Cinco preguntas a Liliana Felipe
La exquisita cantante argentina, radicada en México, presenta hoy su doble CD Que veinte años no es nada (Los Años Luz) en el teatro ND / Ateneo
1) Hace 33 años que vive en México. ¿Qué le dió ese país?
Antes que nada, México fue y es un nido. Cuando me fui de Argentina, hubo un momento en el que no sabía dónde meterme. Ahora me doy cuenta de que llegué al mejor lugar posible. México abrió mi mundo. La cosmovisión indígena y la vida cotidiana en una gran ciudad como el DF me enriquecieron mucho.
2) Y a pesar de llevar tantos años en el extranjero, ¿en qué se siente argentina?
Bueno, yo creo que la infancia y la adolescencia perduran para siempre, no hay manera de quitárselas. Y la verdad es que tampoco quiero. Soy ciudadana mexicana, pero para mí la primavera siempre empieza el 21 de septiembre.
3) Mezcla tangos con rancheras y explora la estética de cabaret. ¿Ahí puede verse la influencia mexicana?
Sí y no. En mi arte hay influencias mexicanas, por supuesto, pero también juega mi propia formación clásica. El músico que no sabe, que no ha estudiado, toca la misma ranchera toda la vida; el que se ha formado puede hacerla de distintas maneras. Yo tuve el privilegio de una buena formación.
4) ¿Qué artistas le sirven como referencia?
Tengo muy poca paciencia para escuchar. Además, mi manera de escuchar es muy particular. Me pasa que voy a un restaurante y mientras como, escucho la música ambiental, me fijo cómo está grabada, si le falta o le sobra un instrumento... y al final soy muy infeliz, porque no puedo disfrutar la comida.
5) ¿Qué es la Argentina para usted?
¡Tantas cosas! Al vivir afuera, en cada época representa algo distinto. Hoy es nostalgia, curiosidad, cariño, alegría, emoción, respeto. En comparación con México, creo que en la Argentina aún hay cierto margen para crear y hacer cosas. Tengo la impresión de que aquí la miseria no es tan brutal.