Ya es argentino: Davide Rebellin competirá por nuestro país
El ciclista nacido en Italia, de 33 años, recibió el documento y representará al equipo nacional en el próximo Mundial de Verona
lanacionarDavide Rebellin mira el carrito y no entiende nada. La chica deja su chango, repleto con una decena de termos, en la puerta del Registro Nacional de las Personas y sirve el café a los ocasionales clientes. El ciclista nacido en Italia sigue sorprendido por esa venta ambulante que en su Verona natal jamás observó. Pero se tendrá que ir acostumbrando a ésta y otras costumbres, ahora que tiene su documento que lo identifica como ciudadano argentino. Eso, los piqueteros, los cortes de calles o, por ejemplo, el vallado en los alrededores de la Legislatura porteña. En la primaveral mañana de jueves, el microcentro de la ciudad es un caos, casi como todos los días, pero Rebellin está feliz. Y tiene sus razones.
"Claro que estoy muy feliz; le voy a estar agradecido toda la vida a la Argentina porque me ha dado esta gran posibilidad. Fue una decisión difícil, importante, riesgosa, porque el equipo argentino no es grande. Pero el próximo año podrá ser más grande y tener un conjunto más fuerte." Lo dice en la puerta del edificio de donde ha salido con el documento que le permitirá correr el 3 del mes próximo en la prueba principal del Mundial de ruta, que se realizará por las calles de su ciudad natal, ante los suyos. Todo en un español, al menos, entendible.
Rebellin llegó al país el lunes último para terminar los trámites que le permitieron conseguir la nacionalidad argentina, algo que consiguió ayer. Esto le permitió regresar a su país de origen para continuar los entrenamientos. Se distanció del entrenador del equipo italiano, Franco Ballerini, porque lo dejó afuera de los Juegos Olímpicos y decidió jugársela para estar en su Mundial, en su ciudad.
"No sé cuáles fueron las motivaciones que me dejaron afuera de los Juegos Olímpicos. Y entonces apareció esta solución: hablé con Mirko Rossato, director técnico de la Argentina, y con Gabriel, y ellos hicieron posible ésto." Los trámites se realizaron con rapidez, aunque las cosas se hacían más difíciles, ya que Rebellin no tiene parientes en nuestro país, pero se le concedió la nacionalidad por "méritos deportivos".
Dice que de la Argentina "sólo conocía la carne, que es muy sabrosa". Y que en Verona, durante el Mundial "habrá muchos tifosi de la Argentina, porque me quieren". Y elogia a los argentinos, que lo dejaron encantado por su cordialidad: "Es un pueblo muy acogedor, me sentí muy bien en estos pocos días que estuve en el país. No sólo Gabriel Curuchet o la gente que conozco del equipo argentino, sino las personas que cuando salí a los entrenamientos me aplaudía o me pedía fotos. Espero ser una persona útil para este país".
Un buen resultado en el Mundial sería útil, como él lo describe. Y llega justo en el que fue, probablemente, el mejor año deportivo de su carrera. A los 33 años, figura cuarto en el ranking mundial de la Unión Ciclista Internacional (UCI) y es líder de la Copa del Mundo de ruta, cuando sólo restan dos competencias. En ese circuito, ganó dos de las ocho pruebas (la Amstel Gold Race, en Holanda, y la Liège-Bastogne-Liège). Además, en 1996 ganó una etapa del Giro de Italia. "Aunque me especializo más en la carrera corta, las clásicas, de un día, máximo seis o siete." Comenzó en el ciclismo a los diez años y se hizo profesional en 1992; desde hace dos años compite para el equipo alemán Gerolsteiner.
Casado con Sellina, el objetivo de Rebellin tiene plazos más largos que este Mundial. "Espero aportarle muy buenos resultados a la Argentina, en el Mundial, pero también después está la definición de la Copa del Mundo", dice. Luego agrega: "En mi proyecto no sólo está este Mundial, sino también el próximo y los Juegos Olímpicos de Pekín. Tenemos que hacer como una escuela de ciclismo en el país. Me siento joven, llegaré bien a Pekín".
Su menudo cuerpo parece afirmar lo que las palabras sentencian. Acaricia una bicicleta atada a un poste, como extrañando la suya. Se va, pero espera volver. "La capital es muy bella. No puedo estar mucho tiempo aquí, pero espero volver durante el verano. A mi esposa también le gustó mucho aquí." Y se va, nomás. Con ese nuevo documento, que le otorga algo más que la nacionalidad argentina: es una esperanza y es un desafío.
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