Peronista y temperamental
Rubén Stella forma parte del círculo íntimo de Eduardo Duhalde. Sus allegados dicen que fue él quien le enseñó a pararse y a gesticular frente a las cámaras.
Herramientas no le faltan. Nacido en Buenos Aires hace 50 años, Stella siempre hizo pública su pasión por la actuación. Una vocación que se sumó a la lucha gremial, y que lo llevó a asumir el cargo de secretario general de la Asociación Argentina de Actores, lugar que ocupó por cuatro años hasta 2001. Durante 2000, llegó a convertirse en uno de los voceros de una serie de protestas del sector artístico.
Stella debutó sobre el escenario en 1978, en la obra "Lorenzaccio", junto con Alfredo Alcón y Rodolfo Bebán. Poco después trabajó en "Convivencia", con Federico Luppi y Luis Brandoni.
A comienzos de los años 80, inició su periplo por distintos programas de TV, personificando a personajes tortuosos y calculadores. De a poco, su perfil actoral se amplió hacia otros horizontes: participó luego en la recordada serie "Hombres de ley" y en las menos ilustres "Verano del 98" y "El hacker".
También es conocido por su trabajo en telenovelas como "Mi querido salvaje", "Alas, poder y pasión" y "El último verano"; incursionó, además, en el mundo del cine, con películas como "Correccional de mujeres" y "Casanegra", entre otras.
La crítica aplaudió sus últimos trabajos en teatro. Entusiasta del tango, hizo el espectáculo "Un guapo del 900" y por estos días encarna a Discépolo en "La esperanza del poeta". También interpreta a Edgar Allan Poe en "La casa Usher".
Peronista asumido, casado y con tres hijos, quienes lo conocen afirman que es un dirigente directo y temperamental. El año pasado, en una entrevista periodística, Stella se refería a su alejamiento del sindicato de actores: "Sigo creyendo que el cantor y el actor deben cantar y actuar opinando. Mi actividad gremial hoy está cumplida, pero la política es un hecho cotidiano de mi vida".