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Retener el Campeonato del Mundo en forma contundente debiera ser suficiente para dejar al noruego Magnus Carlsen en un lugar de excelencia y admiración. Así lo es, pero también surgen algunas dudas si un experto aplica la lupa sobre determinados detalles.
Los continuos errores en que incurrió su rival, el ruso Ian Nepomniachtchi, deslució un tanto su triunfo. Da la sensación que otros jugadores hubieran presentado más batalla. Y el propio Carlsen pareciera relativizar un poco este logro cuando señala que podría no defender su título en el próximo ciclo.
Es cierto que ser campeón mundial no es tan importante como lo era antes. Ahora es más importante ser el primero del ranking. También podría considerarse como más valioso ganar los torneos más fuertes, aquéllos que congregan a los mejores. Después de todo, ganar el Campeonato del Mundo es sólo ganar un match contra un determinado jugador, que habitualmente ni siquiera es el segundo más fuerte. El desafiante alcanza su rol al ganar el Torneo de Candidatos, muy fuerte, pero un solo torneo.
Por eso Carlsen dice que prefiere enfocarse en otros objetivos, y agrega que habría que reducir el tiempo de juego y darle más valor al Campeonato Mundial de partidas rápidas, donde él también es el mejor indiscutido. Sin embargo, aquí acaba de tener una decepción: lideraba el Mundial en Varsovia a falta de pocas rondas para el final y tenía una partida a priori sencilla contra el uzbeco de 17 años Nodirbek Abdusattorov, pero al adolescente no lo arredró jugar contra el campeón, lo sorprendió con su energía incesante y le ganó partida. Y Abdusattorov no sólo le ganó a Carlsen, sino que empató el primer puesto con Nepo y luego lo derrotó en el desempate y ganó el mundial. ¡Con sólo 17 años!
Carlsen había dicho que solamente se sentiría motivado para defender su corona si el desafiante fuera Alireza Firoudza, de 18 años, actual número dos del mundo, y la principal amenaza para el noruego. Pues ahora le ha salido un nuevo rival incluso un año menor. Y son muchos los jóvenes de la era digital que están progresando a pasos agigantados con la técnica aprendida de las computadoras.
Carlsen ha dominado el ajedrez con puño de hierro durante diez años y todos sus habituales rivales le temen y él los conoce muy bien. Pero los que lo van a jaquear ahora tienen menos de 20 años, y amenazan ser no uno o dos, sino una jauría.