Según expertos del agro, quedan 4 millones de toneladas sin vender y otras 2 millones de toneladas adicionales sin fijar precio
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En medio de la necesidad del Gobierno por sumar más dólares a las arcas del Banco Central (BCRA), apuro que se potenció en las últimas horas con el trascendido de contactos entre el ministro de Economía, Sergio Massa, y las cerealeras, diversos estudios calcularon que los productores todavía tienen pendiente de vender entre 4 y 7 millones de toneladas de soja. En valor se trata como mínimo de US$2000 millones. El contexto económico del país y la incertidumbre sobre las elecciones son, según los expertos, factores que ralentizan la decisión de comercialización por parte de los productores. Vale recordar que esta semana el Gobierno prorrogó hasta el 25 del actual el dólar soja con el cual intenta incentivar las operaciones.
Fuentes de la agroexportación estimaron que actualmente hay 4 millones de toneladas en manos de los productores sin vender y 2 millones de toneladas adicionales sin precio [es mercadería entregada pero que el productor no le puso valor]. Habría así mercadería por un valor de US$2200 millones. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), habría 3,8 millones de toneladas disponibles y 3,1 millones de toneladas con precios por fijar.
En esa línea, Paulina Lescano, analista del mercado de granos, añadió que aún quedan en manos de los productores entre 4,5 y 5 millones de toneladas mientras que en negocios a fijar [con mercadería entregada] entre 2 y 2,5 millones adicionales. “Esas a fijar ya están negociadas. Es decir que no originarían nuevos negocios. Es difícil que ese volumen que queda sin negociar sea vendido en el corto plazo. Entre varias razones, parte se usa para ir pagando alquileres, más allá que no sea la entrega de esa soja; muchos productores prefieren tenerla en su poder hasta el momento que la deban vender para hacer el pago”, sostuvo.
Según dijo la experta en mercados, otra razón es la falta de lluvias en algunas regiones productiva del país, que afecta el desarrollo de la nueva campaña, así como la incertidumbre no solo en el corto plazo, sino por cuándo van a volver a tener producción para vender y hacerse de ingresos. “Estando tan cerca de las elecciones con una economía que se deteriora día a día, sumado a todo lo anterior, parece difícil que alguien se deshaga de sus granos, salvo una necesidad de cubrir deudas”, puntualizó. Esta campaña el campo produjo 20 millones de toneladas de soja, según datos de la Bolsa rosarina, una pérdida de más del 50% versus el ciclo anterior.
Gustavo López, presidente de la consultora Agritrend, estimó que el productor hoy tendría 4 millones de toneladas por comercializar. “No van a vender todo por mejor precio que tenga, máxime con todos los interrogantes que se presentan. Acá no sabés cómo sigue el clima. En Estados Unidos se está levantando, no es muy buena la cosecha, y Brasil tuvo un superrécord. Hablan de una recomposición [en la Argentina], pero no llueve. O sea, hay que ver cómo sigue la historia”, expresó.
De esos 4 millones que quedarían por vender, según López el productor no vendería todo: se quedaría una parte como seguro de cambio, en especial en este contexto con brecha cambiaria y la posibilidad remota que haya alguna modificación en los derechos de exportación. Al volumen mencionado habría que sumarle 3 millones de toneladas que no tienen precio.
Según el experto, en medio del contexto climático aún difícil y también político y económico, habría más incentivos para sembrar soja en la campaña en curso 2023/2024.
“En virtud de los precios, los productores se van a orientar a la soja, porque es más barata y tiene un precio de cosecha relativamente bueno. Se habla de US$340 la tonelada versus un maíz en US$185 o US$190. Si la gente no puede sembrarlo [al maíz] porque no hay agua, va a ir a un maíz tardío que compite con la safrinha de Brasil y allí hay una caída de US$10 por tonelada [en el valor]. Es decir, hay más incentivo en sembrar soja que el resto. Todo esto se da en el marco que se está viviendo de incertidumbre climática y económico-político”, afirmó el consultor.
Importaciones
La sequía de este año le pegó de lleno no sólo a la producción de soja sino a las industrias procesadoras. En efecto, para mantener operativas las plantas de crushing, en lo que va de 2023 la Argentina importó 8,55 millones de toneladas de soja provenientes, principalmente, de Paraguay de donde se trajeron ya 4,46 millones de toneladas. Le sigue Brasil con 3,75 millones de toneladas y Bolivia, con 339.000 toneladas, de acuerdo con los datos oficiales del Senasa.
Los meses que más movimiento hubo fueron marzo cuando se importaron de todos estos destinos 1,4 millones de toneladas. En abril ingresaron 1,2 millones de toneladas. En mayo 1,3 millones de toneladas, junio 1,6 millones de toneladas y julio 1,2 millones de toneladas. En el medio hubo varias versiones del dólar diferencial cambiario para la soja, empleado por el Ministerio de Economía desde septiembre del año pasado, como incentivo para las ventas internas.
En agosto pasado comenzó a reflejarse una baja en la importación de la oleaginosa del 20,43% respecto del mes anterior, por lo que ingresaron 988.713 toneladas de soja al país. En septiembre ese número llegó a 671.663 toneladas, hubo una reducción del 32,07%. Según aclararon las cerealeras esto responde a la finalización de la oferta de la cosecha en Paraguay.
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