Matías Lammens: “Que San Lorenzo termine tercero o cuarto no es el fin del mundo”
El presidente del club de Boedo cree que hay que “bajar la dosis de locura y ansiedad en el fútbol argentino”, propone unir fuerza para evitar el robo de juveniles y se planta firme contra las sociedades anónimas
El mensaje es clarísimo, aunque encierra sus riesgos: Matías Lammens cree (¡y lo dice!) que no ganar no es "el fin del mundo". Y hace pedagogía en ese sentido con los hinchas de San Lorenzo . ¿Lo entenderán? El presidente cree que sí.
–El equipo tuvo un buen sprint cuando terminó 2017, pero ahora la diferencia con Boca es considerable. ¿Qué pasó en el medio?
–No exhibimos un buen arranque de año, sin dudas. Tuvimos un bajón aunque ahora despegamos un poco con la aparición de juveniles como Reniero y el resurgimiento de Barrios. Nuestra idea es que jueguen los chicos. Y lo utilizo como autocrítica, porque en cinco años ganamos muchísimo, pero no surgían los jóvenes. Sin la Copa Libertadores queremos apostar por ellos en la primera. Nos alejamos de la punta, pero creo que cuando se cierre el semestre vamos a tener buenas noticias.
–¿Sigue pensando que se le puede competir de igual a igual a Boca y River?
–Están un escalón arriba en cuanto a ingresos, sustentado fundamentalmente en la cantidad de socios. Y creo que la enorme cantidad de refuerzos rutilantes no siempre dan grandes resultados, y en algún punto lo estamos viendo en esos dos equipos. Contamos con menos recursos pero en todo este tiempo fuimos ingeniosos para pelearles.
–En la locura por los resultados, ¿cómo se le hace entender a los hinchas cuando un club está en transición?
–Son mensajes que los protagonistas tenemos que dar. Si conducís a una institución debés explicarles hacia dónde vas. En ese sentido, en San Lorenzo casi siempre peleamos por todo lo disputado. Y si en un campeonato nos toca quedar terceros o cuartos no tenemos que vivirlo como el fin del mundo. Lo importante es que el proyecto esté sano: que sigamos con 70 mil socios, que veamos que el club crece en obras y patrimonialmente. Hay que bajar la dosis de locura y ansiedad en el fútbol argentino. El éxito deportivo llegará de la mano de fortalecimiento institucional. Nosotros no hicimos ninguna locura porque no clasificamos a la Libertadores, lo que significó que tengamos dos millones y medio de dólares menos.
–Se habló de Heinze, Lavallén y Almeyda. ¿Por qué no cerraron con ninguno de ellos?
–Con Matías no llegamos a reunirnos. A los otros dos los veo muy buenos y capaces, aunque quizás no eran para este momento del club. A Biaggio le fue bien y nos inclinamos por él.
–¿Se va encauzando todo para que Romagnoli sea el manager?
–Me encantaría que trabaje con nosotros desde el lugar que él crea conveniente. Como manager lo podría hacer muy bien, sin dudas. Pero es su decisión, los tiempos para su retiro los tiene que manejar el Pipi. Si él decide no seguir jugando a mitad de año me encantaría que se quede trabajando en San Lorenzo.
–¿Cómo está la situación con el juvenil Francisco Bonfiglio?
–Estoy muy enojado porque nosotros invertimos 60 millones de pesos anuales en inferiores. Les brindamos contención en lo futbolístico y lo educativo. Tenemos psicólogos, nutricionistas, es una inversión integral. Que al padre le haya salido un trabajo "x" no me cierra como argumento. Porque al papá le ofrecen tres mil o cuatro mil euros y se llevan a un chico que dentro de algunos años podría valer millones de dólares.
–¿Estás más dolido con el padre que con el Villarreal?
–No, con el club también. Tiene que haber una normativa que proteja a las instituciones de Sudamérica. Lo hablé con Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol, y me dijo que hay que trabajar sobre el asunto y presentar una nota en la FIFA. Jurídicamente estamos atados de pies y manos. Pero me da muchísima bronca, tenemos 50 chicos alojados en la pensión y mañana aparece alguien que detecta a los mejores y te los quieren sacar. Bonfiglio había sido citado a las juveniles argentinas y ya lo habíamos subido a la reserva. No puede ser que por cinco mil euros venga un club y se lleve a un talento absoluto. Y si descubrimos una connivencia interna vamos a ser muy duros.
–¿Esto remarca también la distancia entre el fútbol sudamericano y el europeo?
–Absolutamente, y va a terminar peor. Se los llevan a los 14 o 15 años y la mayor parte de su vida adulta la pasan en otro país. Hasta emocionalmente podrían sentirse más identificados con el país que los adoptó, y ese sería un condicionante a la hora de elegir a qué nación representar.
–Esto afecta a la selección.
–Claro, por eso el reclamo es vía San Lorenzo pero involucra a todos. ¿Posibilidades de solución? Se me ocurren muchas. El padre me pidió que ellos querían irse bien, sin problemas. Bueno, la forma sería con un contrato y que al club le quede algo por una venta. Lo único que ahora nos queda es reclamar un derecho de formación. Ese resarcimiento es marginal con respecto a lo que podríamos haber obtenido si lo vendíamos a los 18 o 19 años.
–¿Hace alguna autocrítica al proceso que encabeza?
