Aislamiento. Menos gente que ayer en los comercios, pero lejos de la cuarentena total
"Hoy veo un 80% menos de movimiento que ayer, pero igual hay mucha gente", dice Mirta Tarres, repositora de un Carrefour Market ubicado en Lacroze al en 3100, en Colegiales. Con gesto de sorpresa -y hasta un poco de resignación- los empleados de distintos comercios repiten el mismo dictamen sobre lo visto durante las primeras horas de la cuarentena total dispuesta en la Argentina: hay menos circulación de personas que la de los últimos días, pero mucha más de la que debería.
Los supermercados son uno de los pocos comercios habilitados para funcionar -con algunas restricciones en el número de clientes dentro del local- pero el cierre casi total de la actividad comercial en la ciudad no se tradujo en una caída drástica de gente en la calle. Dentro de la tienda de Colegiales muchos clientes caminan en parejas, aun cuando la decisión más sensata en este contexto, en caso de que sean dos o más personas en el mismo hogar, es que salga solo uno a hacer las compras.
También hay alta proporción de mayores de 60 años, incluso cuando el local destina la primera hora de la mañana para atender exclusivamente a esa población. En el sector de verdulería y heladeras, por ejemplo, hay nueve personas: tres de ellas mayores. En la góndola de galletitas, de no más de un metro y medio de ancho, se cuentan seis personas y otras cuatro hacen fila para pagar, tratando de mantener la distancia entre ellas.
Con algunos matices, el panorama es similar al que se vivió en otros supermercados de la ciudad, que después de una semana de fiebre en las góndolas, hoy retomaron un ritmo de actividad un poco más normal, pero lejos de esas imágenes de las calles desoladas que hoy se ven en Madrid o Milán.
"Hoy las tiendas estuvieron un poco más tranquilas, entre otras cosas por las restricciones en el acceso que ya rige en Capital y también por la menor circulación de gente en la calle", explicaron en el grupo Cencosud, dueño de las cadenas Jumbo, Disco y VEA.
"Hay colas en las entradas de las tiendas para cuidad el flujo dentro de las sucursales. Pero la gente se lo toma bien, porque no quiere verse cerca de las aglomeraciones", explicaron en Coto.
En otras cadenas también dieron cuenta de un panorama un poco más tranquilo especialmente si se compara con las imágenes inquietantes de ayer, cuando muchos supermercados fueron desbordados ante la inminencia de la cuarentena.
Los supermercados también destacaron como un dato positivo que la cuarentena no se tradujo en un mayor ausentismo en sus áreas operativas como la atención de los locales y los centros de distribución. "Hubo algunos problemas de gente que llegó tarde por la menor frecuencia de los colectivos, pero en términos generales no tuvimos mayores problemas de presentismo", explicaron en otra cadena de las grandes.
En el sector, igualmente, precisaron que los mayores problemas los tuvieron en algunas plazas del interior, especialmente en provincias que decidieron restringir la circulación de autos y camiones en la ruta. "En el límite entre Mendoza y San Luis se formaron colas de tres y cuatro kilómetros con camiones parados porque no podían ir de una provincia a la otra y tuvimos que hablar con la Secretaría de Comercio para que solucionarán el problema", explicaron en una cadena.
En las tiendas
Puertas adentro, los respositores continúan enfrentando un ritmo de trabajo frenético, sacando mercadería del depósito a medida que la gente vacía góndolas. "Lavandina hay bastante, alcohol no están entregando", explican en una tienda. Todos cumplen lo que el protocolo manda: mantener todo limpio y desinfectado, lavarse las manos cada dos horas y tener una botellita de alcohol en gel en el bolsillo lateral del pantalón.
Juan Estiguerrigue, el guardia del súper de Colegiales, va contando las personas que entran por la puerta y, cuando llega a la número 20, sale a organizar una fila afuera. "Por favor, mantengamos la distancia", pide, y en la cola de seis personas se agrega una mujer con un bebé a upa que llora.
"Si bien es menos que ayer, hay mucha gente todavía", dice después, con preocupación. "Yo, de lo que dijo el Presidente, entendí que se puede salir a buscar las provisiones básicas, pero no hacer las compras como de costumbre. Y mirá la gente". Indica con la cabeza el sector de cajas: algunos tienen el changuito repleto de insumos de todo tipo, otros pasan por la caja rápida con tres tomates y un pedazo de carne.
Afuera, Domingo Morgado, repartidor de Rappi, fuma un cigarrillo sentado en su moto mientras espera que le entreguen un pedido. Dice que, si se compara con el jueves, que "parecía un viernes o sábado a la noche", la demanda bajó. "A nosotros nos dijeron que si queríamos quedarnos en la casa, podíamos -dice- pero somos monotributistas y para cobrar tenemos que salir, así que la mayoría está en la calle".
Según cuenta, la demanda de productos cambió en el último tiempo: la proporción de pizzas, hamburguesas y sushi se redujo y aumentaron los pedidos de supermercados y farmacias.
Más allá, cuatro personas esperan para comprar en la vereda de una carnicería -dos de ellos en pareja, con el perro- y una mujer mira a través de las rejas la vidriera de una zapatería. Todos los lugares de comida están abiertos: pizzerías, casas de pastas, comida por por peso. Hasta una pequeña dietética ubicada casi en la esquina de Conesa y Teodoro García. Su dueño dice que colaborará al aislamiento cerrando por las tardes. "No cierro definitivamente porque la gente sigue viniendo y, al igual que en los últimos días, compra en cantidad", explica.
Fuera de la Capital, en el centro comercial de Olivos, la cuarentena se vivió con resultados dispares. Sobre la avenida Maipú los únicos locales abiertos eran los supermercados, las verdulerías y las carnicerías y algunas ferreterías. Las casas de ropa, las peluquerías, las mercerías y hasta restaurantes tradicionales como La Farola –que se jactaba de estar abierto las 24 horas– amanecieron con las persianas bajas.
El apagón comercial, sin embargo, no alcanzó para disuadir al público y el tránsito de autos y peatones sobre la avenida Maipú se asemejaba más al de un día de semana tradicional que a los de un domingo de enero.
En los supermercados del barrio el movimiento volvió a ser más fuerte que el esperado para un día de semana, aunque tampoco se alcanzó el pico de ventas que se venían registrando en las últimas jornadas. En las puertas de los grandes supermercados se volvieron a ver pequeñas colas de clientes esperando para entrar, debido a la restricción al acceso que implementaron la mayoría de las cadenas para reducir el contacto social en sus salones de venta.
"El panorama estuvo un poco más tranquilo que los últimos días", explicó un cajero del Carrefour Market de Maipú al 2900.
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