
Un recorrido por la mirada reflexiva de Carlos Gorriarena
Exhiben 42 pinturas y 26 dibujos del recordado artista, fallecido en enero último
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El color vibrante; el interés por el proceso de pintar; el retrato irónico de los poderosos; la preocupación por describir la intimidad: todo eso combina y sintetiza la pintura del maestro argentino Carlos Gorriarena.
Desde ayer y hasta los primeros días de diciembre, una selección de sus obras se expone en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Muntref), acompañada con la edición de un libro. Gorriarena. Itinerarios 1957-2007 reúne 42 pinturas y 26 dibujos que recorren su producción, además de fotos y recortes que usaba como disparadores para sus obras, bocetos con indicaciones de colores y construcción de espacios, y estudios que preceden a las pinturas.
"La clave de la muestra es que trabaja itinerarios de la mirada del pintor. Se trata de exponer el proceso creador, que fue una preocupación presente en todas las etapas de su obra", comentó a LA NACION Diana Wechsler, curadora de la muestra y conocedora al detalle de los caminos estéticos de Gorriarena, maestro y amigo entrañable, que falleció en la localidad uruguaya de La Paloma el 16 de enero último.
Una obra en otra
Reunir en un mismo espacio las obras y los ensayos para llegar a ellas tiene la intención de "mostrar al público citas de una obra en otra, analogías, relaciones entre los bocetos y las pinturas", dijo Wechsler.
Es una opción leal al modo en que Gorriarena concebía su pintura. Sus figuras humanas sinuosas, en colores siempre vibrantes, está hecha de una reflexión profunda sobre los colores, la construcción del espacio y las posibilidades expresivas de cada material.
"Lo propio de Gorriarena es la intensidad del color, que recorre toda su obra, pero también el hecho de que encuentra la figuración desde la concepción abstracta de los elementos plásticos", apuntó Wechsler.
Nacido en Buenos Aires en 1925, Gorriarena estudió desde muy joven con tres grandes artistas: Lucio Fontana, Antonio Berni y Demetrio Urruchúa. Comenzó a exponer en 1949 y su obra fue premiada dentro y fuera del país: expuso en Brasil, Canadá, Noruega, Italia y Ecuador, entre otros. Con el regreso de la democracia, en 1983, reabrió su taller, que funcionó hasta su muerte.
Dueño de una figuración potente y expresiva, no abandonó nunca sus primeros pasos en un expresionismo más abstracto. A pesar de que la figura humana es tema recurrente en su obra -tanto para representar ácidamente el poder y sus abusos como la frivolidad de la vida contemporánea o el desnudo íntimo de una pareja-, la preocupación por la forma, el color y el espacio no lo abandonaron nunca.
Por eso, la muestra -que las autoridades del Muntref habían imaginado inaugurar con su presencia- está organizada en tres espacios. El primero, referido al modo como el artista pintó el poder y los poderosos; la segunda, centrada en la problemática del espacio; la tercera, en las dimensiones de la intimidad y el encuentro con el otro, a través de desnudos.
"Su pintura es una caja china, en la que detrás de una primera mirada hay siempre otras lecturas posibles", describió Wechsler. La muestra se puede visitar de lunes a sábado, de 11 a 20, en Valentín Gómez 4828, Caseros.
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