La mirada crítica del Bichi: "Si tenés un gran jugador de 10 años hay que matar al padre"
Un repaso de Borghi por varios temas: la presión de los padres con los nuevos talentos, la educación en la Argentina, la vida en Buenos Aires y Sampaoli
Instalado en Santiago, sólo de vez en cuando Claudio Borghi camina las calles de Buenos Aires. Se quedará hasta el domingo para reencontrarse con familiares y cumplir con compromisos sociales. Sin dejar de sentirse argentino, su mirada es la de un visitante, la de alguien que va descubriendo imágenes y sensaciones a cada paso. Y su última y más reciente impresión lo tiene un tanto decepcionado.
“Vengo a la Argentina y veo como 20 cortes de calles por los piquetes. Y nadie hace nada. Los que cortan las calles piden unas regalías, creo. ¿La solución es pagarles para que levanten los cortes? Es una extorsión normalizada. El otro día fuimos a hacer unas notas en la calle y los policías me preguntaban: ‘Bichi, ¿cómo funcionan en Chile los piquetes?’ Les contesto: el Gobierno les reserva unas vías a los manifestantes, son carriles exclusivos por los que pueden marchar, pero no se te ocurra cortar las calles que están liberadas. ‘¿Y si las cortan?’, me preguntan. Te cagan a palos. Los demás también tienen derecho a circular. Manifestate, de acuerdo, pero no me acampes en la Avenida 9 de Julio. Llegás a una ciudad como Buenos Aires que a mis compañeros chilenos les sorprende, con una arquitectura hermosa y una amplia oferta cultural y gastronómica. Fueron a esas jornadas Leer y Comer y se compraron como diez libros cada uno. Estaban maravillados. Pero también ves calles sucias, muchas rotas, con gente durmiendo en las veredas, eso da pena”.
–¿Por dónde creés que pasa el problema?
–Se vive sin normas, y los padres van criando así a sus hijos, no les dan ejemplos buenos. Hay poca educación, y no digo educación como una cuestión de aprendizaje. Para mí, el saber y la inteligencia son cosas diferentes. Con mis compañeros andamos haciendo notas por el partido y llevan una bandera de Chile. Y por la calle, chiquitos de no más de 10 años les gritan “chilenos putos, los vamos a matar”. Me quedé sorprendido. Ya no se trata sólo de un pelotudo grande, sino de chiquititos así (pone la mano a menos de un metro de altura del piso). Me quedé helado, les pedí disculpas a mis compañeros; ellos me dijeron que no le diera importancia, que no me hiciera responsable.
–A Jorge Sampaoli lo definiste como un gran entrenador, pero también como una persona sin ética. ¿Podés profundizar esas dos definiciones contrapuestas?
–Es buen entrenador porque saca resultados positivos. Los consiguió en la Universidad de Chile, en la selección, lo está haciendo en España. Y poca ética… Te pongo un ejemplo: ¿qué dirías si yo voy a La Nacion y me ofrezco a trabajar por la mitad de tu sueldo para quedarme con tu puesto? Eso lo hizo conmigo y está dispuesto a hacerlo con Barcelona. Él no espera que lo llamen, va a buscar. Eso, dentro de mi gremio, está mal visto. Como entrenador, no le quito méritos. Por eso divido. Como entrenador, de los mejores; como persona, tengo muchos reparos. Y hay entrenadores que consiguen buenos resultados y tienen ética. El Patón Bauza es un tipo con mucha ética.
–¿Habiendo vivido tantos años juntos en Chile no lo conversaste alguna vez con Sampaoli?
–Una sola vez me lo crucé, pero yo hablo con la gente que me interesa. Y Sampaoli está dentro del grupo de gente con la que no quiero tener ningún contacto.
–¿Hay algún futbolista de estilo parecido al Bichi Borghi en la actualidad?
–Yo no me considero una referencia como para decir fulano juega igual que yo. En la actualidad me cuesta encontrar jugadores diferentes a otros. Es como que están encapsulados y todos juegan a lo mismo. Tienen miedo a equivocarse; los forman así, la gente los pide así. Viendo partidos del fútbol argentino, los jugadores se pasan la pelota por miedo a tomar decisiones. Te la doy porque no quiero tomar riesgos. Es muy extraño ver a un jugador diferente en el torneo argentino. Todos tienen un perfil parecido. Y en Chile también cuesta mucho. En Unión Española (lo dirige Martín Palermo) hay un chico de 20 años, Aranguiz, que juega a algo diferente, pero creo que en uno o dos años se va a amoldar al resto. Ahora, cuando gambeteás, nadie te dice seguí gambeteando, te piden pará, tocala ahí. O sea, vos llegás a primera por tus condiciones técnicas y después las vas resignando.
–¿Responsabilizás a los entrenadores por eso?
–Los primeros, después hay varios más. Los padres, los hinchas. Mi teoría es que cuando vos tenés un gran jugador de 10 años hay que matar al padre, porque lo contamina demasiado al hijo. Le dice lo que tiene que hacer o cómo jugar sin haber sido nunca futbolista. La gente también influye mucho con su impaciencia.
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