Australian Open: Daniil Medvedev venció a Stefanos Tsitsipas en cuatro sets y jugará la final con Rafael Nadal

Daniil Medvedev venció en cuatro sets al griego Stefanos Tsitsipas y accedió a la final del Australian Open. El tenista ruso venció al griego por 7-6 (5), 6-4, 4-6 y 6-1 y se enfrentará en el partido decisivo con el español Rafael Nadal, verdugo del italiano Matteo Berrettini en la otra semifinal.

Medvedev, número dos del ranking mundial, consiguió quedarse con la batalla del primer set en un tie-break y, con ese envión, pudo también ganar el segundo set. Tsitispas se recuperó en el tercero, pero no tuvo más energía en el cuarto set, que terminó siendo el decisivo. “Voy a volver a jugar contra uno de los más grandes jugadores (por Nadal) y de nuevo contra un jugador que va a intentar ganar su vigésimoprimer Grand Slam”, evocó el ruso, aludiendo a la final del US Open que le ganó al serbio Novak Djokovic en 2021.

El partido tuvo toda la polémica que presagiaba un enfrentamiento entre dos rivales con temperamento que se conocen (y se pelean) desde hace años. En el punto más alto de las revoluciones, Medvedev se trenzó con el umpire del partido, el español Jaume Campistol. Al ruso lo enojó que el padre de Tsitispas le diera, según él, indicaciones en el medio de los puntos. “¿Sos estúpido? ¿Su padre puede hablar en todos los puntos?”, protestó Medvedev. Luego, le gritó dos veces: “¡Su padre puede hablar en todos los puntos!”. El número 2 del ranking estaba visiblemente molesto. “¿Vas a responder mi pregunta? ¡Cómo podés ser tan malo y estar en una semifinal de un Grand Slam. ¡Mirame! Te estoy hablando”, continuó.

La airada protesta de Medvedev al juez de silla

De acuerdo con el reglamento, Medvedev podría haber sido incluso descalificado por su comportamiento. El juez de silla nunca decide la eliminación inmediata del jugador que cometió la ofensa, sino que avisa a un supervisor y le cuenta lo sucedido. Con toda la información disponible, el supervisor toma la decisión que considera más adecuada. El supervisor ingresa a la cancha, le pregunta al juez de silla por lo sucedido y éste tiene que reconstruir de manera textual los hechos. Le preguntará si el insulto fue a la cara o no, si está seguro de lo que sucedió. Y luego toma una determinación. En caso de otorgar la descalificación, el supervisor le pide al juez de silla que anuncie la decisión, y que el partido queda terminado por “default” (ese es el término técnico) al jugador que insultó.

El reglamento, en este sentido, es claro: puede haber una descalificación por insulto. El procedimiento en el caso Medvedev no se cumplió porque Campistol (el juez de silla) habrá entendido que las manifestaciones del tenista ruso habían sido realizadas en un momento de enojo. Por eso ni siquiera llamó al supervisor para contarle lo ocurrido, que es lo que prevén las reglas. Más tarde, durante el partido, Medvedev le pidió perdón a Campistol por lo sucedido. “Le pido disculpas”, dijo el ruso en inglés.

Luego del triunfo, reflexionó, más frío: “Pierdes la concentración y demasiada energía. En cuanto lo hice, (pensé): ‘Es un gran error’. Estoy contento de haber recuperado la concentración al principio del tercer set. Conseguí hacer algunos buenos saques y eso me devolvió al partido”.

Por más que Medvedev consiga el primer Grand Slam del año y se convierta en el primer jugador de la Era Moderna en conseguir sus dos primeros torneos grandes en forma consecutiva, no superará en forma inmediata a Novak Djokovic en la cima del ranking mundial. Recién lo superaría en la tercera semana de febrero. La progresión es la siguiente: en el escalafón del 31 de enero Medvedev tendría 10.925 puntos contra 11.015 del serbio. El 7 de febrero, Djokovic quedaría con 10.875 y Medvedev 10.435. Dos semanas después, el 21 de febrero, la tendencia se revertiría: Medvedev alcanzaría los 9.235 puntos y Djokovic se quedaría en 8,875.

Medvedev dio cuenta de su esfuerzo entre su partido de cuartos de final ante Felix Auger-Alliassime y esta semifinal: “Después del partido con Felix, hablé con mi entrenador y le dije: ‘¿Cómo lo haré el viernes?’. Me senté en el vestuario y estaba tan muerto que apenas podía moverme. Pero traté de recuperarme bien y al día siguiente me desperté y en el momento en que abrí los ojos pensé que no estaba tan mal y que podía recuperarme y eso fue lo que pasó. Hoy estoy feliz de que no hayan sido cinco horas para poder recuperarme para la próxima”.

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