Pilar Rahola: "La ONU actúa como esclava del mundo islámico"
Consciente de que sus planteos no suelen ser políticamente correctos, la periodista y doctora en filología catalana Pilar Rahola se define de izquierda, pero critica con dureza “la izquierda antimoderna, reaccionaria y antisemita que se enamoró de Stalin y de Castro y que ahora está enamorada de Chávez”. Sin vueltas, insiste: “Combato a la izquierda que siempre se enamora de monstruos”.
Rahola denuncia que el mundo occidental “está criminalizando a Israel”, y es particularmente dura con las Naciones Unidas: “Como esclava del mundo islámico, la ONU no hará nada que no sea bien visto por ese mundo”.
Como periodista, entre otros conflictos internacionales cubrió las guerras entre Etiopía y Eritrea, la de los Balcanes y, desde Jerusalén, la primera guerra del Golfo. También actuó en política: de 1993 a 2000 fue diputada en el Parlamento español por la Izquierda Republicana Catalana, y durante cuatro años, vicealcaldesa de Barcelona. Tiene 48 años. “Hice todo muy rápido”, cuenta.
En Barcelona, donde vive, conduce un programa de televisión sobre temas sociales y escribe para tres diarios españoles: El País , El Periódico y Avui (en catalán). Su libro Carta a mi hijo adoptado , dirigido a su Noé, a quien Rahola adoptó en 1993, la convirtió en una referente para los temas de adopción y fue el antecedente directo de Historia de Ada. Los derechos pisoteados de los niños , un libro en el que explica la situación de los derechos de la infancia en el mundo. Allí se habla de prostitución infantil, sida, explotación laboral y niños soldados.
Además de Noé, que ahora tiene 14 años, Rahola es madre biológica de Sira, de 26 años, y madre adoptiva de Ada, una niña de Siberia de casi dos años. En diálogo con LA NACION, Rahola dijo que la adopción en una familia no tiene por qué ser algo excepcional. "Nosotros lo hemos tratado siempre como un dato más de la realidad. En mi casa, unos llegaron de una forma y otros de otra: Ada llegó de Siberia, el niño llegó de Barcelona y mi otra hija llegó por mi barriga. Mi esposo es mi segundo marido; él es vasco y yo soy catalana. Mi hija mayor tiene un novio que es italiano. En definitiva, mi ONU hogareña sí que funciona", dice orgullosa.
-¿Qué motiva su defensa de Israel, teniendo en cuenta que usted no es israelí ni judía?
-Y que además soy de izquierda, europea y periodista, lo cual significa que tendría que odiar tres veces a Israel. Pero a mí no me gusta todo lo que hace Israel. Defiendo el pensamiento crítico hacia ese país siempre y cuando vaya acompañado por el pensamiento crítico respecto del pluralismo palestino, de las tiranías de Medio Oriente, de los derechos de la mujer, etcétera. Entiendo que se criminaliza a Israel, que hay una mirada maniquea del conflicto entre ese país y el Líbano -buenos y malos, víctimas y verdugos- y que se minimiza el terrorismo, como si fuera algo banal. Y entonces me encuentro de golpe situada en el mapa en un lugar complicado, políticamente incorrecto, pero yo creo que mi postura es de corrección moral.
-¿Por qué?
-Lo políticamente correcto a veces es profundamente inmoral. Estar a favor de las mujeres del islam, esclavizadas por una ideología nihilista; estar a favor de los palestinos, tanto que estoy en contra de que los usen para la muerte; estar a favor de los tratamientos democráticos de las causas legítimas, pero no del terrorismo, esto es moral. Y cuando la izquierda sale a la calle y en nombre de la libertad defiende tiranías, dictadores y terroristas tiene una actitud profundamente inmoral.
-Usted proviene de la izquierda y ahora critica a ese sector
-Sigo siendo de izquierda, pero me parece que hay una izquierda antimoderna y reaccionaria. En este país y en el mío. La única diferencia es que en mi país no la subvencionamos. Aquí me parece que sí. En mi país combatiríamos a los piqueteros. No puedo entender cómo la izquierda inteligente y sensata de este país puede tener vínculos con la izquierda reaccionaria, antimoderna y perversa que también existe aquí, como por ejemplo los piqueteros o la gente como Quebracho. No lo entiendo.
-Sin embargo, se sigue definiendo como una mujer de izquierda.
-Sí. Yo me crié en una familia profundamente antifascista, vinculada desde siempre con la lucha por la libertad. Soy una líder feminista. Formo parte de la sensibilidad de izquierdas de mi país. No caben dudas de esto, pero combato profundamente la izquierda reaccionaria que se enamoró de Stalin, de Castro, la que está ahora enamorada de Chávez... Se enamoran permanentemente de monstruos. Es profundamente antimoderna y antioccidental, y por eso se encuentra cómoda con el islamismo. Por eso salen juntos a la calle Quebracho y Hezbollah.
