Soledad Quereilhac: ciencias ocultas, peronismo y taekwondo

Mucho antes de que Axel Kicillof fuera ministro de economía de Cristina Kirchner, Soledad Quereilhac decía que su marido era “economista, pero marxista”, probablemente para que nadie cayera en el malentendido de confundirlo con un economista de la Escuela de Chicago. Igual que el del actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, el itinerario profesional de Quereilhac es el típico de un académico de la Universidad de Buenos Aires, con las publicaciones con referato y las participaciones en congresos. Nacida en 1975, se licenció en Letras en 2002 con un promedio de 8,73, y obtuvo en 2010 el doctorado con una tesis sobre las ciencias ocultas y la literatura fantástica en la Buenos Aires “de entre-siglos”, el mismo tema por el que figura como investigadora del Conicet. En la Facultad de Filosofía y Letras, es docente en las cátedras de Literatura argentina II (la misma materia de la que fue Beatriz Sarlo titular) y Problemas de Literatura Argentina. Además de la academia, despunta otra pasión: es cinturón negro de taekwondo.

En 2016, publicó Cuando la ciencia despertaba fantasías. Prensa, literatura y ocultismo en la Argentina de entresiglos, un libro que era en realidad la tesis de doctorado con un nuevo título y encuadernada. Salió en la editorial Siglo XXI, la misma que publica los ensayos de Sarlo y que dirige Carlos Díaz, el intermediario en el ofrecimiento de la vacuna.

Quereilhac colaboró en LA NACION en la sección de reseñas bibliográficas, desde 2002 hasta 2017 (su última nota, publicada el 14 de mayo, fue el comentario de la novela Circuito de memoria, de Raúl Castro), primero en el suplemento literario, posteriormente en ADN Cultura (a cuya fiesta de lanzamiento en el Hotel Alvear asistió con Kicillof) y por fin en Ideas. Sus gustos literarios se inclinan al realismo.

Con Kicillof se conocieron el 20 diciembre de 2001, en las protestas del centro de Buenos Aires, pero están juntos desde 2004. Tienen dos hijos: León y Andrés.

Aunque dice que procede de una familia antiperonista, no le disgustaba, aun antes de que su marido fuera funcionario, definirse como “medio peroncha”, tal vez como saludo a su abuelo materno que fue capitán del barco en la gira de Eva Perón en Europa y que guardaba como reliquia una foto firmada por ella.