A Boca hasta le duele el alma por recibir tantos golpes
El presidente Angelici está ausente, los barras habrían apretado a los jugadores, Ledesma fue liberado por el golpe en el ojo y hasta Orion estuvo en duda por dolores en la mano
Se desangra, le duele, la herida es profunda. Siente cada día que la realidad le cae encima como un látigo. Nadie se ocupa de cuidarlo. Está ahí tirado en un rincón, porque todos se olvidan de que están ahí por él. Por eso sufre Boca, por sus actores. Dirigentes, jugadores, hinchas, barrabravas... El pedido de pruebas de Juan Román Riquelme a cambio de mantener un contacto con los medios es apenas un detalle en una historia mucho más vergonzante en la que Pablo Ledesma y Agustín Orion terminaron a los golpes . Y no terminó allí la tristeza.
Es que tras el asado de anteanoche, la presencia de integrantes de la barra brava terminó por pintar un lienzo que sólo transmite oscuridad. No sólo les habrían dejado mensajes amenazantes a Pablo Ledesma y Agustín Orion, sino que habrían agredido a uno de los empleados de seguridad del club. Y como si fuese poco, el cuerpo técnico le dio a Ledesma un pequeño descanso por los golpes que recibió, y Orion estuvo en duda para jugar esta noche con Racing por los dolores que le aparecieron en la mano derecha.
El escenario que se presentó anteanoche no es más que la consecuencia de una institución que está sumida en el más profundo de los desgobiernos. Porque Daniel Angelici, el capitán del barco, el supuesto hombre fuerte, el que eligieron los socios para manejar el club, no sólo que dejó las explicaciones del caos de anteayer a dos de sus empleados, Riquelme y Bianchi, sino que se fue de la Bombonera en medio de una de las novelas más escandalosas de la entidad. Y en ese contexto, ¿puede sorprender a alguien que un grupo de barras se acerque al club para intimidar a los jugadores?
Esos barras, que se sienten con la facultad de ir a hablar con dos referentes del plantel, son los mismos que unas semanas antes habrían estado en algunas oficinas del club charlando con dirigentes. Por eso nadie puede asombrarse si estos mismos personajes golpearon anteanoche a un empleado de Boca, que tuvo que ser atendido en la enfermería del club por el dolor que sentía en un brazo.
Estos mismos barrabravas habían tenido la intención de hablar con Ledesma y Orion. Pero eso es apenas un detalle, porque como estos dos futbolistas no aparecieron, charlaron con otros dos jugadores muy importantes del plantel y les bajaron un mensaje contundente: "Díganles a esos dos [por Ledesma y Orion] que si tienen ganas de pelear los esperamos acá y se pelean con nosotros. Que se dejen de joder, porque están en Boca. Hay que ganar, porque si no se va a pudrir todo" .
El descontrol es absoluto, porque Boca tiene a un presidente que aseguró que no le temblaría el pulso para tomar la determinación de ponerle punto final al contrato de Bianchi o Riquelme, pero que no actuó en este escándalo, que está en silencio y que con su actitud deja a la institución desamparada.
Todas las imágenes le hacen daño a Boca, pero nadie puede medirlo. Porque Bianchi, el técnico más ganador de la historia del club, no debía quedar tan expuesto en el comunicado que anteayer brindó Riquelme, como tampoco es justo para él tener que soportar la falta de profesionalismo de Orion y Ledesma, que no supieron comportarse y fueron protagonistas de un papelón. Incluso, en la práctica vespertina de ayer, el entrenador estuvo cerca de 30 minutos charlando con el arquero sobre lo sucedido.
Pero eso sería apenas un mal menor, salvo que el Virrey le concedió algunos días libres (hasta pasado mañana) a Pablo Ledesma porque tendría muy lastimada la cara, especialmente alrededor de un ojo. El DT también evaluó extender el descanso a Orion, ya que el arquero presentaba algunas molestias en la mano derecha, producto de la pelea con su compañero. Es que los golpes entre los dos futbolistas habrían comenzado en la utilería para culminar en el vestuario.
Y en medio de este triste contexto, esta noche, Boca deberá jugar ante Racing, en Avellaneda. Será cuestión de ver qué sucede dentro del campo, porque al pobre club xeneize le duele el alma de recibir tantos golpes.
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