
Los feos, sucios y malos de la historia nacional
En Caudillos federales, el escritor reivindica a los líderes que se opusieron al poder de Buenos Aires, en una lucha con ecos en el conflicto campo-Gobierno
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Los caudillos federales, lejos de haber sido "bárbaros" que sólo merecen figurar en la historia argentina como los vencidos, fueron patriotas con méritos muy significativos que aún no les están reconocidos. Así lo sostiene el escritor Pacho O´Donnell en su libro Caudillos federales. El grito del interior (Norma), que tiene como protagonistas a José Gervasio de Artigas, Martín Miguel de Güemes, Estanislao López, Facundo Quiroga, Juan Felipe Ibarra y Ángel Vicente Peñaloza, entre otros. Son más de 300 páginas intensas que, desde el revisionismo histórico y con una prosa clara y ágil, iluminan la lucha que los caudillos mantuvieron contra el centralismo porteño. A la vez, permiten reflexionar sobre los ecos de ese "grito", que llegan hasta el presente.
O´Donnell, doctor en Psiquiatría y Psicoanálisis, dramaturgo y director del Departamento de Historia de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales, tiene una vasta producción historiográfica que incluye los libros Juan Manuel de Rosas, el maldito de la historia oficial ; Che, la vida por un mundo mejor , e Historias argentinas , entre muchos otros. Fue secretario de Cultura durante la presidencia de Carlos Menem, embajador y senador nacional.
El escritor recibió en su casa a adn cultura para hablar de los caudillos federales, protagonistas de un importante momento del siglo XIX en la compleja historia argentina, que no fueron "ni ángeles ni demonios" sino "personalidades capaces de encarnar el signo de su época", según señala en el libro. Traído de nuevo a nuestros días, O´Donnell puntualizó durante la entrevista que el enfrentamiento entre el Gobierno y el campo reedita el conflicto argentino de un poder central rico y provincias pobres.
-¿Qué sería de la Argentina si hubiera triunfado la causa federal que llevaron adelante los caudillos?
-Sería un país más equilibrado, más justo. Los caudillos federales expresaban indignación ante un país arbitrario que concentraba sus recursos en el centralismo, que en aquellas épocas era Buenos Aires, que prácticamente había sustituido a España como colonizadora de las demás provincias. Sobre todo porque se quedaba con la totalidad de los ingresos de la Aduana y de los que generaba el puerto, además de impedir que se abrieran otros puertos. Algunos fueron federales emocionales, por oposición al despotismo político, económico y cultural porteño. Pero otros tuvieron una doctrina, como en el caso de Artigas, Dorrego y Güemes, quienes tenían como faro la Constitución estadounidense.
-Artigas proponía, por ejemplo, que la capital no estuviera en Buenos Aires.
-Eso hubiera hecho un país más equilibrado. Luego de la constitucionalización y de la capitalización, el centralismo porteño fue reemplazado por el centralismo del Poder Ejecutivo nacional, que es lo que hoy tenemos. Si usted piensa que el 75% de los gravámenes nacionales se los queda el Poder Ejecutivo nacional, que el impuesto al cheque no es coparticipable, que las retenciones no son coparticipables, verá que tenemos otra vez un poder central rico y provincias pobres. Se trata de una situación no resuelta que reaparece en este conflicto mal bautizado Gobierno versus campo, donde es evidente que lo que está en juego también es el reclamo federal contra el desequilibrio unitario.
-En el conflicto entre el Gobierno y el campo se movilizaron los pueblos de varias provincias, pero pareciera que, salvo excepciones, no hay voces o caudillos que canalicen sus reclamos espontáneamente. ¿Qué opina al respecto?
-Está muy bien lo que usted dice. Los caudillos tenían un extraordinario predicamento. Güemes, Artigas, Quiroga, el "Chacho" Peñaloza eran caudillos a los que la gente estaba dispuesta a seguir hasta la muerte. El proceso de surgimiento de un De Angeli, salvando las distancias, las diferencias, los poderes, las propuestas, revela a un hombre que se convirtió en jefe natural de la protesta del campo, sin duda ayudado por el hecho de que las cámaras de televisión se instalaron en Gualeguaychú y después se quedaron porque él estaba allí. Diría que su proceso sirve para entender, no para homologar, cómo fue el surgimiento de los caudillos. La importancia de los caudillos es que fueron líderes naturales, no líderes designados por alguien. Se impusieron por su propuesta, por su verba, por su coraje.
-En su libro, parte de la idea de que los caudillos llevan sobre sí el peso, en la historia consagrada, de haber sido los grandes perdedores. A partir de allí, usted presenta sus vidas y los méritos que tuvieron y que no se les reconocen.
-Si uno quisiera simplificar las guerras civiles, diríamos que fue una disputa por las rentas de la Aduana en la que Buenos Aires, el proyecto porteñista, venció al proyecto federal encarnado por los caudillos. Cuando se escribió la historia para la organización nacional, se destinó a los caudillos al peor de los lugares al ser descriptos como feos, brutos, ignorantes, crueles, bárbaros. La realidad no era así, ya que en general eran de la clase alta provincial, como el cordobés Bustos, y tenían una formación intelectual muy elevada. Las cartas de Quiroga exhiben una fluidez cuasi barroca en su escritura. Güemes y Artigas eran de la aristocracia salteña y oriental, respectivamente. Otros, como Ramírez, que era de origen social bajo, evidenciaron una gran preocupación por la educación cuando tuvieron que gobernar. Además, eran personajes muy patriotas, varios de ellos lucharon heroicamente en la guerra de la Independencia. En cambio, personajes de Buenos Aires como Rivadavia o Del Carril, por ejemplo, no estuvieron realmente en los campos de batalla.
-Desde el triunfo del proyecto de la Generación del 80 hasta la actualidad, ¿qué gobierno tomó decisiones que en alguna medida lo acercaran a una política federal?
-Seguramente los primeros gobiernos de Perón, que tuvieron muy en cuenta las necesidades provinciales, lo que se ve en la creación de escuelas, de hospitales y de todo lo que se difundió por el país. Sin embargo, tampoco en este caso se resignaron recursos centrales para asignárselos a las provincias y que ellas los administraran, como pretendía el federalismo, sino que fue un gobierno que de alguna manera no destinó todo su dinero al beneficio de las oligarquías tradicionales y que, con el dinero centralizado, benefició a las provincias mucho más que los anteriores gobiernos.
-¿Por qué es tan difícil lograr cierto consenso sobre la historia argentina?
-Creo que hay heridas no restañadas. Por algo hasta ahora no se le ha podido poner Rosas a una calle, y nadie puede negar que Rosas ha sido un personaje muy importante, con muchos defectos pero también con muchos méritos. En cambio, hay calles de Buenos Aires con nombres de traidores a la patria, de mediocres. Es importante entender que los caudillos representaron un sentimiento nacional muy profundo, ellos eran parte de la tierra.




