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“Es un ejercicio liberador, estamos trabajando el desapego: después de veinte años, por primera vez tenemos la casa sin obras”, dice a LA NACION el coleccionista Joaquín Rodríguez sobre la atípica situación que vive en estos días. Junto con su marido, el anticuario Abel Guaglianone, tomaron una decisión inusual: rematar 65 piezas con las que convivían en su departamento de Retiro para hacer lugar a otras, producidas por artistas de distintas provincias, y apoyar de ese modo la creciente escena federal.
"Estábamos agobiados porque ya no teníamos lugar para colgar ni guardar nada más. No es volver a empezar pero sí repensarnos, liberarnos de equipaje para viajar más livianos por otras rutas (las nacionales) con el deseo renovado", explica Rodríguez al referirse a una colección que nació hace dos décadas con una tinta de Kandinsky comprada en un remate y llegó a sumar cerca de cuatrocientas obras de arte contemporáneo argentino. Muchas más de las que pueden colgar de piso a techo en su hogar de 250 metros cuadrados.
Nada fácil, sin embargo, desprenderse de esas obras que ya se mudaron a la casa de subastas Roldán, donde se exhibirán al público desde el jueves próximo para ser rematadas el miércoles 13. Porque más allá del valor de mercado, que fijó los precios base entre 1000 y 28.000 dólares, el valor emocional es mucho más difícil de medir.
Cada pieza tiene una historia, y varias de ellas implicaron el inicio de vínculos de amistad que continúan creciendo. "Fue en las galerías, los museos, las colecciones privadas y fundamentalmente en arteBA donde nuestro pequeño mundo se fue abriendo a nuevas imágenes e ideas –escribe la pareja en el catálogo de la muestra, ya disponible en www.roldan.cc–, donde ejercitamos nuestra mirada y establecimos el primer contacto con muchos de los artistas y galeristas que hoy son nuestros referentes y parte de nuestro círculo de afectos."
Entre las obras más destacadas se cuentan tres pinturas de gran formato de Ad Minoliti, artista que se encuentra exhibiendo hasta fin de mes en la Bienal de Venecia y que acaba de inaugurar en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires su mayor muestra individual hasta el momento. Las compraron en la galería Daniel Abate en arteBA 2013, cuando la artista ganó el Concurso + Solo Show Arcos Dorados de Pintura Latinoamericana. El curador de aquella edición fue Pablo León de la Barra, actual curador de arte latinoamericano del Guggenheim de Nueva York.
"Eran cinco y ya se habían vendido dos. No teníamos lugar para colgarlas, pero las compramos igual. Dimos el salto", recuerda Rodríguez sobre estas pinturas que según él "ocupan un lugar central en la historia del arte argentino, porque reúnen paisaje, geometría y temas contemporáneos como la teoría de género y el feminismo".
Ese mismo año compraron en la galería Ruth Benzacar Familia coyita (2011), autorretrato bordado por Leo Chiachio y Daniel Giannone con su célebre perro Piolín. Al igual que cada una de las pinturas de Minoliti, saldrá a la venta con una base de 18.000 dólares.
"Estas obras necesitan nuevos espacios donde desplegarse, nuestra casa ya les queda chica", escriben en el catálogo los coleccionistas, que suelen agasajar en su departamento a los invitados VIP de arteBA y sostienen un fuerte compromiso con la institucionalización de la escena local: Rodríguez fue vicedirector del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, mientras que Guaglianone integra la comisión de amigos del museo.
La subasta incluirá también Moé con jarrones y mueble, obra de Fátima Pecci Carou que ilustró la tapa de la revista de arteBA en diciembre de 2017. Meses después la artista ganó el Premio En Obra del Barrio Joven de arteBA, organizado también por Rodríguez y Guaglianone desde que su impulsor, Juan Cambiaso, les pasó la posta hace cinco años. En la última edición lograron reunir un récord de 300.000 pesos para repartir entre los ganadores.
Ellos se ocuparon de llevarlo a la feria cordobesa Mercado de Arte, donde integran el consejo asesor, con la intención de "descentralizar las escenas y que los artistas sientan que pueden tener una carrera sin dejar su lugar de origen".
A partir de ahora planean comprar otras obras pero también apoyar proyectos de formación como ya lo hicieron con el exitoso Yungas, impulsado desde Tucumán por Raúl Flores y Piero Sogno, que llegó a tener este año una muestra en Malba.
"En Buenos Aires estamos bastante aislados de lo que ocurre en otros lugares –observa Rodríguez, nacido en Entre Ríos–. Hemos descubierto escenas increíbles en lugares como Córdoba, Rosario, Tucumán, Resistencia. Corrientes también está buscando generar algo, y hay artistas que sin pasar por Buenos Aires están haciendo una carrera internacional."
Por esas rutas, ya más livianos de equipaje, están dispuestos a seguirlos estos dos coleccionistas apasionados.
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