Estrategias artísticas divergentes
Harte y Ríos en sus trabajos recientes oponen el individualismo a la visión comprometida con América Latina.
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MIGUEL HARTE, artista porteño de treinta y siete años de edad, expone en la galería Ruth Benzacar (Florida 1000). El conjunto de obras presentado, por cierto notable, remite a una condición propia de su generación: el individualismo y la ausencia de cualquier discurso legitimador.
En el subsuelo de la misma galería se exhibe la instalación Los vientos del Sur . Su autor, Miguel Angel Ríos, catamarqueño nacido en 1943, ha residido en Nueva York y México, y es un artista de intensa actuación en medios norteamericanos y latinoamericanos.
Desde 1980 expone individualmente en Tokio, Nueva York, México, Madrid, Berlín, Roma y Buenos Aires. Son incontables las muestras colectivas en las que ha participado desde comienzos de la década del ochenta.
La estética de Ríos está involucrada en el debate político-cultural de las relaciones entre colonialismo y cultura. Los temas de América Latina, las contingencias históricas y la identidad predominan en su obra. La última muestra de este artista en Buenos Aires se realizó en 1992, en el Museo de Arte Moderno y, simultáneamente, en una galería de arte.
Artista de los noventa
Hacia mediados de los ochenta surgieron algunos artistas muy jóvenes entre quienes estaba Miguel Harte. Ernesto Ballesteros, Marcelo Pombo y Pablo Siquier eran sus compañeros de ruta. Casi todos comenzaron a exponer en espacios marginales como Babilonia, La Zona y la Galería del Rojas. En muchas ocasiones se caracterizó a estos creadores noveles como "la generación del Rojas". La expresión no era errónea, ya que en ese espacio se reunió un sector, con características identificables, de la generación de los noventa. Hace poco más de un año, se presentó en el Centro Cultural Recoleta una exposición-balance de los artistas del Rojas. En el texto de presentación, el curador Gumier Maier señalaba algunas de las características que la crítica creyó descubrir en las poéticas de esos artistas: kitsch , leve, light (término utilizado con sentidos divergentes, algunos despectivos). Pierre Restany calificó la estética del Rojas como "guaranga". Para el crítico francés, era una concepción artística propia de la cultura menenista de los noventa.
Gumier, con sensatas reflexiones, rechazó esas calificaciones, señalando que el arte, como la vida, no conduce a ninguna parte. En su texto reivindicó el placer del contemplador, desechando las lecturas político-sociales. Esta visión de la estética de los noventa fue confirmada por una expresión de Pombo, quien señalo que sólo le interesaba lo que iba "desde él hasta un metro alrededor". Miguel Harte, interrogado por un periodista sobre la existencia de una idea general previa a la realización de las obras, señaló que no la tenía. "No me siento comunicado con el exterior", agregó. Las aseveraciones citadas parecen remitir a un concepto de Gilles Lipovetsky: "El referente del yo ha ganado carta de ciudadanía". El egocentrismo fue desculpabilizado, de esta manera se legitimó el vivir para sí mismo.
Los trabajos expuestos por Harte poseen dos cualidades dominantes: estar sometidas a procesos de enfriamiento y ser el producto de un trabajo racional y minucioso. Las piezas bidimensionales, de apariencia minimalista, poseen superficies planas, pulidas y asépticas, de colores metalizados. Pero aquí y allá emergen de ellas unas excrecencias transparentes. En otros trabajos profundos agujeros traicionan la unidad del plano. El espectador, sin duda, se siente tentado a observar lo que contienen esas anomalías de la superficie. Se convierte en un voyeur, en un mirón.
Al aproximar su ojo a esas protuberancias, el contemplador descubre un inusitado mundo en miniatura. En las antípodas de la desnudez de las superficies pulidas, los huecos y las protuberancias de resina transparente están llenos de piedras, de insectos, de pequeñas figuras humanas y de animales modeladas por Harte. Es un mundo natural, barroco, que se esfuerza por emerger. Un trabajo que sobresale en el conjunto, titulado El jardín filosófico , parece señalar una nueva orientación de la obra de Harte. Este objeto tridimensional de grandes dimensiones muestra un desolado paisaje. En su centro hay una laguna donde el agua se arremolina. El conjunto se sostiene sobre largas raíces vegetales que se apoyan en el piso.
Las obras que Miguel Harte presenta en esta muestra reúnen de manera paradójica, en un mismo espacio, dos conceptos opuestos. La estética fría aparece traspasada por el deseo de la extravagancia barroca. Lo abstracto se une a lo figurativo. Lo inorgánico a lo orgánico.
Opción por América Latina
Los vientos del Sur es una instalación que Miguel Angel Ríos proyectó para el lugar específico de la galería. En ella, el artista habla, sin ambigüedades, de temas que le preocupan desde hace algún tiempo: América Latina y la relación "naturaleza-cultura". En este caso específico, es protagonista la yerba mate, originaria de una zona geográfica común a la Argentina, el Brasil, el Paraguay y el Uruguay. La "cultura del mate", señala Ríos, proviene de tiempos precolombinos. Tomar mate, cebarlo, es siempre una buena ocasión para hablar, reunirse y compartir muchas situaciones. Pero, al hábito de matear que une a esos pueblos, el artista enfrenta dos hechos históricos que los involucran de manera diversa: la Guerra de la Triple Alianza y el tratado del Mercosur. La tradición (naturaleza) tiene su opuesto en los procesos de modernización (cultura).
Algunos textos sobre esos temas (la guerra y el tratado) están impresos en los muros, pero sus párrafos aparecen mezclados. Palabras desprendidas de esos tratados se encuentran desparramadas sobre el piso, junto con hojas secas de yerba mate. Todo está pisoteado por el público que recorre el sitio. En el centro de la sala, una rosa de los vientos, pintada en el suelo, está unida por hilos con unos c ollages que exhiben los nombres de los lugares donde se consume la yerba mate. Los cuadros con alusiones al tema completan la obra.
En esta instalación -en la que abunda la información cartográfica, histórica, comercial, botánica, etc.- todo tiende a señalar que la cultura popular del mate es inalterable. Pero a las palabras de los tratados oficiales modernizadores, "se las llevan los vientos del Sur". La opción de Ríos por América Latina es, indudablemente, política.





