Erri de Luca:“Los naufragios en el Mediterráneo son graves; los podríamos evitar y no lo hacemos”
Conocido por su literatura quizá tanto como por su compromiso social, el narrador y poeta napolitano Erri de Luca visita por tercera vez el país, invitado en el marco del programa del Verano Italiano 2018, para dar una charla en la Fundación OSDE. Exobrero e integrante del grupo revolucionario Lotta Continua, es autor de novelas cortas, algunas de las cuales fueron ya traducidas a una veintena de idiomas, entre ellos Los peces no cierran los ojos y El crimen del soldado, todos publicados por Seix Barral.
De Luca vive solo en las cercanías de Roma y se habla de él como de un hombre solitario. "Pasó así. No armé una familia", dice a LA NACION en una conversación en la que anticipó que en pocos meses se publicará en Italia La vuelta de la oca, un diálogo entre un padre y su hijo, y contó que todos los martes escribe para el blog de su Fundación. El último texto, de ayer, es sobre el agua: "Estamos hechos de agua; somos el agua que camina", sintetiza.
Su compromiso no es sólo con la palabra. En los años 90, durante la guerra en Yugoslavia, manejó un vehículo para trasladar ayuda humanitaria y desde la fundación que lleva su nombre asisten a inmigrantes y personas necesitadas. Durante 2017 distribuyeron más de mil comidas con un sistema inventado por De Luca que recrea la tradición del "café pendiente" por la que alguien que consume un café puede dejar pago otro para quien no tenga dinero. Así, su fundación ofrece a quienes concurren a comer al centro cultural Casetta rosa, en Roma, dejar pagada una comida de cinco euros para un necesitado y, gracias a donaciones, otorga becas a estudiantes inmigrantes.
–¿Es amigo de la soledad?
–Estuve solo cuando trabajaba como obrero, vivía en una ciudad que no conocía, no veía a nadie. Más que soledad, aquello era aislamiento. Pero ahora que soy escritor mi soledad es muy relativa. Aquí estoy hablando, contando historias, participando de encuentros. Tengo el privilegio de que haya personas que me hacen preguntas. La soledad es cuando nadie te pregunta nada.
–Usted es un hombre comprometido con su tiempo. Su Fundación da becas y alimentos...
–Ese es el compromiso de la Fundación en este momento; el mío es el de un ciudadano que se ocupa de causas, de luchas, de injusticias que existen y no son conocidas o son difamadas. Hay un verso de las Sagradas Escrituras que dice "abre tu boca por el mudo". Esto es lo que puede hacer un escritor. Su ámbito es la palabra. Garantizarla a los que no la tienen, pero no porque sean mudos sino porque nadie los escucha. El escritor puede ser un amplificador, un megáfono de esta voz. Es lo que hago yo.
–¿Los inmigrantes que naufragan en el mar es lo que más lo preocupa?
–Los naufragios en el Mediterráneo son hoy lo más grave porque podríamos evitarlo y no lo hacemos. Es más, nuestros gobiernos hacen de todo para volver tan difícil la travesía que el naufragio termine produciéndose.
–¿Qué significan hoy términos como "frontera" o "patria"?
–Para mí la palabra "patria" se refiere a la lengua italiana; mi patria es la lengua italiana. Las fronteras son una convención entre dos estados para establecer sus respectivas administraciones, pero no son barreras ni murallas sino lo contrario. Las montañas son un abanico de pasadizos no controlables a través de los cuales se comunican ambos lados. El sistema de Alpes que cierran nuestra frontera norte nunca frenó ningún ejército. Las montañas hacen pasar.
–Hoy se "pasa" también a través del mar .
–Somos contemporáneos de estos pasajes de personas que son, todos, huéspedes; no clandestinos. Clandestino es una palabra que usamos desde hace poco y significa que alguien sube a un medio de transporte sin pagar el boleto. Pero estas personas que viajan han pagado caro cada metro de su viaje. Son lo contrario de clandestino; son huéspedes.
–Muchos no quieren recibir a los inmigrantes.
