Jon Rahm, el golfista vasco que juega a todo o nada y se inspira en Severiano Ballesteros
Quien sigue convencido de que el golf es un deporte aburrido, debería ver a Jon Rahm . El espectáculo está garantizado con este vasco gigantón que juega a todo o nada y que pega cada golpe inspirado en la memoria de Severiano Ballesteros. El último domingo volvió a convertirse en una bola de fuego: ganó de atropellada el Open de España y conquistó su quinto título entre el PGA Tour y el Tour Europeo, una irrupción en los circuitos internacionales que lo llegó a alzar hasta el 2° puesto del ranking mundial –ahora es 4°– con apenas 23 años.
Atento a sus rápidos logros, el golf mundial fijó los ojos en este fanático de Athletic Bilbao que le extrae el máximo provecho a sus 100 kilos y su 1m89 de estatura. Esa fortaleza no se traduce únicamente en su potencia con el driver, sino que además posee un excelente manejo de manos; es el típico jugador de "toque y sensación" de la escuela española. Y vaya si fue necesario ese atributo en el Masters, donde hace dos semanas se entreveró en la lucha arriba y volvió a mostrar su carácter volcánico con los hierros, hasta que se frustró dentro de su lógica de riesgo total. Pero nada que lo amilane o lo haga dudar para el futuro.
"De donde yo vengo, somos por lo general gente fuerte y confiada", apunta Rahm, que creció en Barrika, una ciudad de la costa vasca con 1525 habitantes. "Pueden llegar a ser un poco arrogantes, pero no creo que sea una de mis características", apunta el golfista que a los 8 ya iba a clubes de golf de la zona con sus padres y su hermano mayor, Eriz. Años después tomaron forma sus sueños de campeón, sobre todo apuntados a la coronación en algún Major. Se volvió profesional en 2016 y a partir de ahí, ¡pum! el gran estallido. "Voy aprendiendo. Nadie gana a la primera o a la segunda", afirma el graduado en Comunicación de la Universidad de Arizona, adonde había ingresado sin saber una palabra de inglés.
Su padre, Edorta, es un vendedor de la industria petrolera y adepto a los deportes extremos: escaló montañas y rocas, practicó paravelismo, paracaidismo y esquí de las altas montañas. Incluso subió varias veces el Monte Blanco, una de las montañas más altas de Europa. "Básicamente, mi papá hizo cualquier cosa menos golf", apuntó Rahm a la revista Golf Digest, en donde describió: "El tipo de deportes donde un error tiene consecuencias serias. Él es muy disciplinado y un gran competidor".
La madre de Rahm, Ángela, es una partera, devota del tai chi chuan y el alma sensible de la familia. "Ella siempre se interesó en qué estaba sintiendo yo, más que cómo me estaba yendo en mi carrera golfística. Toda la vida me dijo que su objetivo para mí es que fuera feliz. Me enseñó a preocuparme más por la gente y a ser amable en general. Creo que mi personalidad es lo mejor de ambos", contó el vasco, de quien hasta Jack Nicklaus habló maravillas: "Nadie en los últimos años llegó al primer nivel tan rápido como Rahm. Llegó, jugó bien, ganó muy rápido y sigue jugando de la misma manera", opinó el Oso Dorado.
El espectacular águila en el hoyo 8 del último Masters
With a chip-in eagle on No. 8, @JonRahmpga soars into the top five. #themasterspic.twitter.com/CEHPkJU0zn&— Masters Tournament (@TheMasters) 7 de abril de 2018
El primer gran impacto de Rahm en el PGA Tour se dio con el triunfo en 2017 en San Diego. En enero de este año revalidó su jerarquía en la máxima gira en La Quinta, California, triunfo que lo impulsó hasta el N° 2 del ranking. Mientras tanto, en el circuito del Viejo Continente festejó en el Abierto de Irlanda, en Dubai y ahora en Madrid, donde se batieron todos los récords de asistencia de público, con 47.218 personas durante los cuatro días. Por fin, sus compatriotas vieron de cerca al fenómeno Rahm, que había partido rumbo a Estados Unidos en 2012 para iniciar su ciclo universitario. Regresó y generó una revolución, en un país como España que sigue considerando al golf como un deporte elitista, en buena medida lo que sucede en la Argentina.
¿Puede este fortachón alcanzar el N°1 del mundo? No hay en el golf actual un dominador tan claro como lo fue Tiger Woods en su momento, y la cima del ranking viene siendo generosa: le dio espacio sucesivamente a Rory McIlroy, Jason Day, Jordan Spieth y Dustin Johnson, entre otros. Claro que puede, aunque algunos le aconsejan que temple su carácter y enfríe un poco su corazón para no arrebatarse, como le sucedió en la última vuelta del Masters, con aquel bogey en el 15 que frenó su persecución a Reed. Si se considera su capacidad técnica para pegar casi cualquier golpe y su temperamento ganador, ya está en las gateras para dar otro gran zarpazo en el circuito, incluso uno más grande.
Jon no tiene debilidades: cada parte de su juego es una fortaleza. Más que un buen jugador joven, creo que es uno de los mejores jugadores del mundo
En esta vorágine y aunque parezca una metáfora, Rahm tiene como coach mental a un ex desactivador de bombas que trabajó para la policía vasca durante 14 años. Lejos de tanto peligro, el trabajo de Joseba del Carmen se aplica ahora a los laberintos de la mente de su jugador: debe desactivarle nervios y ansiedades mediante el control emocional. "Hay que dejar un escape y soltar las emociones; eso hacemos con Rahm. Cada vez las exterioriza menos porque se entrena en ese tema, pero también, esa emoción es lo que le ha hecho estar ahí. No podemos olvidarnos de quién somos, de dónde venimos. Rahm es diferente, como Seve", le comentó Del Carmen al diario El País.
Algunos relacionan su físico fornido y su biotipo de jugador con el de Roberto De Vicenzo. Otros, muchos otros, lo encuentran como el sucesor perfecto de Ballesteros, sobre todo por esa rabia entre contenida y desatada que transmitía el cántabro dentro del campo, además de la garra y la energía que resultó el maná para que lograra tres Open Británicos y dos Masters, las cinco gemas entre sus 96 títulos en total. Rahm todavía es un aprendiz en este camino, pero ya en su natal Barrika evidenciaba esa sana testarudez. Quería ganar en todo lo que practicaba: en fútbol (era arquero), esquí, kung fu, canotaje, pelota vasca y hasta en algún juego de cartas con sus abuelos. "Jon es así de competitivo desde pequeño. Dice que quiere llevarse el Masters pero no se queda viendo la televisión. Cuando quiere algo, trabaja para conseguirlo", avisa su padre Edorta.
"Hasta cuando me voy al agua me aplauden; la repercusión es todo un orgullo", jura Jon, que se alimenta de su confianza para sacar esa fiera interior y perseguir más y mejores metas en el golf, aunque siempre al límite.
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