Comenzó la cosecha fina en el norte de Buenos Aires de los primeros lotes de cebada, arveja y garbanzo. Los resultados son de regulares a malos.
Hay lotes de arveja y garbanzo completamente perdidos y la cebada marca una caída en los rindes esperados que van del 35 al 60 por ciento. Lo que es peor en este último cultivo es que los parámetros de calidad no llegan a cumplir con los mínimos requisitos de condición cámara.
Para colmo de males hay muchos contratos forward que no podrán cumplirse. También enfrentaremos conflictos con los contratistas, ya que la capacidad de pago por la cosecha no llega a cubrir los costos fijos de la tarea.
El trigo se viene entregando y el resultado es incierto. La estimación de producción esperada, ronda las 10 millones de toneladas. Hay ROE otorgados por 5 millones y el consumo interno está en el orden de las 5,5 millones de toneladas. Dependemos del carry over (stock de la cosecha anterior) para que se cumplan las necesidades mínimas. Pero aún no sabemos el daño causado por las abundantes lluvias y el golpe de calor de los primeros días de noviembre.
Todo esto hace un combo que se traduce en una caja de sorpresas. En teoría esto podría disparar los precios, pero de la misma forma podría exacerbar el intervencionismo del secretario de Comercio. No hace falta describir el daño que este señor causa al comercio.
La zona del oeste arenoso sigue con inundaciones y problemas de accesos, las siembras están retrasadas y las superficies achicadas. Parece una patria abandonada por sus gobernantes. El INTA lleva una medición de las zonas inundadas, anegadas y afectadas. Esta información es de vital importancia para la declaración de emergencia o desastre. También para el armado de políticas estructurales en infraestructura para evitar o paliar este tipo de situaciones. Los gobernantes no son conscientes de su rol: la de estar al servicio de la población y no al revés. Hay que mendigar por una postergación en el pago de impuestos cuando la capacidad contributiva es nula.
Ilusión
Como vivo de la agricultura, sigo con la ilusión de todo productor. Que la próxima cosecha nos traiga prosperidad y desahogo. Siempre está el temor latente del manotazo estatal. Hoy tomando el tipo de cambio real estamos pagando un derecho de exportación en la soja de cerca del 60%. Un abuso por donde se lo mire.
Cuando recuerdo a nuestra presidenta hablar de la ganancia extraordinaria, el yuyo y todas las formas de menosprecio, quiero dejar un par de reflexiones. La producción agropecuaria no es una actividad sin riesgo, muy por el contrario. Hay que ser muy obtuso y enceguecido por el rencor para no darse cuenta. Los años de bonanza, son los que sirven para atesorar ganancia, ahorrar e invertir.
Estos son los que darán aire para los años difíciles. Ahora bien, el Estado voraz no puede con su codicia, se apropió y se apropia mediante derechos de exportación de la rentabilidad del productor.
Mantiene un tipo de cambio "agrícola" donde los impuestos directos y los servicios internos sufren una inflación en dólares nunca vista. No genera ninguna política pública para amortiguar los años de vacas flacas. Con su miopía cree que los productores son sólo una fuente de recursos. Malgasta la riqueza producida y condena al atraso o estancamiento.
Ya dijimos que nos íbamos a quedar sin carne, y ocurrió. También alertamos por el trigo, la leche, las economías regionales, y lo estamos viviendo. Ahora les tocará el turno a la población no rural del interior, ya que no queda nada por derramar en los pueblos. Se viene un año difícil y veo un estado ciego, autista y apático.
Francisco Santillán
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