-¿Usted recibió amenazas?
-Sí, en España.
-¿Tiene alguna protección?
-No. Creo que aún puedo permitirme estar tranquila, y no quiero pensar en estos temas. Lo cierto es que posiciones que a mí me parecen morales, de recuperación de los principios fundamentales, resultan sospechosas. En cambio salir a la calle y decir "viva Irán", como hizo el señor Chávez o como lo dice determinada izquierda, resulta que esto es ser solidario, políticamente correcto y progresista. Pero ¿en qué mundo vivimos?
-Israel y el Líbano están formalmente en una tregua. ¿Cómo cree que continuará este conflicto?
-Creo que esta tregua es para ganar tiempo. Y, aunque tarde, he llegado a la conclusión de que nunca hemos estado cerca de la paz en 50 años. Nunca. Y no sólo porque Israel a veces no ha querido y a veces lo ha complicado, sino también porque los interlocutores de Israel nunca quisieron aceptar una democracia en medio de un mundo que estaba sometido a dictaduras. No creo que podamos resolver el problema con Israel si no resolvemos primero el problema con el islam. Israel no está fuera de la coyuntura internacional, en la que una ideología de base totalitaria está seduciendo a mucha gente del mundo islámico, hipotecando el futuro, creando un discurso victimista y de martirio, antioccidental y antisemita. Con todo esto circulando entre miles de millones de personas, es muy poco probable que se resuelva el tema de Israel. Creo que el mundo tiene un problema mayor, que es el terrorismo de base islámica, que actúa en Israel, pero también en el resto del mundo.
-¿La ONU debería tener un papel más protagónico?
-La ONU es la mayor inmoralidad de estos tiempos. Nació para preservar el derecho internacional, pero no la veo haciendo eso. La veo blanqueando dictaduras: en su seno hay más de cien. No ha habido nunca una resolución contra Sudán, nunca contra la esclavitud de la mujer. ¿De qué nos sirve la ONU para defender los derechos humanos? Me parece una organización muy poco creíble; creo que es esclava del mundo islámico, que tiene un gran poder económico y que no hará nada que no sea bien visto por ese mundo.
-Usted suele afirmar que la mujer tiene mucho para aportar en los conflictos internacionales. ¿Cómo describiría ese aporte?
-La incorporación masiva de la mujer al ámbito de la sociedad, la empresa, la política y los medios ha agregado el valor de la inteligencia emocional, que, creo, es un valor revolucionario. La mujer nunca olvida las emociones y los sentimientos por los que defiende las causas. Y cuando es una empresaria crea un buen clima, incorpora elementos del lenguaje en el debate. No en vano la mujer ha administrado históricamente a la familia, el ente más complejo. Además de la inteligencia emocional, la mujer incorpora las sensibilidades fundamentales que tienen que ver con la vida. Cuando la mujer llega masivamente a la política, las políticas que tienen que ver con la vida y la educación adquieren mucha fuerza.
- Actualmente, una mujer, Condoleezza Rice, ocupa un cargo decisivo en las intervenciones bélicas estadounidenses. ¿Representa ella este tipo de feminidad al que usted se refiere?
-Desde luego, ha habido mujeres en la política con perfil muy masculino, desde Golda Meir hasta Margaret Thatcher. Han sido mujeres pioneras en momentos muy difíciles de la historia y que nunca encontraban su punto de equilibrio: si eran fuertes eran consideradas hombrunas; si eran muy inteligentes se las veía como histéricas; si eran brillantes eran ambiciosas. Ahora el país más relevante del mundo en muchos niveles, los Estados Unidos, tiene dos mujeres que pueden ir a la presidencia: Condoleezza Rice y Hillary Clinton. Si llegaran a competir, si ocurriera esto, yo me haría americana sólo para votar por una de ellas.
-¿Por cuál de las dos votaría?
-Rice se enfrentó al racismo del Sur, en su sociedad natal, y consiguió ese cargo en los Estados Unidos siendo mujer y negra, una doble fragilidad y discriminación. En la política, incorporó a un cargo muy complicado una sensibilidad femenina extraordinaria: desde que está en ese cargo llama cada semana al presidente de Israel para hablar de todo, del tiempo, de cómo van sus vidas, de qué hacen sus hijos. De manera que creo que hay mucha distorsión de su imagen. Es una mujer que me gusta mucho. En el terreno de lo social, está cerca de Hillary Clinton, que también me gusta mucho y a quien votaría si se enfrentara en unas elecciones con Rice. Siento una gran admiración por la Clinton porque fue la primera abogada en los Estados Unidos que plantó una legislación que defiende a los niños por encima de los padres.