de los años 30 o imágenes de esa gran dama avanzada a su época, deportista y campeona de ajedrez, que encandiló a Jorge Luis Borges al punto de que éste le dedicó los "Two English Poems" de 1934, sus únicos versos en la lengua de Shakespeare.
Reparación de la afrenta
La aventura comenzó "como una exploración de mi obra sobre un fondo de piedra, no sobre blanco", explica Bullrich, que derivó al "homenaje" a esa "sabia mujer en su vejez", para acabar en un franco ajuste de cuentas dirigido a Bioy, que en la conceptual instalación le regala a la dama con cruel malicia un juego de ajedrez sobre un tablero de backgammon y cuyo rostro ocupa el centro de una diana en la que hace blanco un dardo. "Además, soy abogado y me comporto como defensor frente al duro ataque de un fiscal", se excusa Bullrich.
Y el ataque o la afrenta es evidente porque la musa de los "Dos poemas ingleses" es uno de los personajes más vapuleados del Borges de Bioy Casares, a la que describe "como una débil mental", se queja su nieto, sin jamás haberla conocido, reproduciendo crueles supuestos comentarios de Georgie, el amigo en común de ambos, al estilo de que fuera "invulnerable a la realidad" o que al comer "balbuceaba vaga y babosamente con gran debilidad". Además de añadir anécdotas sin gracia sobre accidentes domésticos o lapsos verbales u olvidos. Y el detalle que no menciona Bioy en ninguna de las 1500 páginas de su diario es el accidente cerebrovascular del que se repuso Beatriz de Bullrich y con el que convivió más de cinco décadas hasta su muerte, en 1992, a los 92 años. Un detalle que conocía por Borges, que le refería esas anécdotas y que al no consignarlo adultera el "tono de reírse con cariño" de su amigo. Una mancha más, quizás especialmente cruel, a "la traición del amigo", como califica María Kodama, madrina de Bony Bullrich en la presentación de su instalación, porque la viuda del autor de El Aleph, al igual que el artista plástico, tampoco perdona a Bioy su Borges.
"Reírse así de alguien que tuvo un derrame me parece que no corresponde a un caballero", fustiga el artista en una carta dirigida a su abuela en el más allá que funciona como justificación de la instalación. Carta en la que no ahorra dardos contra el amigo de Borges, que "parece Gasalla haciendo de Inesita" y en que con sus "tilinguerías misóginas del típico macho latino" se propuso "crear un nuevo género literario: la ficción doñarrósica o la doñarrositud especulativa".
La cruel ofensa sobre el honor de aquella dama sigue abierta, aunque su nieto se empeñe en subsanarla con una instalación conceptual. Pero Kodama se encarga, sin embargo, de sacar un balance positivo porque "la maldad siempre tiene su contrapartida. Gracias a este libro de Bioy Casares tengo hoy la amistad de Bony Bullrich".