Mario Balotelli y un espectacular show de goles en Turquía: hizo cinco tantos, uno de ellos con múltiple bicicleta y rabona

Luego de una extensa y explosiva carrera luciendo la camiseta de varios de los clubes más poderosos de Europa (Inter, Milan, Liverpool y Manchester City, entre otros), el italiano Mario Balotelli sacudió la liga de Turquía el año pasado incorporándose al club Adana Demirspor, donde firmó un contrato por tres temporadas a razón de 2,7 millones de euros anuales, más algunos bonos extra de acuerdo a su rendimiento. Algunos hinchas del equipo turco temían que la presencia de Balotelli quedara opacada por sus actos de indisciplina, pero poco a poco el atacante empezó a ganarse la confianza de todos.

A los 31 años, el jugador nacido en la ciudad italiana de Palermo había sido noticia en los últimos tiempos por acciones periféricas al campo de juego, más precisamente por un nuevo tatuaje que se realizó en el rostro, debajo de su ojo derecho: sus iniciales, MB, acompañado por el número 459, que trae consigo una historia personal.

En 2007, cuando tuvo su debut futbolístico con el plantel profesional de Inter de Italia, a Super Mario le ofrecieron elegir un número del 36 al 50, cifras que utilizan los jugadores que recién dan sus primeros pasos. Él escogió la número 45, con el argumento de que la suma de ellos da 9, la dorsal favorita de los atacantes. Quince años después, esa teoría se plasmó en su piel.

Pero en las últimas horas, Balotelli se robó la mirada de los amantes del fútbol por una actuación espectacular en la victoria por 7-0 de Adana Demirspor frente a Göztepe, por la liga local. Anotó cinco goles, pero uno de ellos, especialmente, fue estupendo y muchos ya creen que será candidato al Premio Puskas que entrega la FIFA. El galardón “se concede al futbolista que se dictamine que ha marcado el gol más relevante estéticamente, independientemente de la competición, del sexo del autor o su nacionalidad; y siempre que el gol no haya sido producto de la suerte o de un error, y que se haya caracterizado por su juego limpio”.

Balotelli se lució anotando un golazo por un doble motivo: porque lo hizo con una precisa rabona y, además, porque antes de esa creativa resolución mareó a un defensor haciendo la clásica bicicleta (pasar las piernas por encima de la pelota) siete veces. Balotelli enloqueció a toda la defensa de Göztepe y provocó el delirio del público de Adana Demirspor, que cerró la Superliga turca en la novena posición, con 55 puntos (15 victorias, 10 empates y 13 derrotas). El campeón fue Trabzonspor, con 81 unidades.

El delantero, que posee 36 apariciones y 14 goles marcados con la camiseta azzurra, finalizó en el segundo puesto de la tabla de artilleros en la liga turca, con 18 tantos en 2097 minutos disputados (un promedio de un grito cada 117 minutos).

Balotelli (y también el argentino Matías Monito Vargas) desembarcaron en Adana, la quinta ciudad más poblada de Turquía (2.100.000 habitantes), situada al sur del país a 85 kilómetros de las costas del mar Mediterráneo y célebre por su especialidad culinaria: los kebabs. Fundado por empleados ferroviarios, el Adana Demirspor ha estado desde siempre relacionado con la clase trabajadora y la izquierda política -sus hinchas se consideran “hermanados” con los del Sankt Pauli alemán y el hoy desaparecido Livorno italiano-, lo cual le garantizó un alto grado de fidelidad pese a los magros resultados de las décadas recientes. De hecho, es considerado el décimo equipo más popular de Turquía, por encima de muchos de los clubes que están consolidados en Primera División.

Con contrato en el club turco hasta mediados de 2024, Balotelli disfruta de su pasión por la pelota en un torneo de segundo nivel en Europa. “Me gusta Boca. Me gustaría jugar un día ahí. Si me llama Riquelme, yo voy”, sorprendió Balotelli, hace unas semanas, charlando con Sergio Agüero en un Twitch durante el partido entre Manchester City y Real Madrid por la Champions League. El tiempo dirá cómo se desarrollan los últimos capítulos de un jugador tan talentoso como impredecible.

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