Pasan los años; pasan los gobiernos; quedan los artistas
Décadas hace que la bendita Cepal aburre con sus arcanas proyecciones sobre cómo año tras año se encarecen los productos latinoamericanos de exportación porque los resortes de las catapultas no funcionan.
Encima, ahora otro organismo multilateral, el BID, se suma al tedio reiterativo. Son como adaptaciones, revivals, nuevas versiones de diagnósticos con, insisto, décadas en cartel:
-¡Señores, los altos costos del transporte les quitan competitividad a las exportaciones! (Espectadores: abucheos.)
-¿No comprenden? De acuerdo con nuestras estimaciones, una reducción del 10% de los costos del comercio [fletes y aranceles]... ¡produciría un aumento de las exportaciones intrarregionales de más del 60%! (Espectadores: desinterés y silencio; se mira para otro lado.)
-(Economistas: se acercan a la primera fila, en un último intento, desesperado.) Los costos de transporte y del flete son mayores que los aranceles... En una exportación a Estados Unidos, el costo del flete incide con el 7,8% y el arancel con el 2,7%... En promedio... (Espectadores: algunos se preparan para levantarse.) Se baja el telón.
Es que el público argentino, conformado por la encumbrada elite de funcionarios políticos de abultado currículum, es muy exigente. No se emociona fácilmente con las puestas en escena de estos economistas, que, por suerte, no son consultores; si no, arrojarían tomates.
Tal vez el arrebato estético de estos guionistas fue sugerir que es más importante la coordinación conjunta para bajar los costos logísticos -que requiere igual dosis de investigación que de decisión política- que las negociaciones por los aranceles -que se acuerdan, se bajan o se suben por decreto-. Que la diplomacia nos salve de los "canapés voladores" ante esta osadía.
Por suerte, el debate está instalado y hay economistas dispuestos a bucear en lo árido...