Hace unos meses, para algunos, resultaba delirante pensar que había un plan para lograr por la fuerza lo que por la vía democrática y republicana sería difícil de conseguir. Hoy, fracasado el intento expropiatorio de Vicentín, el plan finalmente se expone e impone, tiene nombre y apellido: se llama Proyecto Artigas, su brazo ejecutor es Juan Grabois, financiado desde el Estado, mejor dicho: por todos los argentinos.
Con impunidad, precarizando el sistema jurídico de normas y amparado en "programas de Gobierno" de la mano de funcionarios públicos a quienes, hasta los más pobres, pagan sus dietas con impuestos tan injustos como exorbitantes.
La toma de tierras y las usurpaciones no sólo violan los derechos reconocidos en la Constitución Nacional, que en su artículo 17 expresa "la propiedad es inviolable, y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley", además vulneran el derecho a la seguridad de los habitantes en cada rincón del país.
No es un dato menor que las escuelas estén cerradas y se reparta, a los alumnos, cuadernillos que tienen más de doctrina política y contenido ideológico que de ciencia, innovación tecnológica o materias científicas que apuntalen a los niños, niñas y jóvenes a un futuro post pandemia completamente distinto al presente y, claramente, superador del pasado que se nos pretende imponer.
La no vuelta a las aulas es una decisión política igual que el Proyecto Artigas.También forman parte de la directriz: el cierre de las importaciones, la burocracia en las salidas exportadoras, la toma del congreso a través de botones telemáticos, amenaza al sistema judicial con una reforma que adolece de ilegalidad y un NODIO para vigilar que los medios de comunicación no informen lo que, para el "observador", no se debe.
Desdibujar el concepto de propiedad privada y así dejar indefensos a muchos habitantes, representa un avance sobre la producción, el trabajo, el crecimiento, y los valores que han consolidado la identidad nacional a lo largo de nuestra historia.
La propiedad no es un símbolo de riqueza, es el resultado del ahorro de aquel que día a día puso todo su mérito para tener dignidad de "ser dueño" y no depender a futuro, así, el cachetazo de la usurpación pega a todos pero más fuerte en los conglomerados del conurbano.
Debemos ser implacables a la hora de defender los valores que nos hicieron grandes: educación, seguridad y justicia. La propiedad privada es un concepto que enorgullece igualando condiciones, en el centro y en el interior de todo el país. Es un principio fundamental en la construcción del sistema jurídico de normas concebido por quienes pensaron una Argentina de progreso.
La crisis pandémica exacerbada por una cuarentena irracional ha dejado a muchos argentinos sin su fuente de empleo, a emprendedores y empresarios sin oportunidades para emplear a otros con la pérdida de valor que esto representa.
Es imprescindible enviar un mensaje a la sociedad condenando los hechos violentos con definiciones claras, respetando la ley, impartiendo orden y seguridad jurídica como formas de construir confianza y un plan sostenible que convoque a todos al consenso. Necesitamos más plataformas para muchos y menos Proyecto para pocos.
La autora es presidenta Comisión Asuntos Agrarios y Pesca del Senado de la provincia de Buenos Aires
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