A 24 años de su Bombonerazo, Gallardo está a un paso de convertirse en divinidad
El partido estaba definido. Marcelo Gallardo tomó la pelota para patear el segundo penal de la tarde. El primero lo había convertido en gol Enzo Francescoli para el 0-1. Ariel Ortega había dejado de estatua a Mono Navarro Montoya para el 0-2. River iba derecho a ganar invicto aquel Apertura '94 con Tolo Gallego en el banco. César Luis Menotti sabía que su segundo ciclo en Boca finalizaría esa misma tarde pasare lo que pasare con el segundo penal del clásico. No le daba lo mismo al pateador. Engañó al arquero y decoró el resultado. Boca 0-River 3. Cuatro años después, en el Monumental, volvió a tener un penal a favor en un superclásico. Iban cero a cero. Borde interno del pie derecho hacia la izquierda del arquero. Oscar Córdoba le adivinó la intención y se lo rechazó. Boca iba derecho a ganar invicto aquel Apertura '98 con Carlos Bianchi en el banco. Marcelo Gallardo sabía que su ciclo en River estaba cerca del final.
Se fue a Mónaco al año siguiente. Regresó en 2003 para compensar con otras contrataciones como Matador Salas, Rolfi Montenegro, Nelson Vivas y Coco Ameli otra consagración de Boca en la Copa Libertadores, la tercera en cuatro años. La apuesta no funcionó. Hubo duelo directo en semifinales y Boca pasó por penales. No hubo remate para Marcelo en esa definición. Había sido expulsado en el partido de ida y antes de meterse en el vestuario le metió un arañazo a Pato Abbondanzieri. Más allá de algún titulo local (Clausura 2004), su segundo ciclo en el club terminó con menos impacto positivo que el anterior. Influyente en la salida de Mostaza Merlo en el verano de 2006 por haberle planteado su discrepancia respecto del estilo de juego, la barra le dedicó una bandera que lo trataba de "traidor y ortiba".
Volvió a Francia, esta vez al Paris Saint Germain. Al igual que Guillermo Barros Schelotto, pasó por la Major League Soccer, en el DC United de Washington. Coincidieron y se enfrentaron en abril de 2008 con victoria 2-1 del Columbus Crew de Guillermo. Regresó a River en enero de 2009 con Pipo Gorosito de entrenador. Dos golazos de tiro libre en sendos partidos ante Boca (ambos partidos terminaron 1-1 con goles de Palermo) no alcanzan para aprobar su tercer ciclo en el club con campañas que lo acercaron al descenso. Se despidió en mayo de 2010 sin jugar durante una derrota 1-5 ante Tigre en el Monumental. Con la goleada consumada en el primer tiempo, el entrenador Angel Cappa decidió no ponerlo. Curiosamente, Cappa también sería, un año después, el último DT de la carrera profesional de Guillermo en Gimnasia.
Cuando el mánager Enzo Francescoli pensó en Gallardo para reemplazar a Ramón Díaz a mediados de 2014, no se trataba de la vuelta ni de un prócer ni de un entrenador consagrado. Si bien Muñeco se había formado en el club y había salido campeón en dos de sus tres ciclos, no tenía aceptación unánime ni tampoco contaba con respaldo de gestiones anteriores como técnico. La consagración en Nacional durante 2012 no era un aval suficiente. Rápidamente despejó las dudas. Aquella primera versión del Transición 2014 sigue siendo la que más me ha gustado de este extraordinario ciclo: Barovero - Mercado, Maidana, Funes Mori, Vangioni - Sanchez, Kranevitter, Rojas - Pisculichi - Teo, Mora (Cavenaghi). ¡Cómo jugaba ese equipo! No te dejaba tocar la pelota por la cadena de pases cuando la tenía y por su asfixiante pressing cuando debía recuperarla. Insoportable. Llegó a 31 partidos invicto y, algo cansado por la dinámica del calendario, debió elegir entre la Sudamericana contra Boca y el Transición contra Racing.
Puso suplentes ante la Academia y metió todo contra el clásico rival. Ahí nació la leyenda con otro penal que esta vez vio desde el banco. Falta de Rojas a Meli. Gigliotti pateó como Muñeco en 1998. Barovero rechazó como Córdoba. Pisculichi le dedicó el gol decisivo. Gallardo atravesó esos días con mucho dolor por la muerte de su madre, a quien recordó durante la vuelta olímpica de la Sudamericana. La victoria ante Nacional de Medellin activó una serie impresionante durante dos años: Sudamericana, Recopa, Libertadores, Suruga, otra Recopa. Llegó a tener todos los títulos continentales vigentes hasta que Huracán lo eliminó en la semifinal de la Sudamericana 2015. Ya no brillaba como aquel comienzo pero nunca dejó de competir. Ajustó con el factor Ponzio delante de Kranevitter, clave en los duelos de visitante en el campeón de América. Le agregó el activo de la mística a un club históricamente marcado por los desencantos internacionales. Se ha enamorado tanto de los mano a mano que ha despreciado la competición local. Aun no la ha ganado.
Se transformó en el hecho maldito del ciclo Angelici, desesperado por un titulo con pasaporte. No sólo eliminó a Boca, sino también ganó cada titulo que había en juego en esos duelos directos. Entre Sudamericana '14, Libertadores '15 y Supercopa '18, su clásico rival no le ha podido meter siquiera un gol en cuatro partidos y medio. Su equipo llega bien a este choque de planetas. Esta versión es la más parecida a la del origen del ciclo. A 24 años de aquel momento feliz en la Bombonera, Marcelo Gallardo no será protagonista ni en el banco por una sanción. Aquel chico está a dos partidos de convertirse en divinidad. A nadie se le habría ocurrido cuando se paró frente a la pelota para patear ese penal.
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