El alma intacta: el Boca de siempre volvió y se clasificó
El conjunto de Carlos Bianchi volvió a demostrar que, más allá de ciertos bajones, mantiene el espíritu: en Belém, tuvo coraje y buen fútbol para vencer a Paysandú por 4 a 2 y avanzó a los cuartos de final; Barros Schelotto, soberbio
BELEM, Brasil.- Si a Boca le hacía falta renovar el crédito luego de algunas flojas actuaciones, anoche tuvo una de esas performances que entusiasman a cualquiera. De esas que vuelven a recordar que la sociedad azul y oro con Carlos Bianchi le rindió enormes frutos en el pasado. Y quiere seguir de esa manera. Tuvo temple, inteligencia y buen juego para derrotar con claridad a Paysandú por 4 a 2 y conseguir el pase a los cuartos de final de la Copa Libertadores.
Lo logró nada menos que en Brasil, ante 56.000 espectadores que colmaron el Mangueirão. Guillermo Barros Schelotto fue el abanderado del fútbol y la fortaleza para llevar adelante a su equipo. Y esa demostración de guapeza lo conduce Boca hasta la siguiente etapa, en la que se enfrentará con Cobreloa, primero en Chile y luego en Buenos Aires.
El conjunto argentino concretó el negocio más conveniente para sus necesidades durante el primer tiempo. En una situación de paridad entre los dos equipos, fue Boca el que dominó el juego y le quitó fluidez a su rival. No fue superior, ni nada que se le parezca. Acaso la virtud más destacada haya sido la de saber aprovechar la ocasión más clara.
Fue a los 14 del primer período: Tevez le robó la pelota a Bruno en la salida de Paysandú, armó una gran jugada por la derecha y tiró el centro. En el área lo encontró a Barros Schelotto, que superó al arquero Ronaldo en segunda instancia.
Al conjunto brasileño se lo vio perdido. Quizá por la presión del público o por la expectativa que había generado su triunfo en la Bombonera.
Tras el descanso, Paysandú salió con más ímpetu. No tuvo mayor claridad para buscar el empate, pero sí más fuerza,otra decisión. Y empezó a merodear el arco xeneize. La igualdad llegó temprano, a los siete minutos, cuando Lecheva convirtió un golazo al ángulo superior izquierdo de Abbondanzieri.
Sin embargo, aquel que pensó que en esa situación adversa Boca se achicaría, se equivocó. Este equipo no tiene el brillo de otras épocas, pero sí la misma guapeza. No se apagó el conjunto de Bianchi.
A partir de allí, Guillermo Barros Schelotto se erigió definitivamente en el estandarte. Fútbol y desfachatez para calzarse el traje de protagonista. Primero, para armar una jugada fantástica y cederle el gol a Marcelo Delgado.
Ese golpe lo dejó groggy a Paysandú. Sin reacción. Fue todo a pedir de Boca desde entonces. Porque con la compañía de Tevez y Delgado, fue el dueño de todo. Volvió a pegar duro en dos ocasiones, con sendos penales convertidos por el Mellizo.
El oponente ya estaba knock-out. Llegaron las expulsiones y hasta ese gol en contra de Burdisso. Ya nada importó: Boca volvió a sentirse ese mismo equipo que ganó dos Copas Libertadores de la mano de Bianchi. Y les demostró a sus potenciales adversarios que este plantel siempre da pelea. Una advertencia para el resto.
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