Se me ocurren pocos éxitos destacables de nuestro país durante los últimos 35 años. Los que vienen a mi mente son mayormente deportivos: el Mundial de 1986 o la medalla dorada en básquet en los Juegos Olímpicos de Atenas. Logros de pequeños grupos de personas. Muy pocas actuaciones destacadas de nuestra sociedad como tal. Una de las pocas excepciones es el desarrollo de la cadena de la soja que con el trabajo y esfuerzo de cientos de miles de argentinos empujando por un objetivo claro de producir eficientemente, agregar valor y exportar para alimentar al mundo, se transformó en el principal motor de la Argentina.
Cuesta pensar qué sería hoy de nuestro querido país sin la cadena de la soja. Atrás del pequeño poroto vinieron enormes inversiones, el flujo de exportaciones más importante del país, generación de cientos de miles de puestos de trabajo, divisas para sostener nuestra economía, desarrollo regional a lo largo de una gran parte del territorio nacional con un derrame en enorme cantidad de sectores e impuestos cuantiosos para sostener al Estado y a una sociedad con pocos proyectos para salir adelante pese a la enorme disponibilidad de recursos.
Toda la cadena agroindustrial tuvo en los últimos 20 años un crecimiento anual acumulativo de alrededor del 4%, por lo que un economista de CEPAL concluyó que si cada sector de la economía hubiera tenido una performance similar en los últimos 15 años hoy la Argentina estaría en el umbral de ser un país desarrollado.
Pero en la cadena de la soja el modelo se ralentizó hace varios años. El peso fiscal y la discriminación respecto a otros cultivos desincentivó incrementos sustentables de área en zonas marginales e impidió una mayor aplicación de tecnología. La producción se estancó mientras otros cultivos tuvieron un destacado aumento. Nuestros países hermanos del Mercosur siguieron, mientras tanto, en la senda del crecimiento de producción y de la calidad de la soja.
Creemos que hay que replantear el rumbo y por eso organizamos la última edición de Mercosoja en la ciudad de Rosario donde se discutió cómo debemos volver a crecer agregando más trabajo a nuestra Argentina. Tenemos un enorme desafío para ser exitosos aprovechando oportunidades y superando amenazas.
Problemas
Está claro que hay dos grandes problemas que requieren urgente solución: el primer tema es la alta carga fiscal a la cadena de la soja por encima de todos los sectores de la economía argentina. Necesitamos que el próximo gobierno nos brinde un horizonte claro y veloz de disminución de este peso asfixiante pues corremos el riesgo de matar a la gallina de los huevos de oro.
El segundo tema es relativo a infraestructura y logística en donde el Ministerio de Transporte viene trabajando con gran seriedad en dos proyectos fundamentales, el desarrollo del ferrocarril con un sistema abierto a diversos operadores y el mejoramiento de la hidrovía. Debemos seguir reduciendo los costos logísticos y promoviendo la competencia.
Tenemos una gran oportunidad pues el mundo demanda alimentos sustentables y nuestro país los produce siendo modelo en productividad y preservación de la naturaleza, pero no alcanza con eso. Debemos poner en el centro de nuestras acciones el desarrollo de las buenas prácticas agrícolas, el cuidado del medioambiente, de las poblaciones vecinas y de los bosques. Tenemos que lograr vender productos con certificaciones ambientales y de calidad y para ello debemos trabajar como cadena de valor con el Estado nacional y los provinciales. Es urgente.
Para promover un desarrollo territorial equitativo y coherente con las expectativas de bienestar que tenemos como argentinos, incorporando a las ciudades al proceso, resulta necesario promover el agregado de valor a la producción primaria, es decir, transformar una gran parte de lo que eficientemente produce nuestro campo.
Debemos sumar más etapas de transformación y generación de empleo para ser el supermercado y la biorefinería del mundo. Para ello, es clave que no castiguemos la industrialización y que sepamos que los países competidores también juegan. La gran puja internacional está en la generación de trabajo, desarrollemos mecanismos que nivelen la cancha de modo tal que la agroindustria competitiva se instale en nuestro país y no seamos un vendedor de materias primas.
Es fundamental el reconocimiento adecuado de la tecnología en la semilla, incluso para favorecer la incipiente investigación nacional, vía una ley moderna que consagre el uso propio oneroso y que el Estado promueva mecanismos efectivos de control. Paralelamente lograr la aplicación eficiente y sustentable de fertilizantes y agroquímicos aumentando el volumen y los niveles de proteína de nuestra producción.
Tenemos que seguir en el camino de integrarnos al mundo para acceder a todos los mercados en condiciones convenientes. Apoyamos el acuerdo Mercosur-UE y bregamos por avanzar en nuevos acuerdos. Como cadena exportadora queremos jugar en primera e integrarnos al mundo, ello nos obligará a ser competitivos lo cual es imperativo.
Somos campo, industria y ciencia, pero también ciudad y parte de la solución. Un factor clave para el desarrollo sostenible argentino.
El autor es presidente de Acsoja
Luis Zubizarreta
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