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Mundial Rusia 2018: Brasil le ganó a Serbia y quedó primero en el grupo E
MOSCÚ, Rusia.- Neymar baja la pelota con una técnica de asombro. Se frena. Desborda con un pase largo y saca un tiro de esquina. Desde ese centro llega el segundo gol de Brasil. El de la paz definitiva. El cabezazo de Thiago Silva. Brasil avanza a octavos de final tras ganarle a Serbia 2 a 0. Con momentos interesantes de varios de sus jugadores, Phillipe Coutinho por encima de todos. Chispazos de Neymar. Las acciones individuales son las que configuran al equipo. Brasil es eso antes que nada. Cinco o seis actuaciones destacadas son el esqueleto de un cuerpo que luego tendrá más sustancia. Brasil juega mejor antes del primer gol y luego del segundo, que cuando ya está 1 a 0. Se inventa problemas, perdona demasiado, deja crecer al rival (antes Suiza, hoy Serbia) y puede ser vulnerable a cualquier viento que sople más o menos fuerte. Ya contra México deberá ajustar esas cuestiones que suelen ser parte de su descripción histórica.
Efervescencia y cautela. Las dos sensaciones atravesaron una tarde densa en el Spartak Stadium. La eliminación de Alemania, la sensación ya concreta de que este puede ser un Mundial que aplasta a los gigantes, gobernó la espera del partido. Brasil, sin embargo, todo el tiempo procuró dar señales de seguridad. Con Neymar sonriente en el campo de juego una hora antes del partido. Las estrellas del fútbol saben que todo el tiempo los sigue una cámara. Neymar está atento a esos movimientos y como emblema de Brasil, como jugador que no debe fallar ni en el calentamiento previo, ofreció esas sensaciones. Brasil no fue contundente. Mantuvo el partido vivo y pasó momentos de desbordes. Ese tal vez sea su pecado. Amenaza con aplastar a su rival, pero su otra mejilla está siempre disponible. Mitrovic, un delantero corpulento, casi le da una cachetada a los 15 minutos del segundo tiempo y Brasil tuvo una catarata de problemas en los minutos siguientes. El segundo gol de Brasil aplastó cualquier rebelión de los serbios en su idea de probar si podían seguir en el Mundial.
La cancha explotó desde temprano. En la llegada a la estación de metro Spartak, a la salida, los revendedores aparecen vestidos con piel de cordero: se cuelgan carteles que dicen "I need tickets" (Necesito entradas), cuando en realidad lo que quieren es venderlas a precios imposibles de pagar. Hay gente que acepta la oferta desigual. Brasil despierta esa locura. Tiene su público propio, pero también muchos seguidores de otros países que no tienen selecciones relevantes y se meten en el mundo del fútbol por la atractiva puerta que abre Brasil. Tuvieron algunas dosis de lo que vinieron a buscar.
Neymar se lanzó a jugar bonito desde el comienzo del partido. Metió un caño al minuto de partido. La jugada no prosperó, pero el estadio soltó un rugido beatlemaníaco. Gabriel Jesus se perdió un gol sin poder ser frenado por la defensa en la jugada siguiente. Brasil parecía tener el mandato no solamente de ganar para no sufrir sobresaltos, sino de hacerlo con un fútbol de calidad. Neymar y Phillipe Coutinho se encontraban por el centro con tacos y pases de primera a velocidad de "joystick". La mejor combinación de Neymar, sin embargo, fue con Gabriel Jesus y su tiro cruzado fue desviado por el arquero Stojkovic. Pero no se puede hablar de esta versión de Brasil sin mencionar las prestaciones de Coutinho.
El futbolista del Barcelona tuvo influencia directa en los tres partidos del grupo. Goles contra Suiza y Costa Rica y una asistencia contra Serbia. Se mueve detrás de Neymar y recibíó los beneficios de todas las preocupaciones que generó el mismo Neymar con sus corridas y su búsqueda del desequilibrio. Coutinho se ubica a metros de esos temblores y tiene un panorama más amplio de por donde pasa el partido.
Por eso el primer gol de Brasil fue una genialidad. No por la calidad de su jugada (que la tuvo) sino por la idea de juego. Brasil intentaba desequilibrar con la habilidad de Neymar en el uno contra uno. El gol fue otra cosa: Paulinho le marcó su entrada a Phillipe Coutinho, que con un pase largo entre los centrales, lo dejó frente al arquero. Brasil precisó romper su propia cadencia para encontrar el gol. Un plan B cuando el plan A todavía no se había gastado. Fue a los 35 minutos del primer tiempo y le aportó tranquilidad para construir todo lo que vino después. Serbia defendió con mucha gente atrás. El técnico Krstajic cambió a los dos centrales y puso al tándem Veljkovic-Milenkovic, más jovenes que Ivanovic y Tosic, presuntamente más rápidos, pero no encontraron la solución para los ataques de Brasil. Y el gol de Paulinho los puso en evidencia.
El impacto negativo para Brasil llegó antes de los diez minutos, con la salida de Marcelo por lesión. El lateral de Real Madrid es otro de los jugadores "franquicia" de este seleccionado. Fue un momento de hielo en un anochecer caluroso en Moscú. Otro problema con un lateral para Brasil de cara al futuro. Afrontó este partido sin Danilo por la derecha y luego otro auténtico drama con Marcelo, dada la influencia que tiene en el equipo. Se fue al vestuario con un modo de andar que insinúa peores noticias. Filipe Luis ocupó su lugar. Con el 2-0 sellado se ocupó de irse al ataque como indica el manual del buen lateral brasileño.
Brasil se cruzará con México. Ya en octavos de final se corporiza, como siempre, como uno de los favoritos. Su coreografía está visible. Sus artistas también: Neymar, Coutinho, Willian, Gabriel Jesus. Tiene una gran incógnita a partir de la salud física de Danilo y Marcelo, dos perdidas valiosas para el futuro si no se reponen. Brasil tiene todavía margen para crecer. Cuando Neymar juegue tanto para la contundencia como lo hace para el engaño, el equipo de Tite tendrá una vuelta de tuerca para mostrarse más sólido y peligroso. Sus fuegos artificiales ya alumbran las noches cortas de este Mundial.
Los goles de Brasil
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