–Sí, claro, hubo errores. Lo que nunca tuvimos fueron marchas y contramarchas, el rumbo fue claro. Al principio una de las prioridades era cambiar la imagen del club: no había pelotas para entrenar, no teníamos utilería, pasaban cosas de un club de barrio. Cuando llegamos heredamos el proceso de Caruso Lombardi y su salida fue conflictiva, con él atrincherado en Cardales, con cámaras de televisión… y en nuestro afán por defender los intereses del club hasta el último minuto dimos una imagen que no queríamos. Tuvimos situaciones que con el tiempo yo las hubiera manejado distinto.
–¿Ustedes apuestan a un club social sustentable?
–Absolutamente, y lo hemos demostrado. No nos quedamos en la oratoria. Es el debate que se viene: las sociedades anónimas contra el modelo de clubes. San Lorenzo dejó en claro que no es imposible ser un club social. Se puede ser exitoso, se puede ser campeón, se puede cumplir un rol social como lo hace esta institución en una de las zonas más peligrosas de Buenos Aires.
–En este debate, ¿las sociedades anónimas podrían ser para quienes lo quieran y el resto podría optar?
–Entiendo que políticamente es lindo decir que puedan elegir, pero debe haber una normativa que los proteja. Pensemos en Defensores de Belgrano, con un predio espectacular y una ubicación estratégica en la ciudad. Supongamos que aparece una sociedad anónima y vende esos terrenos increíbles para construir algo encima y luego compra en otro lugar donde la tierra tiene mucho menos valor. Es una locura. Yo estoy en contra.
–¿Qué le parece el proyecto de Andrés Fassi en Talleres?
–Él está parado en otra vereda y es aceptable, porque es muy bueno lo que están haciendo. Lo que hay que blindar es el club como entidad social. Su rol es indelegable y en muchos casos articulado con el estado, y está bien que así sea. Si los clubes van a ser el negocio de los once jugadores que salen el domingo a la cancha vamos camino a un problema.
–¿Choca contra la cultura argentina?
–Fundamentalmente contra la idiosincrasia, porque nosotros heredamos el amor de nuestros padres a ese espacio. Si la única rentabilidad va a ser la material y no la social, el futuro no va a ser bueno.
–¿Qué estilo de fútbol le gusta?
–Soy bielsista, me gustan los equipos verticales, que atacan, que tienen ambición de protagonismo. Que tienen una idea definida de juego.
–En la Argentina, ¿se puede sostener una idea así?
–Es difícil, porque nosotros mismos en algunas decisiones incurrimos en estilos diferentes, apostando a otras cosas. Hicimos un volantazo muy grande con el cambio Pizzi-Bauza. Y priorizamos la experiencia y la presión por jugar la Libertadores, el Patón ya la había ganado con Liga de Quito. Pero mantuvimos proyectos en momentos difíciles: Pizzi estuvo a un minuto de renunciar cuando perdimos la final de la Copa Argentina. Lo mismo con Bauza, con Guede, y los sostuvimos. Esta locura argentina hace que haya clubes que estén pagando tres o cuatro técnicos a la vez. A la propia AFA le sucede.
–¿Que no hayas festejado el empate con Huracán va de la mano de tu gusto?
–Me gusta el tránsito que se recorre para llegar a los resultados. Un equipo con identidad y juego asociado va a ganar mucho más que lo que va a perder. Por eso me fui preocupado. Y no fue un palo a Biaggio. Cada uno debe hacer la autocrítica que le toca, todos somos responsables. El fútbol argentino tiene que salir del resultado del domingo.
–Sería casi como educar al soberano. El presidente le dice a los hinchas que lo importante es otra cosa. ¿Lo entienden?
–Sí, hubo un cambio cultural, el hincha de San Lorenzo maduró mucho. Hace seis años el club tocó fondo y no nos fuimos a la B porque Dios fue grande. No había jugadores para salir a la cancha, estaba quebrado en términos económicos, las marcas no querían auspiciar al club. Entiendo que muchos se enojen y quieran ser campeones todos los años, pero también valoran lo que pasa. Hace un año nos eligieron con el 88% de los votos.
–¿Cómo ve a Chiqui Tapia, lo sorprendió en algo para bien?
–Ordenaron a la AFA económicamente. En su momento nosotros presentamos un plan de desendeudamiento de los clubes y llamativamente ese sector se oponía. Yo ahora los felicité y se lo dije a él públicamente. Durante la era Grondona se aplicaba la lógica del látigo y la chequera: si eras amigo te daba dinero y si no, no recibías nada. Ahora hay una solvencia económica y financiera. Pero creo que deben tomar medidas para transparentar lo de los arbitrajes. La discusión del VAR tendría que haber quedado en el olvido porque acá todo está sospechado. Es una gran herramienta.
–¿Queda algún objetivo?
–La vuelta a Boedo, al menos terminar de pagar, que los terrenos sean del club y empezar a proyectar la construcción del estadio.
Más leídas de Deportes
Una debacle. Manchester United sufrió una derrota por goleada en la Premier League y se acerca a un fracaso histórico
"Mi padre futbolístico". El adiós a Menotti: cómo fueron los tributos de los campeones del 78, 86 y 2022
La TV del martes. River juega en Uruguay, más Libertadores y Sudamericana y PSG-Borussia Dortmund en la Champions League