Cuentos de un pueblo chico que se puso de moda
JOSE IGNACIO.- Cuando esta redactora llegó a este balneario ya no había aguateros, pero sí pocos teléfonos privados y una única telefonista que muchas veces escuchaba mientras uno hablaba e iba ofreciendo oportunas sugerencias para los problemas que se discutían en la conversación.
La transición de esa situación de pueblo chico de infraestructura mínima a centro de la movida veraniega con mansiones a todo confort sin duda era interesante para contar. Curiosamente quien lo hizo a través de pequeños cuentos costumbristas es nada menos que un candidato a la presidencia, Pedro Bordaberry.
Con el título Cuentos del pueblo Faro de José Ignacio , e ilustrado por un clásico de Punta del Este, Carlos Páez Vilaró, el candidato del Partido Colorado refleja situaciones conocidas del viejo balneario. Por ejemplo, el encuentro en la madrugada entre la gente de campo que, de bombachas y alpargatas inmaculadas al empezar su día laboral, coincidía en el almacén y bar con los chicos que "llevaban en sus rostros y ropas las secuelas del final de la noche".
Bordaberry también cuenta la necesidad de ciertos empresarios de hacerse ver en el que era el restaurante sofisticado del lugar, "Los Blancos" (en clara referencia a uno famoso, de nombre más oscuro, que existió de verdad) donde se desarrollaba una suerte de industria de los "encuentros casuales provocados".
Cuenta Bordaberry que, cuando se le acercan lectores, es sobre todo para saber si las historias son verídicas. Por la decepción que causa al aclarar que es ficción basada en observaciones, dice que debería cambiar la respuesta: siempre es tanto más misterioso un "dicen que sí?".