Universidades y Posgrados. Estudian y trabajan cuatro de cada diez universitarios
Se trata de 450.000 alumnos que cursan en instituciones públicas y privadas
El estudiante universitario que sólo se dedica a su carrera es una especie en franca extinción. Por necesidad económica, o para adquirir experiencia y mejorar las posibilidades de inserción laboral después del título, una gran cantidad de estudiantes universitarios argentinos reparte su tiempo entre el trabajo y el estudio.
Según las últimas cifras oficiales, el 40% de los universitarios del país trabaja, un número que se eleva considerablemente en algunas universidades. En la Universidad de Buenos Aires (UBA), por ejemplo, trepa a casi el 60%. De ellos, además, casi el 52% trabaja más de 36 horas semanales.
Con poco tiempo, horarios complicados y sometidos a un nivel de stress considerable, estos universitarios enfrentan una paradoja: trabajar puede retrasar la graduación y afectar la calidad de la formación que reciben, pero no hacerlo dificulta aún más conseguir empleo cuando se sale de la facultad.
Es difícil trazar un perfil del estudiante trabajador –o del trabajador estudiante, a juzgar por las horas que dedican a una y otra actividad–. Se sabe que el trabajo es más frecuente entre las estudiantes mujeres (65%contra el 55% de los hombres); los de mayor edad (trabaja el 75% de los mayores de 30 años) y en ciertas disciplinas, como Ciencias Sociales y Humanidades.
“Académicamente, el trabajo quita tiempo al estudio. Pero desde el punto de vista de la empleabilidad, trabajar mejora el perfil para conseguir empleo después de graduarse, pone al alumno en contacto con la realidad y enriquece la formación que recibe”, dijo a LA NACION el secretario general de la Universidad de Morón, Carlos Gowland.
Allí, un relevamiento realizado a mediados de los años 90 mostró que el 84% de los estudiantes de tercero, cuarto y quinto años trabaja. “Por la desocupación, ahora deben ser menos, pero no es porque no quieran trabajar. Esta es una universidad de clase media”, dijo Gowland.
Menú variado
En un mundo laboral viciado de informalidad y desocupación, las actividades laborales de los universitarios son variadas.
Incluyen, por ejemplo, al alumno que trabaja part time en un local de comidas rápidas; el que lo hace de manera informal en un negocio familiar; el estudiante de Sociología que hace encuestas para estudios de mercado durante las mañanas; el de Ciencias Económicas que se desempeña de manera estable en un estudio internacional con buenas perspectivas; el de Medicina que cubre guardias ad honorem en una clínica privada; el de Comunicación Social que hace una pasantía de seis meses en un medio.
Una de las distinciones más importantes es si la tarea está vinculada con la carrera que cursan o no.
Si es así, la actividad laboral muchas veces le gana en prioridad al estudio. Por eso, a menudo se afirma que el trabajo hace que muchos estudiantes tarden más tiempo en recibirse que lo que indican los programas de las carreras.
En las universidades nacionales, los estudiantes demoran en promedio un 60% más en obtener su título, y un 40% en las privadas.
La carrera elegida también pone sus condiciones a la hora de trabajar. La actividad laboral es menos frecuente, por ejemplo, en las disciplinas relacionadas con las Ciencias de la Salud.
“En Odontología es imposible trabajar. La carga horaria es muy grande y está organizada de manera caprichosa”, dijo a LA NACION Carlos Piombo, estudiante de quinto año de la carrera en la UBA. Odontología es la facultad con menor índice de estudiantes trabajadores (42,6%).
Le sigue Medicina, con el 44,2%. “A la mañana tenés que ir al hospital y cursás a la tarde. Sólo te queda la noche para trabajar”, dijo Cecilia Cantón, que está cursando materias del último año.
En esa facultad, según contó a LA NACION el secretario académico, Alejandro Pulpeiro, registran “frecuentes pedidos de reincorporación de alumnos que tuvieron que suspender la carrera para trabajar”.
Además, decidieron habilitar cátedras de actividad hospitalaria por la tarde a pedido de los alumnos, que en promedio extienden en uno o dos años la duración de sus estudios. En Medicina cursan actualmente casi 19.000 alumnos.
