Cien años atrás
Ecos del día - Temibles delegados - Entre las muchas cosas que se hacen con ligereza en nuestra tierra, ninguna supera á la designación de delegados á los congresos y conferencias internacionales tan comunes en nuestro tiempo. No sólo elige el gobierno ó las corporaciones especiales que, dentro del país, han recibido invitación, á las personas que, de paseo ó por otro motivo, se encuentran en Europa-y que pueden ser competentes ó no serlo,-sino que jamás se les envía instrucciones de ningún género. Así, cada delegado se cree autorizado á manifestarse y sostener, oficialmente, pues fuera de ese carácter no tienen existencia legal, sus propias opiniones, que también pueden ser ó no las de sus mandantes.
Un telegrama de ayer nos informa que un delegado argentino al congreso médico de Madrid (este es alópata, lo que no impide que haya algún homeópata, como quizá un mano-santa, para que no quede sin representación esa importante rama de la medicina nacional), ha propuesto de buenas á primeras, sin que nadie se lo pida, á Buenos Aires como punto de reunión del próximo futuro congreso.El congreso ha elegido Lisboa. Y el gobierno argentino, y todos nosostros, sin comerlo ni beberlo, hemos tenido el desagrado de ese rechazo, porque un señor delegado, que ya tiene años para saber esas cosas, ignora que no se hacen proposiciones de ese género sino cuando, por exploración previa del terreno, se tiene seguridad de que serán aceptadas. Y así se perpetúan por aquellos mundos, el hábito de considerar á estos países como entidades de menor cuantía, que no se ocupan de velar por la consideración que se les debe, sin duda, porque tienen la epidermis dura é insensible. Pero el delegado pescará su decoración.