Los científicos buscan aliviar su presente y allanar su futuro
Ciencia abierta: cien investigadores argentinos y extranjeros analizaron el sistema nacional de ciencia y elaboraron propuestas de cambio.
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La escena fue decididamente inusual. En primer lugar, por la franqueza de las exposiciones y por la apertura mental de los protagonistas. También por el peso específico de materia gris que se dio cita en el auditorio del Hotel de las Américas, donde algunos de los más prestigiosos científicos locales participaron de un taller sobre la organización de la ciencia y la tecnología en la Argentina. A partir de una propuesta del secretario de Ciencia y Tecnología, Juan Carlos del Bello, seis grupos multidisciplinarios deliberaron libremente por espacio de varias semanas, y durante dos días expusieron sus conclusiones sobre temas tales como el diagnóstico del sistema científico, estrategias y reingeniería institucional, promoción científica y tecnológica, evaluación y reglas del juego.
Al taller concurrieron además especialistas de los organismos científicos de Venezuela, Colombia, México, Brasil, Costa Rica y España, los que disertaron acerca de las principales fortalezas y debilidades de los sistemas vigentes en sus países.
Los informes brindados por el profesor Mario Albornoz y los doctores Conrado Varotto, Patricio Garrahan, Eduardo Trigo, Juan Carlos Agulla y Daniel Bes, coordinadores de los seis grupos, tuvieron un rasgo en común: todos expusieron los hechos sin anestesia.
Sistemas de evaluación
Con el estilo frontal que lo caracteriza, fue el doctor Garrahan el que se refirió -a juzgar por los murmullos que subrayaron su exposición- a uno de los aspectos críticos del problema científico argentino: los sistemas de promoción y evaluación. "El sistema de promoción de la ciencia ha pasado progresivamente de un pasado mítico en que se promovía por mérito a un presente en que se promueve por razones fundamentalmente burocráticas, como la antigüedad en el cargo", señaló el químico. "El sistema es altamente ineficiente. De todos los recursos que le asigna el Parlamento, sólo una parte muy baja llega a la gente que crea conocimiento", destacó.
Según Garrahan, en su comisión existió un amplio consenso en cuanto a que la promoción de la ciencia debe basarse en el criterio de mérito científico y eficiencia en la asignación de recursos.
Destacó también que esa asignación de recursos, por sí misma, no alcanza, por abundante que sea, si está dirigida a grupos mediocres, y que tampoco es eficiente "una asignación de recursos insuficientes a grupos de calidad".
El investigador consideró indispensable establecer procedimientos que estimulen la competencia abierta y eviten la formación de estructuras protegidas.
El caso argentino
Con respecto a la transferencia de los organismos de investigación a la órbita de la Universidad, Garrahan pidió calma y reflexión: "El caso argentino reclama prudencia. Mejor que fijar pautas rígidas será establecer condiciones para hacer más eficientes las acciones". Mientras las consultas continúan a paso firme y se espera producir un documento con las conclusiones, la propia Secretaría comenzó por redefinir su función: se ha tomado la decisión de crear una Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología, integrada por los ministros de Economía, de Educación, de Salud, de Relaciones Exteriores, entre otros organismos gubernamentales.
Una de sus primeras actividades será aprobar el Plan Nacional Plurianual de Ciencia y Tecnología, un anexo al proyecto de ley de presupuesto nacional para 1998.
"La Secretaría ha encontrado en este cambio de estructuras el lugar que le corresponde, que es ser el organismo nacional que se ocupa de la formulación de los planes, de las políticas y del proyecto de presupuesto", anunció Del Bello, exultante." "Esperemos que el resultado no sea tan bueno que todos vengamos a la Argentina", bromeó un científico extranjero.
Sobre investigación, costos y beneficios
Esta semana se realizó en Buenos Aires la XXII Reunión Anual de la Federación Panamericana de Asociaciones para el Progreso de la Ciencia, que reunió a los principales asesores de políticas científicas del continente. Como parte del simposio, el profesor Mario Albornoz, director del Centro de Estudios e Investigaciones de la Universidad Nacional de Quilmes, se refirió al tema "Inversión en ciencia y beneficios sociales". Durante una entrevista con La Nación sostuvo: "Las discusiones de estos dos últimos meses han sido muy importantes, porque haber logrado la conciencia de que así no se podía seguir ya de por sí es un avance.
"El sistema científico en muchos sentidos es la intersección de muchas dimensiones centrales de la vida nacional, y cuando está en una crisis tan profunda está expresando que en todos los sistemas con los que se cruza existe también una crisis muy profunda.
"En un país como el nuestro, uno podría cuestionarse la necesidad de realizar investigación científica, podría sostener que los 800 millones que el Estado nacional gasta anualmente en investigación deberían ser invertidos en planes de vivienda. Pero una sociedad como la nuestra tiene que afrontar desafíos en todos los niveles. Por una parte debe aceptar el desafío del crecimiento económico, pero (...) me parece que la inversión en ciencia es indiscutible y lo que sí es discutible es qué ciencia, cuánta ciencia y con qué propósito."





