En los últimos años venimos advirtiendo de la ineptitud de los funcionarios que han ocupado y ocupan cargos en el exMinisterio de Agricultura, Ganadería y Pesca y en la actual Secretaría. La ineptitud es peligrosa, sobre todo en los mercados, cuando el Estado pretende entrometerse en todo. Una buena prueba de ello es lo que está sucediendo y sucederá en el mercado de trigo argentino. Veamos a lo que nos referimos.
El Gobierno actual, desde que asumió el cargo en diciembre de 2019 (hace casi tres años), viene aplicando una política nefasta de intervención en el mercado de trigo y maíz, basada en manejar el registro de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) según sus cálculos de “saldos exportables” en base a las estimaciones de producción y consumo interno, determinando los ya famosos “volúmenes de equilibrio” que no son otra cosa que estimar hasta qué volumen de estos dos productos se puede exportar sin afectar los precios del mercado interno a fin de proteger la mesa de los argentinos, desconectando de alguna forma los precios locales de los internacionales.
¡Jaja! Permítanme reírme en base a los resultados obtenidos y la inflación descontrolada con la que convivimos. Esos fueron los justificativos utilizados en las resoluciones que les dieron origen. Pero lo cierto es que también han utilizado esta política de cierre y apertura de registros para, de alguna manera, obligar a los exportadores a declarar anticipadamente las ventas por el temor de quedarse afuera del cupo otorgado.
Esto fue en estos años un interés oculto del Gobierno, anticipar recaudación futura de derechos de exportación, como recientemente lo han hecho anticipando ingresos por la liquidación de divisas del complejo sojero. Es una política también fracasada como la antiinflacionaria, por la que van pateando el problema hacia el futuro para que lo tenga que resolver el próximo Gobierno. Típico del kirchnerismo. Es la política del “vamos viendo qué hacemos” pero en el mientras tanto metamos mano en los mercados y saquemos tajada de dónde se pueda.
Pero esta política acaba de explotarles en la mano. ¿Por qué? Pues los exportadores se largaron a registrar ventas de trigo de la próxima campaña, es decir la 2022/23, por una cifra de nada menos que 8,85 millones de toneladas (de las cuáles tienen cubiertas con compras anticipadas, 5,3 millones de toneladas, según datos oficiales al 5/10/22, más el remanente que le pueda quedar sin vender de la presente campaña, que es bien poco según esos mismos datos). Asimismo, de las 5,3 millones de toneladas, les quedan a la fecha mencionada, 2,2 millones sin fijar precio. Primera conclusión: a la exportación le estarían faltando comprar 3,55 millones de toneladas para cubrir todas las ventas al exterior declaradas y cuyos derechos de exportación del 12% sobre el valor FOB oficial del día de la registración de la DJVE ya han pagado en un 90%.
El Gobierno estaba feliz con los resultados obtenidos con esta política de cierres, aperturas y juego de temores con los que podían quedar afuera del cupo de exportación, hasta que el clima vino a jugarle una mala pasada, demostrando a contra sensu de lo que siempre se afirma, de que el tiempo no es peronista. Y ahora se desesperan porque si tienen en cuenta que el consumo interno para la molinería, más el volumen de trigo que se guarda para semilla, se calcula entre 6,5 y 7 millones de toneladas, la segunda conclusión sería que: si las proyecciones de la cosecha esperada todos los días caen y hoy se estima entre 15/15,5 millones, el problema para los funcionarios está a la vista, ya que 7 más 8,8 les da 15,8 millones de toneladas sin tener en cuenta el carry out de la cosecha vieja. Como diría el exministro Julián Domínguez, los funcionarios “inspirados” comienzan a debatir cómo harán para que el pueblo argentino no termine comiendo pan de centeno como en el mejor de los gobiernos peronistas, ya que los números no les cierran.
Otra política
Sin entrar a proponer lo que deberían hacer, porque no me corresponde, sólo quisiera recalcar que durante nuestro período de gobierno (2015-2019) jamás intervenimos en los mercados, ni pusimos “volúmenes de equilibrio” y pese a la tremenda sequía del 2018 nunca faltó el trigo para abastecer el consumo interno.
Es una cuestión de ideología y de respeto al funcionamiento de los mercados que suelen ser prudentes cuando nadie los extorsiona ni pretende elucubrar la teoría del Estado inteligente. Y a tener cuidado que todos los dólares que anticiparon en las reservas del Banco Central con el dólar soja, no se los chupe la mala praxis que reparten por doquier los funcionarios que no funcionan y crean todos los días nuevos tipos de cambio.
El autor fue subsecretario de Mercados Agropecuarios
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