Una vida en clave
TCHAIKOVSKY Por Nina Berberova (Taurus)
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LA figura de Chaikovski ha despertado en unos una admiración incondicional y en otros ciertas reservas que se refieren tanto a las vicisitudes de su vida personal como al real valor estético de sus creaciones.
Junto al músico que dio al mundo El lago de los cisnes, la obertura de Romeo y Julieta, Eugene Onegin, seis sinfonías y los conciertos para piano y orquesta, convive un personaje enigmático, cuya misantropía era apenas una máscara para ocultar una homosexualidad que para la intelligentsia rusa, según la autora, no constituía un misterio, "ni secreto ni misterio, pero que no se podía abordar a la ligera".
Nina Berberova leyó la abundante documentación que las Ediciones del Estado de la ex Unión Soviética habían publicado sobre Chaikovski en la década del 30. Memorias, correspondencia y diarios íntimos fueron así considerados con espíritu crítico, apartándose del prejuicioso argumento ad hominem. La autora enriqueció ese patrimonio testimonial con entrevistas que realizó en París hace varias décadas, cuando vivían aún personajes que en su juventud habían conocido y tratado personalmente a Chaikovski. Entre otros, conversó con los nietos de la misteriosa protectora que tuvo el músico durante una larga etapa de su vida, Nadezhda von Meck.
Apasionada por un género que tuvo cultores ilustres en este siglo, como Emil Ludwig, Romain Rolland o Stefan Zweig, Berberova define su propósito: no abordar al compositor desde la óptica musicológica. Ausculta hábilmente el diálogo interior del músico, penetrando en su neurosis, con relatos y anécdotas protagonizadas junto con artistas de la época, con sentido de síntesis periodística. Exiliada a causa de la Revolución de 1917, trabajó en un periódico ruso en Francia y en la década del 50 publicó por capítulos esta obra en las ediciones dominicales de un diario parisiense.
Nacida en San Petersburgo en 1901 y fallecida en 1993 en Filadelfia, Estados Unidos, la autora es una auténtica conocedora del alma rusa, y su visión resulta muy idónea para abordar la compleja personalidad de Chaikovski, así como para echar por tierra el argumento de la presunta muerte por suicidio inducido por allegados al zar para ocultar aspectos de su vida privada considerados "inconvenientes". El asunto figura en el gran Diccionario Grove de la música, pero resulta significativo que la Oxford University Press desistiera de publicar, hace algunos años, un libro que trataba sobre el tema.
Fuera del Grupo de los Cinco, fundado por Balakirev con miras a un arte nacionalista, el arte de Chaikovski floreció bajo la mirada no siempre simpática ni grata de sus componentes, entre los que figuraba César Cui, crítico acerbo de sus obras. Sin embargo, su orientación "europeizante" no desnaturalizó su alma, esencialmente rusa, que aflora en sus obras por una estilización de la canción folclórica. Su genio ganó gran popularidad al dar expresión a la idea lírica; la hermosura de su línea melódica confirió a su música un encanto permanente, y se impuso sobre sus contemporáneos.
El libro contiene, asimismo, valiosas reflexiones sobre su concepción musical, el insight del proceso creador, que tornan sumamente interesante su lectura.
También son esclarecedoras las referencias a la "música de programa" (un programa subjetivo, por cierto), en relación con la Cuarta sinfonía, por ejemplo, y, en respuesta a una inquietud planteada por su mecenas Nadezhda von Meck en la abundante correspondencia que mantuvieron durante muchos años, sus vivencias sobre la inspiración y su credo estético ("Es un proceso puramente lírico, una confesión del alma"). Indudablemente, esta correspondencia es un documento importante por su valor musicográfico y como testimonio psicológico del compositor. En ella, Chaikovski confiesa no haber conocido nunca "la plenitud de la felicidad en el amor"; sí, en cambio, "toda la terrible violencia de ese sentimiento". Su música responde a ese interrogante y para ello, bastarían la Obertura Francesca da Rimini o la Sexta sinfonía (Patética), verdadera síntesis postrera de su vida.
La edición amplía la francesa original con un apéndice informativo y didáctico, preparado por el traductor, Santiago Martín Bermúdez, con una actualización de la discografía reciente -de más fácil obtención- y de sellos con distribución oficial en la Argentina. El apéndice bibliográfico tiene varios niveles de acceso informativo para diferentes tipos de lectores. También contiene un apéndice discográfico de los músicos que formaron el Grupo de los Cinco (Balakirev, Mussorgski, Borodin, Rimski-Korsakov y César Cui), a cuyos miembros se refiere Berberova con agudas observaciones, narraciones breves y colaterales que enriquecen anecdóticamente la obra. (277 páginas).
Héctor Coda
(c)
La Nacion