El panorama es bien diferente en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, donde el 71,8% de los estudiantes trabaja. Según el secretario de Asistencia Técnica y Pasantías de esa facultad, Marcelo Paz, la inserción laboral de estos estudiantes es más sencilla, al punto que “muchos eligen la carrera por las posibilidades de trabajo que ofrece”.
“Desde el comienzo de los estudios tienen posibilidades de insertarse haciendo tareas administrativas menores”, contó Paz. Esta atractiva posibilidad, en algunos casos, puede terminar afectando el ritmo de los estudios.
“Hay alumnos que tienen muchas responsabilidades en su trabajo, y adquieren allí conocimientos que superan lo que ven en algunas materias. En esos casos, muchos privilegian el trabajo y prefieren quedarse a cerrar un balance de la empresa que venir a rendir un examen”, dijo Paz.
Entre los estudiantes de Derecho, Ingeniería y típicamente Comunicación Social se repite el caso. La secretaria académica de la UBA, Alicia Camilloni, lo definió como el fenómeno del estudiante avanzado: “Son alumnos de los últimos años de varias carreras que consiguen trabajo estable en sus áreas, les resulta suficiente el conocimiento que tienen para trabajar y entonces nunca rinden sus últimas materias”.
Más flexibilidad
Estos nuevos estudiantes trabajadores –con poco tiempo, muchas responsabilidades, horarios complicados y sometidos a un nivel de stress considerable– demandan a las universidades más flexibilidad.
Camilloni tiene una propuesta concreta: “Se pueden ofrecer dos tipos de cursada: una para los que no trabajan o lo hacen menos de 25 horas; y otra para los que tienen dificultades horarias. Para ellos, se pueden convertir las materias cuatrimestrales en semestrales, con menor carga horaria, en grupos más pequeños. De esa manera van a tener posibilidad de rendirlas, porque si no se acumulan materias que nunca dan y tienen que volver a cursarlas”, dijo.
Muchas universidades alientan el trabajo de los estudiantes. “Antes las empresas buscaban a los mejores promedios, ahora prefieren a quien haya tenido experiencia laboral en una organización”, afirmó Paz.
Para Camilloni, en tanto, se debería “atender la formación del estudiante para que se pueda insertar en el mundo del trabajo, pero al mismo tiempo institucionalizar la práctica profesional como parte de los contenidos de las carreras”.
Mientras tanto, en la Universidad de San Andrés, donde cursan 1100 alumnos y la cuota mensual promedio es de $ 1068, se desalienta el trabajo de los alumnos en los primeros años de la carrera. “Priorizamos que los estudiantes se dediquen al estudio full time. Tienen cursadas de 9 a 17, para que tengan una sólida formación académica”, dijo a LA NACION Alejandra Johannes, encargada del área de Pasantías.
Sin embargo, la propia institución se encarga de facilitar el pasaje al mundo del trabajo. Por medio de su Experiencia Extramuros, la institución hace contactos con empresas para ofrecer a sus alumnos pasantías para el verano, de entre seis semanas y tres meses de duración, que “no son obligatorias, pero sí altamente recomendables”. El 80% de los alumnos de tercer año opta por hacerlas. Cada año, además, distribuyen un libro con los currículum de los graduados a varias empresas.
El panorama es diferente del que viven, por ejemplo, los estudiantes de la Universidad Nacional de General Sarmiento, con sede en Los Polvorines, una de las zonas más pobres del conurbano. Allí, donde casi el 70% de los alumnos trabaja, se ofrecen becas de $ 400 por cuatrimestre para pagar el transporte hasta la universidad y los materiales de estudio. Actualmente, 110 estudiantes (del total de 2049 que asisten a esa universidad) las reciben.
Experiencias
- Melisa Moretto (21-Cs. Económicas): “No quise trabajar hasta ahora, pero estoy en 4º año y no tengo experiencia.”
- Andrés Spinosa (23-Cs. Económicas): “Al trabajar, los tiempos de estudio se reducen, pero los aprovechás mejor.”
- Leandro Di Paola (23-Medicina): “Trabajo porque necesito la plata y porque me da práctica.”
- Florencia López (21-Relaciones del Trabajo): “Trabajo a la mañana para que no me quite tiempo.”
- Nicolás Wachsmann (28-Sociología): “Soy fotógrafo y hago encuestas; me acomodo los horarios.”
Carlos Piombo (23-Odontología): “Es imposible trabajar en esta carrera. Sólo lo hago en verano.”
lanacionar