Los líderes del mundo escuchan el clamor de la sociedad que les demanda solucionar temas tales como la pobreza y la erradicación del hambre. Con el propósito de ir buscando un camino común, las Naciones Unidas organizaron el evento Río+20, en el que participé en uno de los nueve grupos de debate, en el "Farmers Majorgroup".
Es importante destacar el rol preponderante que se le da al productor agropecuario en este evento mundial. Se reconoce que los problemas del hambre y la nutrición se van a solucionar junto con los agricultores, a quienes se los busca respaldar técnica y financieramente estimulando una mayor producción.
Los puntos de vista son sumamente variados, siempre mirados bajo el paraguas de una agricultura sostenible, van desde fomentar para algunos casos prácticas agrícolas locales y ancestrales, como también nichos para cultivos orgánicos y por supuesto la agricultura moderna como la que con éxito venimos realizando en países como el nuestro, de la mano de la siembra directa, la biotecnología y el stewardship (uso adecuado de los fitosanitarios).
En el debate reina la tolerancia y la aceptación de que hay lugar para estos diferentes tipos de agricultura, adaptándose a las culturas y características de cada región. Noté con agrado, que salvo algunas excepciones más radicalizadas, nadie intenta imponer su idea a los otros.
La conciencia general es que el hambre no es un castigo insoluble, sino todo lo contrario, con decisión política y el adecuado destino de recursos, podríamos salir del hasta ahora gran fracaso que significa este flagelo mundial.
Puede tomarse como una sobre simplificación, pero la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) estima que erradicar el hambre en el mundo, costaría 30 billones de dólares al año Hay otras estimaciones que hablan de 40 billones de US$/ año. Pero esas cifras, por grandes que parezcan, empalidecen frente los 300 billones US$/anuales que se destinan a subsidios agrícolas, o bien frente a los trillones de US$ destinados al rescate bancario. También es cierto que el hambre es un tema bastante más complejo como para que se solucione solamente con dinero. Iniciativas locales como Nutrición 10 Hambre cero están en línea con el pensamiento de Río+20.
¿Qué podríamos hacer los Argentinos frente a este escenario? Primero ser consientes que el mundo nos mira como uno de los pocos países que va a poder aumentar a ritmo sostenido la producción de alimentos. Hoy la Argentina es capaz de alimentar a 410 millones de personas siendo solo 40 millones de habitantes. Pero estamos muy lejos de desplegar todas nuestras herramientas de producción masiva y sostenible. La producción agrícola argentina no puede ni debe estancarse. En el 2050 en el mundo seremos 9000 millones de habitantes que tenemos el derecho a una adecuada alimentación, y para eso hace falta aumentar un 70% la producción de alimentos.
De contar con políticas que estimulen la agricultura, en la Argentina, en lugar de las actuales políticas domésticas restrictivas, podríamos aprovechar al máximo todas nuestras capacidades.
Sumamente interesantes son algunos ejemplos exitosos presentados, como la ciudad brasileña de Lucas do Rio Verde, que pasó casi de no existir hace pocos años, a ser una ciudad con uno de los mejores indicadores sociales del Brasil. Ciudad que creció y crece en forma sostenible social, económica y ambientalmente situada en el medio del Mato Grosso de la mano de una exitosa agricultura.
La misma agricultura que puede colocar a los países capaces de desplegarla, no sólo en el lugar de ser líderes en ayudar a erradicar el hambre, sino también a desarrollarnos y tener favorables perspectivas para la creación de riqueza y una estratégica ubicación geopolítica. La Argentina tiene que ser parte de los países que ayuden a contestar la pregunta de los 9000 millones del 2050.