Cambiemos necesita un ala de centroderecha
La inestabilidad de los mercados refleja la extrema fragilidad local por los errores de política económica, frente a un nuevo escenario internacional. Responde a los riesgos de que no se cumplan las metas con el FMI , que no se recupere el financiamiento de los mercados, que no se avance con las reformas prometidas, que la recesión complique el empleo y la situación social, que la inflación no ceda y, finalmente, que Cambiemos pueda no ser reelegido.
La economía del kirchnerismo fue tan destructiva que la sociedad, mayoritariamente, estuvo dispuesta a aceptar casi cualquier política económica que fuera más racional. Y esa predisposición se acentuó con medidas contundentes, como la salida del cepo y del default, la eliminación de regulaciones financieras y la disminución de impuestos y trabas a las exportaciones.
La bruma que impidió ver claramente las debilidades de la política económica se basó también en los discursos del Presidente, con definiciones que marcaban legítimamente un rumbo adecuado. Pero que no fueron ejecutadas con convencimiento, diligencia y eficacia. El Presidente se autocriticó con sinceridad por su excesivo optimismo. Pero la economía tiene leyes, y ningún optimista correría el riesgo de desafiar la ley de gravedad.
El Presidente ofreció una autocrítica, pero sus funcionarios no. Ninguno ha reconocido que la baja del gasto público no está en su ADN, que fueron inactivos por dos años y medio, que no previeron que el déficit no era financiable y que fracasaron con la inflación. En vez de eso se insinúa, sin pudor, triunfalismo por haber atravesado la crisis en forma cosmética y estar evitando el coma gracias al FMI.
Y aunque un pesimista es también un optimista, pero con experiencia, las voces críticas no fueron escuchadas. Los errores de la política económica se potenciaron cuando el propio Gobierno adelantó sus ambiciones reelectorales para 2019. La última manifestación de la vocación oficialista por insistir en que "esta vez será diferente" es el intento de presentar el pedido al FMI como algo positivo.
La contrapartida de esta complacencia en la cúspide es la tendencia de una parte de Cambiemos a instalarse en un Estado que, aunque deficitario, administra recursos cuantiosos, sin vocación de ajustar el sobreempleo, la ineficiencia y el caos del sector público. Los nombramientos, el nepotismo, el amiguismo, los salarios extravagantes, los privilegios, la multiplicación de funcionarios y asesores dan fe de ello.
Cambiemos corre el riesgo de convertirse en una corporación política más. Sería lo peor para las expectativas del país y el peor desengaño que podría tener su electorado La impericia económica del Gobierno pone a una gran parte de la sociedad en la situación de darle un voto resignado, ya que no se ve aún una alternativa seria en la oposición. Y también ante el riesgo, lamentable, de que el oficialismo pierda y la Argentina retroceda hacia el populismo, del que el Gobierno no nos alejó lo suficiente.
Es evidente que a Cambiemos le falta un ala de centroderecha con poder para influir en las políticas. Aunque mucho le debemos, es difícil que sea el radicalismo, que estimuló a la oposición a retrotraer las tarifas y se asesora con exfuncionarios que llevaron al país a la hiperinflación y al default. Y es difícil que sea la Coalición Cívica, que es un extraordinario "fiscal anticorrupción y de la democracia", pero propone perseguir a mercados que se protegen de políticas públicas equivocadas. Los mercados son la gente.
No, Cambiemos tiene que abrirse a las corrientes que han criticado sus políticas constructivamente desde la austeridad republicana y la ortodoxia económica y acertaron. Ese es uno de los factores que más pueden contribuir a recuperar la credibilidad perdida.
Exgerente general del BCRA
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