#experienciaLNCorre: Elisa Forti enseña por qué nunca es tarde para correr
La atleta de 80 años relata sus inicios como corredora amateur, qué la lleva todos los días a salir a entrenarse por el paseo costero de Vicente López
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"No mirar la llegada. Aprovechar lo que ves del panorama, darte vuelta para ver el valle, la cima que te falta conquistar. Y no mirar ni el reloj ni la meta. Vivir el minuto a minuto", dijo Elisa Forti en el clip de presentación a su carla en la primera experiencia de LNCorre. "Tenía mucho miedo y no pensaba en llegar. Con caminar me alcanza", afirmó, mientras transita los últimos kilómetros de la 3° etapa, la última, de El Cruce 2015. La subida a la rampa y el descenso emocionan. Ella, Elisa Forti, es la abuela de 80 años que elige todos los días salir de su casa para correr una hora por el Paseo Costero, de Vicente López. Lo hace más que para entrenarse, "para despejar la cabeza con el ruido del agua, los pajaritos y el verde de los árboles y de las plantas. Vuelvo renovada", explicó ya en el escenario la nona que completó dos veces El Cruce.
Doña Elisa provocó una química perfecta con los presentes en el museo Malba. Su relato, su historia logra trascender cualquier edad. No se siente un ejemplo, pero lo es. "Mi primera carrera fue en Tandil. Prometí correr 10, pero finalmente hice los 21. No sé cuántas horas tardé, pero llegué", contó. En realidad Elisa corrió 27 km en medio de la naturaleza, lejos el asfalto.
En la intimidad, su familia y amigos más cercanos le dicen Nitín. Un apodo que comenzó hace muchísimos años en Italia. Una amiga italiana, como ella, empezó a llamarla así. Justamente, esa amiga se convirtió en familiar, a pesar de advertirle varias veces que su primo era terrible. "Por eso caí y me casé con él y tuve una hermosa familia con 5 hijos. Cuando enfermó, lo último que ella me dijo fue que siguiera corriendo porque había cambiado", rememoró.
"Correr me dio mucha seguridad. Yo era una persona muy encerrada, muy tímida que pensaba que lo que pudiera hacer yo a quién podía importarle. Con las carreras tomé mucha seguridad y aprendí que se puede vivir de otra forma. Ante todo me dio vida". se sinceró. Para Elisa, el running tiene algo que lo enaltece por encima de cualquier otro deporte: el compañerismo.
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