River cada día juega mejor por el impulso de los volantes: el 1-0 a Unión, sin embargo, esconde otra realidad
En un Monumental otra vez repleto, venció sólo por 1-0, se mantiene en la cúspide y ya piensa en la Libertadores; este martes, con The Strongest, en La Paz
River se está convirtiendo en un equipo. Un equipo de volantes: marcan, llegan, tocan, convierten. El conjunto millonario, de a ratos, juega (muy) bien. Le falta pimienta, malicia en el arco rival: allí donde se definen las historias. El 1-0 contra Unión es un símbolo de todo lo que puede jugar... y todo o que puede sufrir, si el rival es algo más calificado. Sigue primero y, ahora, piensa en lo más grande: la Copa Libertadores. River prendió el motor, puso primera, puso segunda, puso tercera. Tiene potencial para volar. Por ahora, camina, corre. Y celebra.
Centro de Paradela, acrobacia en el aire de Nacho Fernández, en el arranque del espectáculo, desigual desde el primer suspiro. River ganaba con el peso específico de las individualidades y del juego colectivo. La jugada tuvo un prólogo que demuestra que el fútbol profesional debe estar atento a todos los detalles. La alcanzapelotas de ese sector actuó rápido: le dio el balón a De la Cruz, que sacó el lateral que derivó en el golazo. Nacho se lo dedicó a Delfina Lombardi, una pichona de crack de 17 años de las inferiores millonarias. La niña no podía más de la emoción. Esas historias también son parte de un partido de fútbol.
¡PIEZA CLAVE DEL PRIMER GOL DE RIVER! La bahiense Delfina Lombardi alcanzó rápido la pelota, Nico De La Cruz sacó el lateral y Paradela asistió a Nacho Fernández para el 1-0 vs. Unión. Así habló con #SportsCenter desde el Más Monumental. pic.twitter.com/biWQX2nyHA
— SportsCenter (@SC_ESPN) April 1, 2023
Debió convertir el segundo en alguna de las tres situaciones claras de la primera mitad, pero eso también es River hoy: un conjunto tan punzante como ineficaz, si se toman en cuenta llegadas y remates, disparos y efectividad.
River es un equipo en construcción. En construcción, primero, porque ser parte del recambio de una etapa que duró más de ocho temporadas (lógicamente exitosa, además), significa un doble trabajo. Superar los pergaminos pasados (los más grandiosos de la historia) y exhibir una nueva identidad, lleva tiempo, convencimiento, desvíos y confirmaciones. Es una tarea diaria, tal vez algo injusta: ante la primera guardia baja, se presenta el fantasma del pasado. En el inconsciente colectivo, siempre el pasado fue mejor.
Martín Demichelis acepta el escenario, toma la rienda del desafío con el fantasma de Marcelo Gallardo dando vueltas, de vez en cuando. Con deslices, con tropiezos, con errores de principiante al inicio (Enzo Díaz, en la zaga, Enzo Pérez sin una rueda de auxilio) y con un mundo de buenas sensaciones a través del tiempo. River es un equipo audaz, que se permite licencias en la defensa. Debería tener mucho más cuidado en las zonas bajas.
González Pírez es una grata sorpresa, como lo es Paradela en las bandas. Aliendro cubre más y mejor a Enzo Pérez, Nacho Fernández entiende el juego, aunque su respuesta física en los tramos finales es todo un interrogante. Beltrán, en las alturas, juega de Julián Álvarez: es el primer defensor, conmueve con su entrega arriba y abajo. Hay equipo. Todavía no es un buen equipo, ni un gran equipo. En el aprendizaje, River va. Enzo Francescoli, ídolo y manager, pegó un pleno con el Muñeco y avisa por el nuevo tiempo. “El equipo va de menor a mayor. Hubo un cambio de cuerpo técnico, se necesitaba un tiempo y ahora las cosas están bien. Hay que estar preparados por si hay una tormenta en el camino”, dice, como si se tratara de un padrino que ve las cosas que pocos quieren ver.
Esas tormentas pueden presentarse en la Copa Libertadores, una competencia más preparada para los “planteos inteligentes”. No siempre el golpe por golpe, que se desprende de su propuesta, es un buen augurio. “Es notorio que el fútbol brasileño tiene cierta ventaja, pero trataremos de pelearles. Hay que hacerse fuerte de local”, aclara Enzo, del triunfo casero en Núñez sobre Unión a la aventura en la altura. The Strongest, este martes, a las 19, en La Paz.
“No hubo un grupo de la muerte. Fue bastante parejo. Nos tocaron tres equipos fuertes. Siempre hay cosas que podrían ser mejores en un sorteo, porque tenemos que ir a la altura de Bolivia”, reflexionaba Francescoli, al mando (desde otro ámbito) de un conjunto que vivirá un mundo nuevo. River transformó su historia con Gallardo en el ámbito internacional.
Debió golear, antes y después de la infantil expulsión de Machuca (un cabezazo sobre Enzo Díaz), pero todo lo bueno que hace metros atrás, lo desperdicia en el área rival. Y ese puede ser un problema a futuro, sobre todo en el ámbito internacional, en la imaginación de los cruces directos. Los partidos se juegan en la mitad de la cancha, metros más, metros menos. En ese espacio, lo de River es muy bueno. Lo consiguió Demichelis: una formación de mediocampistas que van y vienen. Sin embargo, el fútbol se cotiza en goles. Y en el choque contra Unión, al menos, representa un mayúsculo llamado de atención.
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