Exclusión
Las fiestas de fin de año están ancladas a las celebraciones, a la alegría, al compartir con los seres queridos. De hecho, por eso son fiestas y conllevan esas obligaciones que, en realidad, no lo son siempre y cuando uno se avenga al espíritu de algarabía, al disfrute de los encuentros y, sobre todo, tenga con quién reunirse. No están contempladas aquellas personas que por alguna razón no cumplen con esos requisitos. Como este hombre mayor que, a pesar de lucir un gorro de Papá Noel, está sentado solo en Covent Garden, con la mirada enfocada en vaya uno a saber qué. Está aislado de la Navidad no solo por la pandemia, sino porque tal vez no tenga con quién estar o no tenga ganas de estar con nadie ni excusas para festejar. Por el motivo que sea, está incluido en una imposición tácita de la que parece no existir demasiada conciencia sobre cuán oprimente y triste puede ser sentirse marginado y excluido.