–No es una cuestión de acogida sino de absorción. Estas personas encuentran trabajo, aunque sea en negro; por tanto nuestro territorio las absorbe económicamente. Cuando no es así, no permanecen y van a otra parte. Son flujos migratorios contra los cuales no se puede hacer nada. Te doy una imagen: en la playa de Libia, de noche, unas cien personas suben a uno de estos botes inflables de diez metros, entre esas personas hay madres con niños que saben muy bien el riesgo que están corriendo, ellas y sus hijos. Este fotograma de una madre que corre este riesgo demuestra que los flujos migratorios no pueden ser frenados. Cuando hay este nivel de desesperación –y la desesperación es una fuerza que te empuja, no te hace estar quieto– no hay nada capaz de frenar estas partidas. Así que no debemos hacer más que constatar.
–Se manifestó a favor de tres acusados en Francia de ayudar a inmigrantes a cruzar la frontera y cuyo juicio es mañana.
–Han acusado a quienes hicieron lo justo; es injusta la ley que los castiga. He dicho que si ellos cometieron un delito, yo soy su cómplice.
–¿Podrían hacerle otro juicio como hace dos años cuando lo acusaron de incitar al delito de sabotaje, del que fue absuelto?
–¿Por qué no? Yo defiendo mis palabras. Sé qué palabras pronuncio y soy responsable de ellas. Si esto es un delito asumo la responsabilidad.
–¿De casos reales como éstos surgen sus historias?
–Son todas historias que viví, escuché o pasaron cerca mío. No invento los personajes, no invento la trama. Aprovecho lo que me ha pasado o lo que escucho.
–Pero su nombre es un invento suyo...
-Es una reducción. En el registro civil figura Enrico, porque cuando nací en Italia no se podía poner nombres extranjeros, pero siempre fue un nombre estadounidense, Henry, porque mi abuela era estadounidense y tenía un hijo con ese nombre. Es decir, me transfirieron el nombre de un tío y yo lo he reducido porque estaba cansado de explicar cómo se escribía.
–En este tiempo de imperio de la imagen usted afirma que el oído es la principal vía de conocimiento.
–Sí, porque me pasó. Cuando era chico y estaba en un callejón de Nápoles, no veía más que el edificio de enfrente. El oído sentía todo lo que pasaba en el piso de abajo, de arriba, enfrente. Todas las historias que contaban los adultos me llegaron a través de la escucha. Aprendí todo de la escucha. Hoy es el tiempo de la imagen, pero yo tengo esta objeción. Frente a un cuadro a menudo me interesa lo que está fuera del marco porque la imagen me hace ver lo que quiere ella. La imagen es una reducción del conocimiento. El oído, no. es más grande.
–En su última novela la belga Amelie Nothomb aborda el tema de la fealdad y la belleza y el protagonista lo cita a usted: "Erri de Luca sugiere que un jorobado es un hombre al que le están creciendo alas en la espalda". Usted ha dicho que "no hay nada de lo creado que no tenga algo de belleza". ¿Cómo es esto?
–Eso lo encontré en la Biblia. La belleza es una fuerza, no una decoración. Yo vengo de un golfo, Nápoles, famoso por su belleza, pero esa belleza no fue diseñada por un pintor sino provocada por inmensas catástrofes, irrupciones, terremotos. La belleza es el resultado provisorio de movimientos del fondo de la tierra. La belleza es una fuerza que empuja desde abajo hacia arriba y florece en la superficie.
–¿Conoce a Elena Ferrante?
–No personalmente.
–¿Se siente representado en el Nápoles que surge de su obra?
–Cada napolitano se representa su Nápoles sin posibilidad de errores porque de Nápoles se puede decir todo sin que nadie pueda reclamar la patente. Para mí es como una sopa de pescado. ¿Por qué? Porque es buenísima, pero debes estar atento cuando la comes porque la espina te puede entrar en la boca. No podes comer a Nápoles como un plato de arroz. A Milán sí, pero oara comer a Nápoles debes estar atento.
Conversación con Erri de Luca.
Mañana, a las 18, el escritor Erri de Luca participará de una entrevista pública con la periodista Eugenia Zicavo en el auditorio de la Fundación Osde. El ingreso es gratuito, previa inscripción en www.fundacionosde.com.ar
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