Dazzan, a 25 años de su gran día
Radicado en Italia, el argentino recuerda su conquista en el mundial juvenil; sus alegrías y las tristezas
lanacionarEl 25 de junio de 1975 quedó marcado en la historia del ciclismo nacional quizá como su fecha más gloriosa. Aquel día, en Lausana, Suiza, el argentino Octavio Dazzan se consagró campeón mundial juvenil de velocidad, luego de vencer en los matches finales al alemán Scheller.
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Se cumplieron ayer 25 años de aquella epopeya. Su autor recibió la llamada telefónica de La Nación , en su casa en Settimo Torinesse, en Italia, y comentó sus sensaciones de aquel momento y su estado actual.
"Son muchos los años que pasaron. Fueron momentos muy lindos, inolvidables, que dejaron una marca en mi corazón. Fue algo que en aquel instante estuve esperando con ansias. Luego de mucho sacrificio, llegó la victoria más linda de mi vida", afirma, con voz ronca, Dazzan.
Pero aquella obtención también pasó por momentos críticos: "Me caí en los octavos de final y lo sufrí bastante, pero siempre puse mucha fuerza para progresar y eso me ayudó. Me quedó la satisfacción de haberlo superado", confiesa.
Claro que los reconocimientos de aquel entonces están ahora en el olvido: "Siento mucha amargura. No me gusta decir que la Argentina no me dio nada, pero sólo se acordaron de mí en el momento del triunfo. Entonces, sí, me fueron a buscar al aeropuerto en autobomba. También recuerdo que el gobierno de turno -era presidenta María Estela Martínez de Perón- me prometió un departamento para coronar mi esfuerzoÉ pero todavía lo estoy esperando", dice sin resentimientos.
A pesar de ser un ganador nato, Octavio Dazzan también vivió frustraciones: "En 1976 quería ir a los Juegos Olímpicos de Montreal. Pero como estaba la dictadura, no se podía salir a la calle y no podía entrenarme. Entonces, decidí partir rumbo a Italia. Me nacionalicé, pero el equipo italiano ya estaba formado y sólo pude viajar como representante de la delegación. Me quedó el sinsabor de no poder competir", cuenta, con un dejo de dolor en la voz.
Su vida continúa en la península, donde Dazzan, de 42 años, vive con su esposa, Nadia, y sus hijos, Vanesa, de 16, y Davide, de 8. "El más chico ya empieza a correr en bicicleta y me ganó varias carreras. Y ahora, en su categoría va invicto. Esperemos que la pasión le entre y que siga. El ciclismo de hoy es muy difícil", sostiene, seguro de que su hijo será un gran gladiador del pedal como lo fue él.
Aquel muchacho que comenzó a rodar en su bicicleta con los escasos consejos de su padre y una gran cuota de coraje. "La parte táctica la aprendí solo", menciona con orgullo uno de los más grandes ciclistas de la historia nacional.
Pero enseguida su voz se trunca. El autoexilio siempre deja sensaciones, y él, aún afuera, las vive: "Desde lejos siempre se extraña. No sé, se siente una angustia extraña, como si un montón de cosas y vivencias se te pegaran en el esófago y se quedaran allí colgadas. Son muchas las cosas que viví en la Argentina y me tendría que poner a escribir un libro..."
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