
La construcción de un país
ARQUITECTURA EN LA ARGENTINA DEL SIGLO XX Por Jorge Francisco Liernur-(Fondo Nacional de las Artes)-447 páginas-($ 80)
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La lectura de un buen libro de historia suele producir nostalgia y ensueño; en ella el pasado y el futuro se engarzan para que el presente se evapore por un instante y nos permita descubrir tiempos idos y por venir en una mezcla de imaginación y verdad recreada. Esta sensación emana cuando se recorren las páginas de Arquitectura en la Argentina del siglo XX , el libro en el que Liernur logra encarnar la Argentina que fue y la que puede ser a través de la historia de una de sus expresiones más interesantes, la arquitectura, en la que se conjugan el arte y el utilitarismo, la estética y la sociedad. Edificios, planes urbanísticos y habitantes conviven en esta obra con sus posibilidades de recuperación y la energía para emprender acciones que mejoren el nivel de vida de las ciudades.
El libro que ha publicado Liernur con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes parece, sencillamente, un milagro. En esta obra, que tiene las características de una historia total de la arquitectura argentina, la sociedad, la política, la técnica y la profesión se unen en una pintura cuya descripción queda plasmada en el subtítulo, La construcción de la modernidad . Además, a la excelencia de la investigación realizada por el autor se suma la de una edición de gran calidad técnica en fotografías e ilustraciones, esenciales para un trabajo de este calibre. Estas razones, más otras relacionadas con el enfoque y el contenido, nos llevan a celebrar con entusiasmo la aparición de este libro.
El enfoque de Liernur puede resultar enriquecedor para una amplia gama de lectores, aun para los no vinculados a la profesión, ya que considera a la arquitectura como una categoría viviente, como el resultado de un conjunto de acciones, impulsadas por actores diversos, en el que se intersectan determinados valores. El Estado, la sociedad civil, los problemas estéticos, los sociales y los económicos se unen en este concepto que permite analizar conjuntamente las ideas y los instrumentos: el urbanismo y sus planes se encuentran en sintonía con los materiales utilizados para concretarlos. El libro se articula en torno a seis capítulos. En el primero, "Construir el país, imaginar la nación; 1880-1910", la figura tan trillada del conventillo adquiere un aspecto genuino, como pocas veces es posible detectar en este tipo de estudios. El logro del autor está en haber tratado este conjunto habitacional desde la perspectiva de sus propios habitantes, transformándolo de un espacio exclusivo de miseria en una zona gris, con una atmósfera tan densa y cerrada como llena de ilusiones en pos de la movilidad social.
En el segundo capítulo, "Criollos y cosmopolitas; 1910-1930", puede observarse la fuerza que adquiere la sociedad civil en el devenir histórico de la Argentina al apropiarse de las vanguardias (mucho más que el propio Estado) en la conformación del entramado de las ciudades argentinas. Un ejemplo brioso es el Art Déco en Rosario, una ciudad tan huérfana de grandes instituciones (y edificios) gubernamentales como cargada de construcciones que simbolizaban su poder económico y social. El tercer capítulo, "Con eficiencia y mesura; 1930-1940", nos acerca a los modernismos con el intento por aprehender una ciudad que se pretende no sólo de las multitudes sino para las multitudes. En esa operación aparecen las contradicciones entre el estado y la sociedad civil, con un espacio de interacción en el que actúa la profesión del arquitecto como "eficiente". Como un puente brindado por el capítulo anterior brota el ejemplo de Francisco Salomone, símbolo de la propaganda y la función parlante de la arquitectura, con sus obras de aspecto tan lúgubre como el personaje que las inspiró -el gobernador Manuel Fresco- y como los lugares donde se concretaron las construcciones: los cementerios. El capítulo cuatro, "De la celebración a la nostalgia; 1940-1960", nos guía por el proceso que llevó del urbanismo a la planificación. Allí resulta significativo el caso de la Universidad Nacional de Tucumán, como una pieza más en el difícil esfuerzo del interior por encontrar un lugar en la historia de la arquitectura argentina: su Departamento de Construcciones Universitarias se presenta como prometedora alternativa a Buenos Aires, pero es a la vez un empeño trunco en cuanto a sus resultados. El capítulo cinco, "Desarrollos y utopías; 1960-1980", se despliega como la era de los grandes concursos, del apogeo y fin del desarrollismo entendido como un concepto amplio en su significado y duración, que abarca los intentos estatales y burocráticos por darle vitalidad al sector privado.
El último capítulo,"El imperio de la frivolidad; 1980-2000", se refiere a la etapa más actual, en la que prima la angustia por un estado que no funciona y por una sociedad civil que ha perdido su empuje y su fuerza. ¿Dónde anida la democracia?, se pregunta Liernur. El lector podrá encontrar su propia respuesta al preguntarse: ¿dónde anida la arquitectura? Algunas de las claves aparecen en el final de este libro, que da cuenta de una postura ética a la vez que estética. La destrucción de la modernidad que ha signado las últimas décadas del siglo XX (y que muestra los peores vicios de la tan mentada posmodernidad) ha significado el fin de la energía con que la sociedad civil y el Estado construían proyectos, vidas dedicadas al trabajoÉy edificios. Quizá este libro nos permita responder, de alguna manera, a la pregunta que hoy nos angustia: dónde anida nuestro futuro.





