De a poco se fue cortando con el núcleo más afín a Hourcade
El mismo escenario y la misma situación. La historia se repite cada cuatro años. En la temporada previa a la Copa del Mundo de 2015, la UAR cambió el entrenador de los Pumas y el nuevo, Daniel Hourcade, le quitó la capitanía a Juan Fernández Lobbe para dársela a Agustín Creevy. Ahora, a 11 meses del Mundial de Japón, Mario Ledesma, que reemplazó en julio a Hourcade, esperó un torneo, el reciente Rugby Championship, para torcer otra vez el liderazgo del equipo: ya no lo tiene Creevy; ahora es el turno de Pablo Matera, a quien Ledesma había elegido para ese rol en Jaguares. ¿Es un cimbronazo en la interna del seleccionado argentino? No, pero sí una decisión poderosa y sorpresiva, cuyos motivos quedaron guardados bajo cuatro llaves en las entrañas del plantel.
Está claro que la caída ante Australia en Salta dejó secuelas todavía no superadas. Alguna pauta dio Gonzalo Quesada en la profunda entrevista publicada el domingo en la nacion: "Es difícil explicar qué pasó. Evidentemente viene de la gestión mental de los líderes". Y también quedó evidenciado a lo largo de la gestión de Ledesma y su staff en Jaguares y Pumas que se fue cortando de a poco con el núcleo más afín a la conducción de Hourcade. El último hilo era Creevy. Ambos, exentrenador y ahora excapitán, además habían perdido respaldo en la punta de la pirámide del poder del rugby argentino.
Hasta estos dos últimos enroques, la capitanía de los Pumas había tenido una historia de sucesiones naturales. Lisandro Arbizu tomó el liderazgo cuando lo dejó Pedro Sporleder; Agustín Pichot lo hizo tras una lesión que dejó a Arbizu fuera de la Copa del Mundo de 2003, y Felipe Contepomi fue designado por Santiago Phelan cuando Pichot se retiró. Quizá la situación más abrupta se generó en 1977, cuando la dirigencia le quitó la capitanía a Arturo Rodríguez Jurado, lo cual provocó que muchos de sus compañeros se solidarizaran con el legendario back del SIC, algo que les costó una suspensión de varios años. Algunos de esos jugadores, Eliseo Branca y Daniel Baetti, por ejemplo, recién empezaban sus carreras en el seleccionado. Los marginados crearon el equipo Los Cimarrones. Pero aquellos eran tiempos amateurs, en que había otras cosas en juego, sin el dinero por medio.
En esta era superprofesional, los cambios de capitán en los seleccionados son más frecuentes que en otros momentos. En los clubes, al capitán los eligen sus compañeros. En los seleccionados, el capitán es una extensión del entrenador. Es su hombre de confianza. Ledesma se nutrió en ese esquema. E hizo en Jaguares el primer volantazo, cuando nombró a Matera en lugar de Creevy. Y también le sacó la subcapitanía a Martín Landajo. Luego prefirió no tocar nada en sus primeros pasos en los Pumas, pero ahora fue a fondo. Se avecina la ventana de noviembre, que será muy complicada y en la cual el equipo deberá recuperarse mentalmente de lo que pasó en Salta, y después, a la vuelta de la esquina, está la Copa del Mundo de Japón, con una primera rueda durísima.
Matera dio muy buenas señales en Jaguares, como las brindó también Creevy, aunque con otro estilo, en los Pumas. No hay dudas que el excapitán dejó su huella, además de su récord de test-matches en esa condición. Pero algo parecía quebrado en los últimos tiempos. Ledesma no anduvo con vueltas, fiel a su estilo frontal. Y en esta historia de capitanes, un dato revela cómo ha cambiado el rugby argentino: Matera, de 25 años, es el primer capitán de los Pumas que casi no ha jugado en la primera división de su club.
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