Una película ya vista
Como ocurrió en el último Mundial, la Argentina quedó ubicada en la zona más difícil, con Holanda, Serbia y Montenegro y Costa de Marfil
lanacionarLEIPZIG.- Campeaba la emoción, con las imágenes de mundiales pasados y de viejos momentos de gloria argentinos. Abrumaba el impacto de un escenario colosal y una puesta en escena impresionante. Se extendía el asombro ante los trucos increíbles del ilusionista Hans Klok. Sobraban seducción, esparcida por la belleza deslumbrante de Heidi Klum, y admiración por un cortometraje de Wolfgang Becker que regocijó los sentidos. Parecía que a la vertiginosa mezcla de sensaciones que proveyó un show lujoso no le faltaba nada, hasta que se colaron dos que pocos esperaban y algunos temían: perplejidad e incredulidad por la suerte de la Argentina, a la que un llamativo capricho del destino le mostró la misma película que vio hace cuatro años.
Sucesivamente, las manos de Johann Cruyff, Pelé y la modelo alemana le encadenaron al seleccionado tres eslabones tan complicados para Alemania 2006 como los que enfrentó, sin éxito, en Corea-Japón 2002. Holanda, Serbia y Montenegro y Costa de Marfil serán sus rivales en el Grupo C del Mundial. No pasaron siquiera segundos hasta que en el enorme Halle 1 del Leipziger Messe se volviera a hablar del "grupo de la muerte", como en Busan, en 2001.
Faltaban cinco minutos para las diez de la noche cuando O´Rei extrajo la bolilla que mandaba al adversario más indeseado para la mayoría, Holanda, al choque con el equipo de José Pekerman. Llenó la sala uno de esos estallidos contenidos que mezclan sorpresa y alivio, según el dueño. Ya se conocía el obstáculo africano y marchaba hecho un bollo hacia el cesto de residuos el rumor previo sobre que el destino "seguro" sería el Grupo D.
A esas alturas, que después haya cerrado el círculo la aparición serbia no hizo más que completar la certeza de que todo será bien difícil, otra vez. El programa establece que el equipo de José Pekerman debutará el 10 de junio del año próximo, en Hamburgo, ante Costa de Marfil; seis días después, en Gelsenkirchen, se medirá con Serbia y Montenegro, y el 21, en Francfort, jugará con Holanda. El 9, en Munich, Alemania y Costa Rica abrirán la Copa del Mundo. De esos mismos copones surgía un calendario bastante sencillo para Brasil (Croacia, Australia y Japón), un grupo de cuidado para Italia (Ghana, Repúbica Checa y Estados Unidos) y otra zona competitiva (Inglaterra, Paraguay y Suecia, acompañados por Trinidad y Tobago).
El grupo de la Argentina fue el primero en quedar completo, y desde que se conocieron sus cuatro integrantes, un murmullo general reemplazó al silencio atento que había envuelto al espectáculo hasta entonces, salvo por los aplausos para lo que surgía desde el escenario. Todo había sido digno de disfrute: más allá de algún imprevisto de los que siempre hay -como cuando se convocó a Franz Beckenbauer y demoró el mecanismo que le franqueaba el ascenso-, no hubo casi nada para perderse.
El pasaje más brillante fue el video de Becker, una catarata de creatividad con la que el realizador mostró lo que siente este país por el fútbol: en esas imágenes jugaron hasta las vacas y danzaron sobre el césped los chorros del riego, con el delicioso fondo del Bolero de Ravel ("Ballero", adaptación futbolística para el caso). La pelota habló en primera persona para relatar la historia de los mundiales, y al detenerse en 1986 dejó escapar una convicción íntima: "Maradona fue el gigante más pequeño que jamás me manejó. Fue tu mano, y no la de Dios. Fuiste mi más grande héroe desde entonces". Del estupor no escapó ninguno en el puñado de minutos que duró el número del mago Klok (¿cómo hizo lo que hizo?).
La Copa del Mundo pasó de las manos de Ricardo Teixeira, presidente de la Confederación Brasileña y su custodio hasta ayer, a las de Gerhard Mayer-Vorfelder, titular de la federación alemana, con Joseph Blatter como "estación neutral" intermedia. El escenario cambiaba de colores y cada tanto maravillaba con imágenes como el taquito de Riquelme segundos antes de su golazo ante Brasil, por las eliminatorias. Todo eso fue antes de que el azar le propusiera otra exigencia mayúscula a la selección. "Es un grupo horrible", se sinceró después Luiz Felipe Scolari, DT de Portugal. "Sin duda, el de la Argentina es el más difícil", admitió Carlos Alberto Parreira, entrenador de Brasil. "La nuestra y la de los argentinos son las zonas más duras", aseguró Aníbal Ruiz, conductor de Paraguay. Palabras dictadas por una lógica elemental, aunque en fútbol, se sabe, la teoría dura sólo hasta que se mueve la pelota.
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