Boca ve a Carlos Tevez como un superhéroe
El N° 10 volvió rodeado de afecto y devoción en la victoria ante Quilmes por 2-1; lo mejor de su tarea estuvo en el segundo tiempo, con un tiro en el travesaño; después, se cansó

Carlos Tevez, más que un ídolo, parece un superhéroe en La Boca. Ya saldrá alguien a decir que lo vio volando por encima de la Bombonera o que en tal o cual pelota usó algunos de sus poderes. Otra cancha llena, esta vez con un partido de fútbol, se rindió en la bienvenida futbolística del N° 10 que volvió en el mejor momento de su carrera, sin importarle nada más que el traje azul y oro pegado al cuerpo, con capa invisible y forma de camiseta. Tanto se habló de él que muchos ni sabían contra quién jugaban los xeneizes. Eso sí, a nadie se le había escapado cada uno de los detalles que rodearon al Apache: a qué hora se despertó, qué desayunó, con qué pie bajó del ómnibus, quién caminó a su lado o qué cara puso cuando entró en el vestuario. La tarde perfecta estuvo al alcance, sólo que la pelota rebotó en el travesaño, único villano en esta historia. Faltó su gol, pero Boca le ganó 2-1 a Quilmes con una joya de Calleri y retuvo la cima. Claro que el tema de conversación fue otro porque la Tevezmanía renació pegada al Riachuelo.
El reestreno de Tevez en Boca fue bueno. Jugó como un N° 9 retrasado y aprovechó los callejones que le abrieron Palacios y Calleri. Entró bastante en contacto con la pelota, sobre todo en el segundo tiempo, cuando se vio su mejor versión hasta que le dieron las piernas. Buscó su gol con afán, aunque sin volverse egoísta en el último toque. No tuvo una zona fija y pateó casi todos los córners; el primero le salió mal y se fastidió con el pasto; por eso el segundo se lo dejó a Monzón. El grito quedó ahogado con un bombazo en el travesaño, tras un buen pase de Calleri. Unos segundos antes, el arquero Benítez le tapó otro tiro muy fuerte. Será la próxima. En Córdoba, contra Belgrano, o en Formosa, por la Copa Argentina. Él ya dijo que quiere jugar todos los partidos.
Lo que Tevez generó fue tan fuerte que hasta Maradona volvió a su palco en la Bombonera, donde colgaba el más puro sentimiento en forma de bandera: "Gracias por resignar plata por tu amor a Boca. Familia Maradona". Allí saludó una y otra vez al Apache. También a La Doce, que tuvo en el paraavalanchas a Rafael Di Zeo y a Mauro Martín. "Lo amo. Hay alegría si Carlitos está en la cancha", dijo Diego, al paso, ya cuando la suerte estaba echada.
En otro palco, unos metros a la derecha, la familia Tevez también se hizo presente con un mensaje directo al corazón: "Papi, volviste a Boca para seguir haciendo historia". Fueron los primeros lugares a los que se dirigió Carlitos cuando entró el equipo. Desde el túnel, él cerró la fila que encabezó el capitán "Cata" Díaz. La confianza bajó desde el coliseo por primera vez. Su gente volvió a ungirlo. "Que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar...".
No estuvo tan suelto en el juego durante los primeros momentos, pese a que rompió el hielo con un sombrerito que sacudió el estadio. Se notó que aún le falta adaptación a un juego que cambió demasiado desde su partida, en 2004, hasta ahora. El roce y la fricción lo sorprendieron cuando ni siquiera había calentado los músculos. Tuvo que trabar la pelota con fiereza y jugarse el cuerpo en el suelo. Los muchachos de Quilmes, en una situación totalmente distinta, no veneraron héroes ajenos, al menos, a la vista de la muchedumbre.
Sus compañeros lo buscaban, querían que se luciera. "Estamos contentos porque a Tevez se lo ve bien. Tomó una decisión que lo hace feliz. Eso se disfruta", dijo Pablo Pérez, con quien tuvo un par de encuentros interesantes. "El rendimiento de Tevez me dejó conforme, mostró toda su jerarquía. Me voy satisfecho, pero con el correr del tiempo va a jugar mejor todavía", analizó Rodolfo Arruabarrena. "En mi gol, el pase era para Carlitos, pero me quedó el rebote y, como no tengo zurda, hice la rabona", reconoció Calleri.
Se lo vio más cómodo y suelto en el segundo tiempo. Encontró los espacios y comprendió el desarrollo como ninguno. Fabricó jugadas y clarificó el panorama con pases punzantes y pausas medidas. Maduró en Europa. Fue el Tevez que todos querían ver: desacartonado y conectado a 220 voltios. Pero aún no está en la mejor forma y la energía no le alcanzó para los 90 minutos. Trató de disimular el cansancio y se recostó por un costado u otro. Siempre pidió la pelota. Hasta tuvo tiempo para bromear con los hinchas, cerca del alambrado, cuando pateó los córners desde la izquierda.
Tevez fue juego y categoría, pero también entusiasmo y contagio. Los compañeros se potenciaron con su presencia y los hinchas tuvieron una razón para sentirse más felices que antes. Otra vez tienen alguien a quien encomendarse en las difíciles y con quien sentirse identificados en las buenas. Porque Carlitos llevó a Boca por el mundo aun con otras camisetas. Lo hizo en Brasil, Inglaterra e Italia. Es más, por primera vez empiezan a desvanecerse los fantasmas del semestre pasado, sobre todo la dura eliminación frente a River, por la Copa Libertadores. Hay otra atmósfera y se nota en cada paso apurado de los vendedores ambulantes que venden fotos como si fueran estampitas. Tan grande es el entusiasmo que el presidente Angelici, pese a las frustraciones deportivas, entre los suyos, se entusiasma con la reelección después del respaldo mediático del jugador emblema. Tevez es un planeta propio dentro de otro: Boca.
Al hombre de mundo le habrá costado conciliar el sueño. Ya no está en Juventus ni juega la Liga de Campeones. Entrada la noche, vía Twitter, llegó el pase más preciso para todos sus compañeros, acompañado por la foto del plantel después de la victoria. "Gracias a todos por hacer mi sueño realidad!!!", se leyó en @carlitos3210. Tenía la ilusión de un chico.
El anonimato no iba con este superhéroe. Tevez, puro carisma, saludó por enésima vez y, en retirada, cuando dio la espalda, la camiseta reveló su verdadera identidad, justo debajo del N° 10: "Carlitos".
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