Tevez marca el rumbo de Boca
Hay refuerzos que producen un efecto mucho más amplio y profundo que el de una incorporación. Van más allá del aporte futbolístico. Transforman el ambiente, crean optimismo, infunden seguridad, dan protección. Ejercen de líderes. Son casos excepcionales, como el de Carlos Tevez. No necesitó hacer goles en los dos partidos disputados para que su influencia se perciba como muy positiva.
El Apache vino a cerrar un agujero grande en Boca. Las dos eliminaciones internacionales contra River dejaron un sedimento que no era habitual en Boca: faltó carácter, el equipo se dejó "zapatear" en una instancia definitoria, River lo zamarreó, al equipo se lo señaló por una actitud un tanto tibia. Riquelme seguramente exageró y buscó ser más ácido de lo que Boca se merecía, pero algo de razón hubo en sus palabras de hace menos de un mes con respecto al partido inconcluso de la Bombonera: "No me vengan con el chamuyo del escritorio que no pateamos al arco".
En el triunfo ante Belgrano con dos jugadores menos, Boca se empezó a reconocer, sintió que recuperaba su identidad: "Ganamos a lo Boca", fue el comentario unánime en el mundo xeneize. Y en esta recobrada muestra de temple y personalidad aguerrida, Tevez aparece como causa y consecuencia. El propio Carlitos lo dijo al borde del campo: "Hoy mandamos un mensaje, estamos para cosas grandes".
La llegada de Tevez fue oportunísima por más de un motivo. Se sumó en un momento crítico, cuando el equipo y el cuerpo técnico todavía estaban abombados por una eliminación en la Libertadores a la que le siguieron dos sorpresivas derrotas contra Aldosivi y Vélez. Tevez vino a inaugurar un nuevo tiempo.
Otra razón muy importante es que Tevez no solo volvió en la plenitud futbolística; también lo hizo con una madurez y un crecimiento personal que ni por asomo tenía cuando se fue, a fines de 2004. Este Tevez no tiene nada que ver con aquel que aun estando en Boca se tomó unos días por su cuenta, en plena competencia, para ir despejarse con una modelo a las playas de Brasil. Alguna vez Carlos Bianchi quedó estupefacto al verlo llegar al entrenamiento en ojotas.
De Juventus emigró con todos los honores y de manera prolija, nada que ver con lo que fue poco menos que una fuga de Corinthians para empezar su carrera europea en West Ham. Hoy es inimaginable que se declare en rebeldía contra un director técnico y se vaya a jugar al golf, como hizo en Manchester City cuando se enfrentó con Roberto Mancini.
A los 31 años, Tevez es un profesional en el más amplio sentido de la palabra, que hasta se interesa y aconseja por cuestiones logísticas del plantel y de imagen. Ayer, por su pedido, se les permitió a los hinchas ingresar al entrenamiento en el estadio Córdoba. Para sus compañeros ya es un referente, alguien que absorbe presión y marca un rumbo. El que necesitaba Boca.
cmauri@lanacion.com.ar
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