Lionel Messi sostiene a Barcelona en la Liga de España: hace más goles que la suma del resto de los delanteros
Lionel Messi se quedó en Barcelona a disgusto, contra su voluntad. Malestar que se incrementó cuando el club hizo cirugía mayor con Luis Suárez, su socio en la cancha y el amigo con el que compartía confidencias y gustos, y con Arturo Vidal, de quien apreciaba su fibra competitiva. A los 33 años, su juego había ganado en sabiduría, pero también ha resignado explosividad y ese punto de velocidad extra incontrolable durante tanto tiempo para los marcadores de todo pelaje.
Estaban dadas las condiciones para que la temporada de Messi se mimetizara con la traumática situación deportiva e institucional que degradaba a Barcelona. Transcurrido más la mitad del curso, cuando se acerca el momento de los balances, si Barcelona todavía da pelea es porque Messi se resiste a levantar la bandera blanca. Mérito también de Ronald Koeman, que supo gestionar al Messi más abatido y desencantado en los 20 años que lleva en Barcelona. Cercano, sin ser empalagoso, y firme, sin ser autoritario, el técnico holandés consiguió que Messi se sumara a la causa de reanimar a un equipo con los signos vitales por el piso.
Tras perder la final de la Supercopa de España ante el Athletic Bilbao, es probable que Barcelona complete la temporada sin ganar ningún título, como ya le ocurrió en el aciago 2019/20. La tiene muy difícil en los tres frentes competitivos. Pero no será por Messi si se queda con la miel en los labios.
Asistencia y gol para vencer a Sevilla
A la temporada de Barcelona le faltaba un golpe de autoridad como el que dio el sábado con el 2-0 a Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Al frente de ese partido reivindicatorio se puso Messi, que podrá no saber cuál será su futuro, pero sí tiene claro su compromiso y liderazgo actuales.
Una asistencia, un gol, muy enchufado todo el partido, una tarjeta amarilla como consecuencia de un foul por su voluntad para presionar la salida de Sevilla, otra infracción que el rival consideró que era merecedora de una segunda amonestación, cruces verbales con los adversarios. Messi puso fútbol y corazón para que Barcelona aumente la presión sobre un Atlético de Madrid que ya no es un líder tan holgado como semanas atrás.
La contribución de Leo es cuantificable en la Liga: sus 19 goles (tres penales) superan a la suma del resto de los delanteros. Una ecuación que no se daba cuando compartía la ofensiva con Suárez, y mucho menos con el célebre tridente que ambos integraron junto con Neymar. Los demás atacantes del plantel juntan 18 goles en total. El segundo en efectividad es Antoine Griezmann (6). Luego aparecen Ansu Fati (4), que desde principios de noviembre está en vías de recuperación de una lesión, Ousmane Dembelé (3), Trincao (3) y Martin Braithwaite (2).
Con dos partidos más, Barcelona quedó a dos puntos del Atlético de Diego Simeone, que este domingo visitará a Villarreal, antesala del derbi que el domingo 7 disputará ante Real Madrid. El conjunto de Zinedine Zidane, que el lunes se medirá con Real Sociedad, está a tres unidades del Atlético, con un encuentro más. La lucha por el título de la Liga España parece haberse reabierto, al menos incorporó una incertidumbre que no se avizoraba, cuando restan 13 fechas.
Mientras Messi siga siendo influyente y se ofrezca como guía, Barcelona tiene posibilidades de que su inestable temporada no derive prematuramente en un curso perdido. La situación no es promisoria, pero este sábado salvó el match-point en contra que hubiera significado una derrota. Hubiese sido el adiós a la Liga al quedar cuarto, detrás de Sevilla.
El rosarino se adaptó al nuevo esquema que dispuso Koeman, con tres zagueros centrales, Sergi Busquets por delante, cuatro volantes y dos delanteros, línea que compartió con Dembelé. Messi dio la asistencia para la corrida con desmarque del francés en la apertura del marcador, a los 29 minutos del primer tiempo.
Y el N° 10 se encargó de asegurar la victoria a cinco minutos del final, tras una combinación con el juvenil Ilaix Moriba, que había reemplazado al lesionado Pedri, cuya salida preocupa a Barcelona, lo mismo que la del zaguero Ronald Araujo, que reaparecía y solo estuvo 15 minutos en la cancha. El gol de Messi fue una síntesis de su implicación en el partido: intercaló gambetas con determinación para ir quedándose con rebotes. Técnicamente, no fue un gol puro, como acostumbra, pero llevó implícito el mensaje del coraje, en un momento en el que cualquier vacilación puede tener un efecto irreversible.
Messi marcó de manera consecutiva en los últimos ocho partidos de la Liga, en la que es el máximo anotador, con 19, tres más que Luis Suárez. Extendió su racha ante el rival que más lo padece. En 42 encuentros oficiales contra Sevilla, Messi suma 38 goles y 19 asistencias. Su racha de ocho encuentros en fila por la Liga es la tercera entre las mejores de sus carrera, que tiene como marca estratosférica los 21 cotejos seguidos con goles entre noviembre de 2012 y mayor de 2013.
Además de seguir prendido en la Liga, el 2-0 también es para Barcelona una motivación y una señal para el desquite del miércoles ante Sevilla por las semifinales de la Copa del Rey. Debe remontar un 2-0 en el Camp Nou. Piqué, que hizo sonar su voz crítica dentro y fuera de la cancha en los peores momentos, ahora ve que el equipo está en un momento bisagra: "Si el miércoles damos vuelta la serie con Sevilla, la temporada cambia por completo. A pesar de que no dimos la talla en dos partidos, llevamos un 2021 en el que se puede confiar". El optimismo puede ser justificado, aunque difícilmente pueda aplicarse al desquite con Paris Saint Germain por la Champions League, en la que necesita revertir un 1-4 en la capital francesa.
El otro partido crucial de Barcelona es en las urnas, con las elecciones a presidente del 7 de marzo. Según el diario Marca, Messi evalúa la posibilidad de renovar contrato si el candidato ganador le presenta un proyecto deportivo estimulante, al cual le asigna más importancia que a los términos económicos de su nuevo vínculo. Messi no habla públicamente de su futuro desde fines de diciembre, cuando en una entrevista con Jordi Évole dijo que no tenía nada decidido, que iba a esperar. Nunca volvió a ratificar la decisión de irse que mostró en agosto, cuando debió quedarse por una interpretación de su contrato que hizo el expresidente Josep María Bartomeu, con quien estuvo enfrentado. Lo poco que trasciende desde el entorno de Messi indica que no está dicha la última palabra, mientras en la cancha sigue gritando goles.
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