Alguien le tiene que avisar al Capitán que el crucero ya no está en las Bahamas y que estamos viendo la punta del iceberg. La crisis de la Unión Europea amenaza con arrastrar ya no solo a Grecia, Italia y España, sino que ahora hasta la propia Alemania está comenzando a sentir sus efectos más indeseados.
Los Estados Unidos ya preparan un plan de contingencia de su sistema financiero ante la posible caída de la economía de Europa y una potencial corrida si el euro sufre una implosión. Ya hemos tenido en 2008 una muestra del efecto que puede tener en los mercados una crisis de la magnitud de la sufrida por los Estados Unidos.
Y ahora es el turno de la Unión Europea, segundo bloque económico mundial, y el impacto sobre la cotización de las commodities está comenzando a sentirse. Sucede que la primer economía y locomotora del crecimiento mundial, China, ya está comenzando a sentir efectos de fatiga en su actividad económica ante los magros resultados de recuperación de la economía estadounidense y el comienzo de la crisis europea.
Europa es el principal mercado comprador de harina de soja, y para la Argentina es el principal destino de exportación de este producto. China es el primer importador mundial de poroto de soja, y para nuestro país es también su principal destino exportador. A estas alturas de los acontecimientos se hace muy difícil no recibir los efectos de la onda expansiva que esta nueva crisis puede llegar a producir en los mercados.
En retroceso
En este último mes, el precio de la soja en el mercado internacional acumulo bajas por 41 dólares por tonelada; el trigo perdió 31 dólares, y el maíz -el que menos bajó- acumulo pérdidas por 26 dólares. Si tomamos esta baja como valor bruto de la producción, nuestro país ha sufrido una pérdida de 3300 millones de dólares. Y si hacemos el mismo cálculo del menor ingreso de divisas en base a los saldos exportables, la pérdida real en este último mes ya supera los 1000 millones de dólares.
Y dentro de esta tormenta que se avecina, la Argentina sigue aislada del mundo, tomando decisiones de política agropecuaria que más allá de la defensa de la mesa de los argentinos es probable que tengan efectos impensados sobre toda nuestra economía. Por lo pronto, el cierre de las exportaciones de trigo y de maíz continúa consolidando una baja adicional en el mercado, que en el caso del trigo llega a los 50 dólares por tonelada y en el caso del maíz es de 70 dólares.
Tomar conciencia
Muchos productores de trigo están tomando conciencia de que van a perder plata, y no por causa del mercado, sino por una política que hasta el momento y ante la realidad de los hechos, ha demostrado estar equivocada.
En definitiva esta caída real de los precios es menor ingreso para el país. Es en estos momentos que nuestro país necesita de un shock agroexportador que genere un mayor flujo de divisas y que de sustento al creciente volumen de inversiones que año tras año realizan los productores agropecuarios.
Cada campaña el productor invierte, bajo tierra, casi 7000 millones de dólares en semillas, agroquímicos y en labranzas. A ello hay que agregar el transporte, la industria y todos los procesos agroalimentarios que permiten llevar los alimentos a la góndola y a los mercados de exportación.
Al Gobierno le queda poco tiempo para poder anticiparse a la crisis global que se avecina, ya no se trata de abrir o de cerrar las canillas de las exportaciones, sino que se trata de buscar el mayor ingreso de divisas cuando el mercado nos lo permite y no cuando nosotros queremos.
Una nueva crisis global tendrá efectos negativos sobre el precio de todas las materias primas agrícolas, como lo estamos viendo en estos momentos, pero no podemos asumir que esto termino aquí pues podemos estar recién en el comienzo.
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