"No tengo patotas ni negocio bajo presión"
El rector de la UBA afirmó que evitó el desalojo de la sede por la fuerza para no responder a la agresión inicial con violencia
"A la violencia de la toma no se debía responder con violencia del otro lado." Así justificó el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el médico Guillermo Jaim Etcheverry, su decisión de no ordenar el desalojo por la fuerza de los militantes estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales que mantienen ocupada la sede del Rectorado desde hace 38 días.
La consigna fue "mantener la prudencia como una contribución a la paz social, pero a la vez demostrar firmeza y no dialogar sometidos a presiones", dijo ayer el rector, en una entrevista con LA NACION, confiado en que los impulsores de la protesta levantarán campamento en las próximas horas, luego del mayoritario pronunciamiento de los estudiantes de Ciencias Sociales en favor de no continuar con la toma.
"Yo no tengo patotas, no compro ni negocio bajo presión", agregó, al sintetizar su negativa a emplear la fuerza y sentarse a conversar con los ocupantes del Rectorado. La referencia no fue fortuita. Respondió a la expresión que le formuló uno de los manifestantes, quien -según el rector- le dijo: "Esto en otras épocas no habría pasado, porque nos habrían mandado la patota o nos habrían comprado".
"Toda la comunidad universitaria respalda la necesidad de encontrar un nuevo edificio para la Facultad de Ciencias Sociales, y desde que asumimos hacemos gestiones para eso. Pero un edificio así no se improvisa", advirtió Jaim Etcheverry. El conflicto estalló el 16 del mes último, en la sede que el Rectorado ocupa en Viamonte 430, cuando se negó a firmar por escrito ante el centro de estudiantes de Ciencias Sociales un compromiso en el que se fijara un plazo para la habilitación de una nueva sede.
"Es un problema importante y prioritario, pero no el único. En las sedes del Ciclo Básico Común (CBC) y en los hospitales, como el Clínicas, se reproduce exactamente lo mismo, como consecuencia de los graves problemas presupuestarios", dijo el rector, que a los 59 años dejó de dedicarse exclusivamente a la actividad académica para insertarse en el manejo de una universidad compleja, tanto en sus exigencias administrativas como en el peso de la actividad política.
-¿Por qué se prolonga la toma si los estudiantes de Ciencias Sociales está en contra de su continuidad?
-Tal vez porque no se los consultó antes. La toma se inició inesperadamente y fue difícil encontrar, después, la forma de abandonarla. Se endurecieron las posiciones y se ampliaron los reclamos. Pero si algo positivo tiene este episodio es el enorme apoyo de la comunidad universitaria y de la sociedad a la institucionalidad de la universidad. Reconociendo lo genuino de muchos de los reclamos, la gente se expresó en contra del mecanismo utilizado para plantear esa reivindicación.
-¿Se sintió acompañado por el Consejo Superior en su decisión de no dialogar con los manifestantes mientras mantuvieran la toma?
-Sí. Hubo un acuerdo unánime. Es importante que no se instale la idea de que los problemas universitarios se resuelven por la presión de la fuerza, más en una institución como la nuestra, que es participativa y en la cual todos son democráticamente elegidos.
-¿Por qué no ordenó el desalojo por la fuerza?
-Porque me parecía que no era la respuesta adecuada. Consideré necesario hacerlos entrar en razón y que las distintas expresiones de la universidad se manifestaran. En última instancia, la protesta no suscitó un interés masivo. Después de un mes se mantiene casi el mismo grupo inicial, bastante reducido: cuatro o cinco a la mañana, 100 a la tarde, en una facultad de 25.000 estudiantes. A la violencia de la toma no se debía responder con violencia del otro lado. También hay que reconocer que en general se preservó el lugar. La protesta se mantuvo restringida al salón del Consejo Superior. El Rectorado continuó trabajando, al igual que todas las facultades, incluso la de Ciencias Sociales.
-¿Tiene constancias de que no hay destrozos?
-Lo sabemos porque el personal de la casa recorría las instalaciones.
-¿Cuáles son las motivaciones reales de la protesta? ¿El reclamo del edificio es una fachada?
-No. El problema del edificio es real, responde a una reivindicación sentida por toda la facultad, que yo comparto. Claro que, después, sobre ese reclamo genuino se subieron algunos otros móviles, como la politización.
-¿A quién atribuye la responsabilidad en esa protesta?
-Fue una progresión creciente. Y hubo una cierta incomprensión. Todos sabían -incluso el decano de Ciencias Sociales- que estábamos muy comprometidos con la solución del problema edilicio. Hubo una situación que se desbordó y se perdió el control.
-¿Existe un plan para perjudicar su gestión?
-Yo no tengo ningún elemento para pensar que eso es así. Pero no descarto que movimientos de este tipo puedan ser utilizados por algunos que no están en favor de muchas de las cosas que yo represento ni muchas de las cosas que estamos haciendo.
Sanciones que podrían llegar a la expulsión
El rector Guillermo Jaim Etcheverry dijo que una vez liberado el salón de sesiones, el Consejo Superior deberá analizar si se aplican sanciones a los responsables de la toma, petición que ya han formulado distintos miembros del organismo.
"Si corresponden, hay que aplicarlas", consideró el médico, investigador y académico de Educación, al señalar que el estatuto de la universidad prevé para estos casos desde apercibimientos hasta expulsiones.
"Yo no quise profundizar el conflicto, pero ya algunos consejeros pidieron las actas de sesiones en las que las autoridades fuimos insultados y maltratados por algunos de los consejeros estudiantiles, para que sean analizadas por la Comisión de Interpretación y Reglamento", afirmó el rector.
Jaim Etcheverry aseguró que "hay que asumir la responsabilidad de los actos. No se puede agraviar impunemente a la institución en sus personas. Más allá de la situación personal, el hecho de que al rector de una universidad le tiren un huevo en la cabeza porque se está en desacuerdo pone en juego el respeto a la institución".
Agregó que está en discusión "si se van a respetar las reglas de funcionamiento de la institución o si se va a hacer esa especie de funcionamiento asambleístico que se le quiere dar al Consejo Superior, que no es un lugar de libre exposición de problemas, para que cada uno vaya a plantear sus conflictos, sino un organismo que funciona por representaciones".
El rector confirmó que la próxima sesión del Consejo Superior se hará el miércoles en la Facultad de Derecho, al margen de que se desocupe o no el salón tomado por los estudiantes.
"Nosotros no podemos estar condicionados por el permiso que nos den los estudiantes para sesionar", explicó. Y anticipó que la reunión siguiente, en diciembre, también podría realizarse en otra sede académica.
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